martes, 16 de junio de 2015

16 junio: Sed perfectos como vuestro Padre

El trabajo bien hecho
          Jesús creció en un ambiente de trabajo. María, en su parte; José en la suya. Jesús también cuando tuvo edad para ello. Y siempre, como exponente: el trabajo bien hecho.
          Mi Padre trabaja y yo también trabajo. Es ley de vida para todos nosotros. De una u otra manera, hemos de colaborar en la obra creadora de Dios, adornándola con nuestro trabajo, haciendo nosotros cada día lo que “está por hacer” y se nos ha confiado.
          Trabajo que unimos al del Corazón de Jesús como la gota de agua en el vino del cáliz, para que todo lo que hacemos tenga un carácter redentor.

LITURGIA DEL DÍA
          Las iglesias de Macedonia -1 Cor 8, 1-9- aun siendo iglesias necesitadas, han hecho un derroche de generosidad recolectando para otras iglesias más pobres aun. Y el valor de su donación es que no sólo han dado dinero sino que se han dado a sí mismos. Han imitado a Jesús que, siendo rico se hizo pobre para que nosotros –desde nuestra pobreza- lleguemos a ser ricos.
          El Evangelio –Mt 5, 43-48- concluye el interesante proceso de perfeccionamiento de la Ley; algo que Jesús había venido a hacer, para que la materialidad de los preceptos se adentrara en el corazón de las personas.
          Ayer se refirió Jesús expresamente a esa ley del “ojo por ojo”, que Él advierte que no puede quedarse en tal ley de venganzas atemperadas, sino que la venganza ha de estar desterrada de la vida del Reino.
          Hoy da un paso más y lleva hasta esa novedad de amor incluso al enemigo. Ya no es sólo el amigo quien quede beneficiado de las bondades del amigo, sino que el mismo enemigo ha de poder gozar de los beneficios de Dios, quien hace salir su sol sobre todos, sin distinción de amigos o no amigos. Justos o injustos, todos reciben la lluvia por igual. Y así quiere el Señor que sea la vida de los que le sigan, porque han de llegar a ser perfectos como el Padre del Cielo es perfecto. El “como” no se refiere a “la cantidad” de bondad. Dios es infinitamente perfecto, y nosotros no podemos llegar al infinito. Pero nosotros en nuestras capacidades sí podemos vivir esa “perfección” de Dios. Y “perfección” significa que algo ha llegado a su punto máximo.

          San Lucas será quien mejor nos explique qué tipo de perfección es la que nos pide Jesús para estar en la línea del Padre del Cielo. Y San Lucas dirá el paralelo de esa frase de Mateo, explicitando en un sed misericordiosos como el Padre del Cielo es misericordioso. La perfección a la que se nos llama es la de la misericordia, la bondad, la amabilidad, la generosidad. Ahí se concluye y ahí se condensa todo el capítulo en el que Jesús ha expuesto las líneas maestras de lo que es el Reino, de lo que va a ser la exigencia para cada uno que desee pertenecer a ese Reino de Dios.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad6:30 p. m.

    Sed perfectos......nos dice el Señor y nos da las gracias convenientes. No es un consejo ,es un mandato.
    En la Iglesia todos estamos llamados a la santidad.
    No se contenta el Señor con una entrega a medias."a todo el que da fruto lo limpia para que dé más fruto ".Por esto purifica el Maestro los suyos,permitiendo pruebas y contradicciones.Todas las épocas son buenas para meternos en caminos hondos de santidad, todas las circunstancias son oportunas para amar más a Dios,porque la vida interior se alimenta.con la ayuda constante del Espíritu Santo, de las incidencias que ocurren a nuestro alrededor.
    No pensemos que en otro lugar y en otra situación seguiríamos más de cerca al Señor.Los frutos que quiere Él son los que produce la tierra donde estamos,aquí y ahora :cansancio ,enfermedad,familia......Este es el ambiente en que debe crecer y desarrollarse nuestro amor a Dios,utilizando esas oportunidades. No las dejemos pasar ;ahí nos espera Jesús..

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  2. Amar es una actitud ante la vida. Uno ha de ejercitarse en el amor. El AMOR es un Don que hay que agradecer a Dios. El Señor nos lo regala cuando Él quiere; lo mismo que la PAZ. Cuando se tienen, hay que hacer un buen uso de ellos; estamos obligados a ser solidarios con los demás, con Dios y con uno mismo. Jesús quiere que salgamos de nuestro pequeño mundo y que descubramos en cada persona un hermano al que amar a pesar de las diferencias de razas, lenguas, religión; porque el verdadero Amor no pide nada a cambio; se da incondicionalmente y no conoce límites y es la manera más segura para vencer la envidia, el odio o la frustración y si lo hacemos así, si le permitimos al amor que nos guíe, veremos que no hay motivos para el enfrentamiento y colaboraremos en la construcción de un mundo mucho más habitable...Un verdadero Pueblo de Dios.

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