sábado, 10 de octubre de 2015

10 oct.: Los que escuchan y viven la Palabra de Dios

Liturgia
          El profeta Joel presenta hoy dos escenarios (3, 12-21): el de los pueblos enemigos y opresores que van a ser juzgados con mano dura. No perdamos nunca de vista que Israel, aun hoy día, es un pueblo extremadamente nacionalista y muy  suyo. Sus amigos son sus amigos (ya casi que se queda el círculo en ellos mismos). Sus enemigos son enemigos a muerte. Entonces el presagio para esos enemigos (que además lo eran de verdad porque los dominaban y esclavizaban) era extremo: mano a la hoz, venid y pisad el lagar; rebosan las cubas porque abunda su maldad; el sol y la luna se oscurecen, las estrellas retiran su esplendor.
          Al otro lado está el propio Israel. Y con Israel, el pueblo de Dios, sucederá un triunfo total: el Señor protege a su pueblo; desde Jerusalén alza su voz…, auxilia a los hijos de Israel… Aquel día los montes manarán vino, los collados se desharán en leche, la acequias de Judá irán llenas, brotará un manantial del Templo.
          Así sus enemigos ancestrales, Egipto, quedará hecho un desierto, mientras Jerusalén estará habitada por siempre.
          Queda claro todo el entramado de la profecía que es una bendición para Israel y el desastre para los pueblos vecinos que le son extranjeros y una amenaza.
          El SALMO (96) viene a corroborar toda esa visión gozosa del profeta, y acaba invitando a alegrarse y celebrar el santo nombre de Dios.

          El evangelio es corto y muy conocido: Lc 11, 27-28. Jesús acaba de callar a los que le atribuyeron su poder al poder de Belzebú. Jesús les ha hecho ver el absurdo de su afirmación, porque nadie se hace la guerra a sí mismo. Y entonces advierte que el demonio lanzado no se queda quieto, porque se hace más feroz y quiere volver al lugar de donde salió. En realidad estaba advirtiendo a aquellos que criticaban que la victoria no es definitiva si ellos se mantienen en su absurdo y no reconocen que ha llegado allí el REINO DE DIOS, el poder de Dios.
          Lo que dijeran quienes habían juzgado tan neciamente no está expresado en el texto evangélico. Por lo general el evangelio no está para satisfacer a los curiosos que querrían saber en qué quedaba aquello.
          Lo que sí hace el evangelista es narrar la reacción de una mujer del pueblo, con su sencillez y su sentido profundo de la verdad. Ha escuchado a Jesús y se ha emocionado con su razonamiento…, y con haber callado a los que criticaban. Y con una espontaneidad de mujer de pueblo, dice a voz en grito: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Una forma ampulosa oriental para decir lo que nosotros hubiéramos expresado más directamente: “Bendita sea la madre que te crió”. No es que esta mujer tenía la menor idea de quién era esa madre, pero la expresión era una alabanza a Jesús, con la forma castiza de alabar a su madre (la que fuera) para resaltar al hijo (que en este caso era Jesús. Muy normal entre nosotros.
          Jesús no negó en absoluto lo que la mujer decía. Lo que hizo fue llevarlo al terreno de lo muy importante. No estaba lo esencial en quien fuera su madre; hay algo mucho más esencial que es escuchar la palabra de Dios y practicarla. Esos sí que son dichosos. Es lo más que se puede vivir, y es extensible a toda persona.
          Luego viene a resultar que era la gran alabanza a María, la Madre de Jesús, no por el hecho de haberlo criado sino porque ella fue el modelo de escucha de la Palabra que Dios le dirigió, y de llevarla a la práctica.

          Todo esto afecta directamente a nuestra devoción mariana, pero sobre todo a la esencia misma de nuestra fe. Porque la devoción a la Virgen se extiende a muchos niveles, desde el afectivo, el humano, el de atracción, el de patronazgo, el aprendido de niños, el hecho de inclusión de la mujer en nuestra vida espiritual… Y es una gracia que nos ha hecho el Señor.

          Pero donde está la clave de ese sentido mariano de nuestra vida radica precisamente en la fidelidad y obediencia de María a la Palabra de Dios. A haberlo escuchado y haberlo sabido escuchar (que es más todavía) y haberse plegado a la voz de Dios que la llamaba y le alteraba cualquier plan normal de una muchacha del pueblo. Y hasta resulta que su realidad de Madre de Jesús –el Hijo del Altísimo- está situada en su aceptación incondicional a la Palabra que Dios le dirigió. Con razón Jesús quiso subrayar ese dato cuando lo alabaron a él en la persona de su madre.

2 comentarios:

  1. José Andrés11:41 a. m.

    Aquella mujer que alzó la voz y gritó a Jesús para bendecirlo hoy diríamos que fue una "espontánea" y la prohibiríamos que interrumpiera al Maestro. Sin embargo, Jesús extendió su bendición a todos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. La "espontánea" es la anécdota de esta breve historia, lo más importante es el mensaje de Jesús a propósito de escuchar la Palabra de Dios y cumplirla. En la Sagrada Escritura está la Palabra de Dios, que podemos leer y escuchar, pero luego viene la segunda parte: SU CUMPLIMIENTO. Casi nada.

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  2. Ana Ciudad11:57 a. m.

    Continuando con "LA GRACIA ".

    En teología la palabra "GRACIA " se reserva para describir los dones a los que el hombre no tiene derecho ni siquiera remotamente. La palabra "GRACIA "se usa para nombrar los dones que están sobre la naturaleza humana. Por eso decimos que la "GRACIA " es un don sobrenatural de Dios.
    Pero esta definición está incompleta.
    Hay dones que son sobrenaturales y no pueden llamarse gracias. Por ejemplo :una persona que padece una enfermadad incurable, sana milagrosamente en Lourdes. En este caso, la salud de esta persona sería un don sobrenatural, pues habría sanado por medios que sobrepasan la naturaleza.Pero si queremos hablar con precisión, esta cura no sería una "gracia".
    Hay también otros dones que son sobrenaturales en su origen que no pueden clasificarse como "gracias".La Sagrada Escritura, La Iglesia, los Sacramentos, son dones sobrenaturales de Dios. Pero estos dones por sobrenaturales que sean ,actúan fuera de nosotros . No sería incorrecto llamarlos
    "gracias externas ".
    La palabra "gracia" cuando se usa en sentido simple se refiere a aquellos done4s INVISIBLES y que residen y operan en el alma.
    Precisando un poco más en la definición de "GRACIA ",diremos que es un don sobrenatural e interior de Dios.
    Pero esto nos plantea otra cuestión .

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