viernes, 16 de octubre de 2015

16 oct.: Sí: salvados gratuitamente

Liturgia
          Hace 15 días me presentaba alguien su idea de la parte que tenemos nosotros que poner para alcanzar la salvación. Es evidente que todos los extremos se tocan en una falta de exactitud, y que tan poco real es decir que nada tenemos que hacer como que esa salvación depende de nuestra respuesta personal.
          Rom 4, 1-8 es una buena demostración de que la salvación es obra gratuita de Dios, y que lo único que se nos pide es no oponernos expresamente a la acción de Dios. La imagen más perfecta de lo que es la realidad humana por sí misma es la de un accidentado de carretera que nada puede hacer por sí mismo para ser salvado. Está dependiendo casi exclusivamente de que alguien lo recoja y lo lleve a un Hospital. Sólo no oponerse. Porque la salvación le llega desde fuera. Y no oponerse ya es una colaboración. Pero ser recogido y llevado es pura gratuidad del que pasaba y que podría no haberle hecho caso.
          San Pablo pone ejemplos: Abrahán no hizo más mérito que no oponerse, pero la elección fue de Dios y no por obras meritorias de Abrahán sino por la pura elección de Dios. Y la respuesta de fe de Abrahán –de fe; no de méritos propios- le hicieron justo.
          David avanza más: no sólo a los buenos sino a quienes no lo son, les llega la acogida de Dios por pura misericordia de Dios. Dios llama dichoso al culpable, al que cuenta Él como inocente prescindiendo de sus obras. Es Dios quien sepulta el pecado de tal persona y a quien Dios no le cuenta el pecado. ¿Mérito del pecador? –Ninguno, porque él estaba en su pecado. Vino Dios al caído para levantarlo del estiércol.
          Es comprensible que cueste trabajo comprenderlo a quienes fuimos formados en voluntarismo, en el que ser salvados dependía de nosotros, de nuestras obras, de los méritos que hacíamos. La teología de la Gracia nos lleva a esa otra realidad, acorde con la obra de Dios: dejaos reconciliar por Dios. Ni siquiera la iniciativa de la reconciliación nace en el mérito humano, sino en dejarse reconciliar por Dios. Dios es el salvador y los méritos los pone Cristo. En virtud de sus méritos nosotros somos salvados. Eso es LA FE de que habla Pablo, contrapuesta a todo el planteamiento farisaico por el que era la obediencia a las leyes lo que hacía justos. Pero una fe (a la que se refiere Pablo) que no queda a la sopa boba de creer sin actuar. La fe de que habla Pablo es una fe que va “preñada” de las respuestas que son propias de la verdadera fe: dejarse reconciliar; no oponerse a la mano que viene a salvar, “poner la bandeja”, buscar el reino de Dios y su justicia. Porque amor con amor se paga, y a la acción gratuita de Dios debe corresponder otro amor gratuito del hombre hacia Dios.
          El Evangelio de Lc 12, 1-7 mantiene aun el resabio de días anteriores. Jesús advierte a “miles y miles” de personas que se cuiden de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Que nadie piense que la hipocresía y la mentira van a alguna parte, pues la realidad es que aun lo más oculto llega a saberse, y que el hipócrita queda descubierto. A esa hipocresía y a todo lo es mentira de la vida, falsos criterios, medias verdades, posturas contrarias a la blancura de Dios, es a lo que hay que temer. No a Dios, que es bondadoso y hasta cuida de los pájaros, de forma que si uno cae en la red, es porque Dios lo ha dejado, pero no porque a Dios se le ha pasado de largo. A Dios no hay que temerle. A lo que es contrario a Dios –a lo que puede matar el alma y destruirle valores, a eso es a lo que hay que temer. Ni siquiera a lo que puede hacer daño físico: que pueden matar el cuerpo… Hay que tenerle mucho miedo a lo que destruye los valores del alma, la paz, el bienestar, la capacidad de convivencia…
          Nosotros tenemos contados y sostenidos por Dios hasta los pelos de la cabeza. Y muchos se van a preguntar: ¿Y entonces por qué se caen? Porque Dios todo lo cuida pero en nada se opone a las leyes naturales que Dios mismo estableció. Y ahí saltamos a ese inmenso misterio de la LIBERTAD HUMANA que Dios concedió como gran don de la persona, y al que Dios respeta completamente. ¿Por qué cae el pelo…, por qué puede alguien obrar mal? Porque Dios no rompe lo que Él mismo creó. Ayudará, iluminará, pondrá movimientos en el sentir de la persona para que actúe derechamente y evite el mal. Pero el ser libre podrá saltarse las mociones interiores que Dios le pone. Precisamente a esa falsa libertad que va en busca del mal es a la que Jesús dice que hay que temer. Temor de nosotros mismos que somos capaces de romper el equilibrio que Dios estableció desde el principio.

          Por tanto, no tengáis miedo a Dios: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad12:19 p. m.

    VERDADES DE FE .

    Creo en la Santa Iglesia Católic.

    Conocemos todos la definición de la Iglesia "La congregación de todos los bautizados, unidos en la misma fe verdadera, el mismo sacrificio y los mismos sacramentos, bajo la autoridad del Sumo Pontífice y los Obispos en comunión con él".
    Una persona se hace miembro de la Iglesia al recibir el sacramento del Bautismo y continúa siéndolo mientras no se segregue por "cisma" (negación o contestación de la autoridad papal) ,por "herejía" ( negación de una o más verdades de fe) o por "excomunión"(exclusión de la Iglesia por ciertos pecados graves no contritos).Pero estas personas,si han sido bautizadas válidamente permanecen básicamenta súbditos de la Iglesia y están obligadas por sus leyes , a no ser que se les dispense de ellas específicamente.
    Al decir esto consideramos a la Iglesia desde fuera.Del mismo modo que un hombre es más que su cuerpo físico visible, la Iglesia es más que una organización exterior. Es el alma lo que hace al hombre ser humano :Y es el alma de la Iglesia lo que la hace más que una organización,un "organismo vivo ".

    Continuará

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  2. La Iglesia es un "redil "cuya única t obligada puerta es Cristo(Jn,10,1-10). Es también una grey, cuyo Pastor es el mismísimo Dios.. Es tierra de labor, Dios es el Agricultor; Cristo es la verdadera Vid y nosotros sus sarmientos. Cristo Señor, Pontífice hizo a su pueblo reino y sacerdotes para Dios su Padre..Los bautizados regenerados por la unción del Espíritu Santo, perseverando en la Oración y alabanza a Dios, han de ofrecerse como hostias vivas, santas y gratas a Dios, en unión a Cristo Resucitado. Yo creo en la Santa Iglesia Católica.Afma. Mªjosé.

    Todos nuestros pensamientos no revelados y todos nuestros sentimientos no expresados, están escritos en el Corazón de Dios, y nos ama por lo que somos y no por lo que merezcamos, somos hijos.¡No tenemos que tener miedo!. Confiemos siempre en la bondad de Dios, reconozcamos los bienes y los posibles males que haya dentro de nuestros corazones y procuremos ser veraces y transparentes en todo momento porque nosotros somos temerosos de Dios y no queremos ofenderlo de ningún modo.

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