Reflexión
El evangelio de hoy (Lc 11, 42-46) es hecho continuado con el episodio
de ayer: si Jesús seguía o no los rituales externos para la comida. Jesús se
adentra hoy en el tema y lo hace con una penetración muy clarificadora: Vosotros, los fariseos, pagáis el diezmo de
las especias. Pero os saltáis el derecho y la misericordia. Y esto es lo que
hay que practicar, sin abandonar lo otro. Por tanto no está Jesús contra
las prácticas externas religiosas, sino contra el vacío de esas prácticas cuando
están desconectadas de las otras principales. Bien está ese mundo externo de la
piedad popular. Pero vale si es expresión de otra realidad profunda: cuando lo
mandado por Dios ha ido por delante.
San Ignacio dice que hay que alabar las velas encendidas
(es una expresión de la piedad), pero no por sí mismas. Sino cuando detrás
llevan unos Sacramentos recibidos, unos mandamientos cumplidos, una oración
auténtica que se encuentra con la Palabra de Dios y va tratando de vivirla. Lo
externo no es despreciable, pero hay que ver de qué corazón brota. Cuando es
mera apariencia (“buscar los asientos de
honor en las sinagogas y las reverencias por la calle”), equivale a
sepulcros sin nombre que se pasa por encima de ellos sin saberlo. Cuando son
añadidos sin fondo (“abrumar a la gente
con obligaciones” o costumbres externas), que ni rozan la piel de la persona,
eso externo carece de valor, e incluso queda en mera hipocresía y apariencia.
Pero apariencia ¿de qué?
Sabe muy bien Jesús que la persona es interior y exterior;
que el culto a Dios no sólo se rinde en lo íntimo del alma sino también en sus
formas externas, que brotan de aquel interior. Por eso no menosprecia la
postura, el modo. Y hasta lo saca a relucir en aquella parábola de los dos que
oraban en el Templo. El fariseo, de pié,
y se deduce que en lugar más visible. Se refleja todo eso en su oración, que es
prácticamente decir: “Aquí estoy yo que soy mejor que los demás”. El publicano,
sin
atreverse a levantar la vista y a distancia, oraba así: ten misericordia de mí
que soy un pecador. La postura no era cosa de menos importancia cuando
Jesús la describe con esos matices y esa forma de orar. Lo que había en el corazón
se ha reflejado en la oración, una –la del publicano- verdadera oración. Otra,
la del fariseo, que es pura soberbia y engreimiento.
Avancemos más. El Templo para Jesús era sagrado: casa de mi Padre, casa de oración. Entra
un día Jesús y observa que en los aledaños se está convirtiendo aquello en una
feria. Y Jesús irrumpe por medio y echa a los animales [no perdamos de vista
ese dato: los “animales” no deben estar allí; y “animales” son muchas actitudes
que no responden precisamente a lo espiritual, que es lo propio del templo]. A
los vendedores y cambistas les hace salir de allí, porque aquello es “casa de oración”. Muchas personas van a
orar de verdad y no tienen derecho los otros a impedirles su ámbito de oración.
No puede ser que “la casa de mi Padre”
se convierte en “casa de contratación”.
Creo que Jesús podría entrar hoy en nuestras iglesias y tendría que dirigirse a
los que convierten el templo en “casa del pueblo”.
Al fondo de
todo había algo mucho más grave: quienes habían aprovechado el templo para sus
intereses: los que convertían la casa de Dios en cueva de bandidos…, los que de una u otra forma han perdido el
respeto a la Casa de Dios. De ahí que el problema no esté en un hecho en sí
sino en las causas por las que ese hecho se produce. [Y aquí debemos hacer
nuestras propias concretas reflexiones, para que no nos quedemos en la cáscara
ni en mirar hacia afuera, pues puede ser que algo de estas cosas nos atañen. Yo
me pregunto más de una vez si hay personas que sirven al templo o se sirven del
templo y se hacen “dueñas” del templo, y en tanto sirven en cuanto que
protagonistas…]
Entonces el
diezmo de las especias, la postura para orar, el conjunto de formas exteriores,
están en función de lo principal: los compromisos de una actitud cristiana y
evangélica que obliga a cambiar actitudes de vida. Esto hay que hacer sin despreciar lo primero. Por eso señalaba yo
ayer un conjunto de cosas que me preocupan de verdad, porque son las bases y
raíces de donde salen las otras cosas. Lo meramente exterior no tiene entidad
ni es causa para hacer problemas donde no están. Los problemas tenemos que
verlos en lo substancial, precisamente cuando lo substancial falla. Y yo no me
atrevería a tirar la primera piedra. Lo que sí me plantea es mi propio interior
y mi labor nacida desde lo interior; no sea que me pierda en detallismos y me
falle mi pensamiento y actitud cristianas (al modo de Cristo; según el
evangelio).
