martes, 30 de junio de 2015

30 junio: De nuevo, ¿quién es Este?

Venga a nosotros tu reino
          Así lo pedimos en el Padre Nuestro. Así lo deseamos con toda el alma. Y así nos sentimos exigidos a vivir de manera que el Corazón de Jesús reine en nuestros corazones.
          Queremos sellar el homenaje de amor y fidelidad que te hemos venido testimoniando durante este mes, y queremos comprometer y consagrar nuestras vidas en alianza de amor con tu Sagrado Corazón. Sabemos que hemos de contar con la vida real, con su dureza y sus zancadillas, con los enemigos de dentro y de fuera, y con las gracias que nos acompañarán en todo momento, como lo esperamos de ti.
          Desde este mundo en ruinas y sin norte y sin amor, clamamos desde lo íntimo de nuestros corazones por tu Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.

QUIÉN ES ESTE
          Dos puntos de la LITURGIA DEL DÍA tomaría yo en este cierre del mes de Junio: la mirada atrás (o el detenerse en el camino que lleva adelante) convierte en estatuas de sal  (Gn 19, 15-29), en incapaces de avanzar y hasta en inútiles en el camino que conduce al Corazón de Cristo.
          Ese Corazón de tan infinitos matices que siempre dejará pendiente la pregunta de los apóstoles: Quién es Este? (Mt 8, 23-27).
          Llegados a este día último del mes del Corazón de Jesús, quiero pararme en homenaje a ese Corazón, y seguir preguntando: Quién es este Corazón, y seguir soñando con barruntar parciales respuestas, esas que componiéndolas después poco a poco, me puedan ir ayudando a decir quién es para mí el Corazón de Jesús. Sé que es una empresa imposible, tan imposible como querer conocer los secretos del inmenso océano, sus fondos marinos, sus inescrutables especies vivas… Y sin embargo, en el colmo de la ilusión me quiero lanzar a bucear en ese Océano de la pregunta de los discípulos: Quién es Este.
          La figura de Jesús ya me subyuga. No podría dibujarla ni quiero hacerlo, porque esa figura, difuminada y a la vez concreta, encierra ya un  misterio que atrae y embriaga. Y es mejor no tenerla tan acabada. Siempre le cabe más. Siempre encierra un misterio atractivo y tremendamente gozoso… El misterio encierra mejor el valor infinito de esa perla preciosa.
          La vida, los movimientos, los detalles de Jesús (cuanto más nimios más me subyugan), sus sentimientos (que nos va dejando caer el Evangelio como quien no dice nada), son el magma en que me zambullo con más fruición, a sabiendas de que aspiro todo ese plancton y me gozo en saber que sólo fue un entremés de todo el banquete que queda por delante, y que lo mejor que tiene es que sé a ciencia cierta que no he sumido ni los ribetes del todo. El TODO es tan infinito que me queda una vida y una eternidad y no habré consumido todo lo que me ofrece.

          ¿Quién es Este? – Es el Corazón de Jesús. Una manera que Dios mismo nos suscitó para poder rozar siquiera la orla del manto. Y cuando en medio de la vorágine de la vida clamemos angustiados: Señor, sálvanos; que nos hundimos, escucharemos en los latidos de su Corazón aquella palabra de Dios a Lot: Aprisa, refúgiate en esa ciudad pequeña, que no puedo hacer nada hasta que llegues allá. Así es: Dios mismo no puede hacer nada hasta que hayamos encontrado refugio. Lo maravilloso para nosotros es que ese refugio está asegurado en la ciudad más inmensa del universo: el Corazón de Jesucristo, en el que estaremos a salvo… ¿Quién es Este? No hay respuesta cerrada. Siempre hay un espacio nuevo en ese piélago que es EL CORAZÓN SAGRADO DE JESÚS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!