VERDADES DE FE.
ResponderEliminarEl CREDO contiene todas las verdades fundamentales sobre las que se basa la doctrina cristiana.Para que tengamos bien a mano las enseñanzas de Jesucristo, la Iglesia las ha condensado en una declaración de fe que llamamos el CREDO DE LOS APÓSTOLE.
Al proclamar el credo, decimos :"descendió a los infiernos".Hasta que murió Jesús en la Cruz, pagando por los pecados de los hombres, ningún alma podía entrar en el cielo,nadie podía ver a Dios cara a cara. Y, sin embargo, habían existido con seguridad muchos hombres y mujeres que habían creído en Dios y en su misericordia y guardado sus leyes.Como estas almas no habían merecido el infierno,existían en un estado de felicidad puramente natural ,sin visión directa de Dios.Eran muy felices, pero con la felicidad que nosotros podríamos alcanzar en la tierra si todo nos fuera perfectamente.
Continuará
A todos nos gusta mucho que se nos valore y se nos admire por nuestro esfuerzo y por nuestra dedicación. Pero no tenemosel visto bueno de los demás; no tenemos que olvidar que sólo somos unos "esclavitos" ; que las cosas las hacemos por la justicia y el amor de Dios, lo cual no es criticar y exigir a los otros cosas que no cumplimos. No seamos incoherentes y apiadémonos de quienes nos piden comprensión, perdón y amistad.
ResponderEliminarEl evangelio de hoy es continuación del de ayer y Jesús responde a la acusación que le hacen por no observar las prescripciones sobre las abluciones antes de comer. Y lo hace con cierta dureza. Tanto es así que un maestro de la Ley le dice que les está ofendiendo. Y nosotros pensamos: es que los fariseos se lo merecían. Eran unos hipócritas y unos falsos. Pero, ¿nos hemos parado a pensar si nosotros no hacemos algo parecido? ¿No nos encanta que se nos reconozca en público si hemos hecho algo bien? ¿Somos, realmente, como aparentamos ser? ¿No tenemos mucho cuidado en cumplir ciertas tradiciones y nos olvidamos de nuestra actitud de servicio con los demás y de compartir nuestro tiempo, por ejemplo, con tantas personas que se encuentran solas? ¿No nos gusta decir lo que tienen que hacer los demás y nosotros tratamos de escurrir el bulto?
ResponderEliminarQueda dicho para la reflexión.
Quise decir que no nos ha de bastar con el visto bueno de los demás, tenemos que ser mucho más exigentes; porque Dios que ve en lo escondido, que ve nuestro corazón, que no hay recovecos ni sentimientos que Él no conozca, no quiere que tengamos dobleces, nos quiere veraces y transparentes; Él quiere salvarnos; ya sabrá la manera de ayudarnos a conseguirlo.ta
ResponderEliminarTodos somos un poco fariseos; pero tú y yo, por pura gracia de Dios, si lo somos, lo somos en un grado imperceptible, de todas las maneras vamos a tenerlo en cuenta a lo largo del curso para corregirnos mutuamente.Un cordial abrazo. MªJosé..
SANTA TERESA DE JESÚS. esta noche ya es día 15, y por eso quiero recordar a la Santa en el 500 aniversario de su nacimiento: "1.515-2.015"... Y lo mejor que puedo hacer es servirme de sus palabras.
ResponderEliminar"NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE, TODO SE PASA, DIOS NO SE MUDA, LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA; QUIEN A DIOS TIENE NADA LE FALTA: "S O LO D I O S B A S T A"...Y para el que sufre...dice así: "Abracemos bien la Cruz y sigamos a Jesús. Que es nuestro camino y luz, lleno de todo consuelo"...Recuerdo una frase que de 'joven' me llamó mucho la atención: (autor no recordado) "lleva la cruz abrazada...pues no te pesará... porque la cruz arrastrada es la que pesa más..." Pienso que si abrazamos la cruz, abrazamos a Jesús... y seguro que ÉL será nuestro Cireneo..."
Creo que la mejor manera de llevar la cruz es ponerse en ella, con Jesús; si Él no ayuda como un Cirineo, el peso puede ser insoportable, a cualquiera pueden faltarle las fuerzas, puede desfallecer...Creo que Él no nos coloca cruces demasíado pesadas porque conoce nuestras capacidades y, sobre todo, nos ama .MªJosé.
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