martes, 2 de junio de 2015

2 junio: La luz del Corazón

Málaga. España.
        Novena al Sagrado Corazón
el día 4 de Junio.- 6’45 tarde
en la Iglesia del Corazón de Jesús,
 con Exposición, Rosario, Preces y Bendición.
SANTA MISA con predicación del
P. Javier Gª. Ruiz de Medina S.I.

EL MES DEL CORAZÓN DE JESÚS
          La luz de Jesucristo
          Jesús afirma una realidad evidente: quien enciende una luz lo hace para alumbrar. Quien enciende una lámpara la pone en lugar alto para que llegue a más rincones.
          El Corazón de Jesús es LUZ. Por su parte está iluminando siempre. Luego, alumbrará a quienes se ponen en su círculo de acción. Quien se aparta de la luz, queda en tiniebla. Quien quiere ver, se acerca a la luz. Hay quienes no la buscan. Pero Jesús sigue iluminando.
          Pon luz en nuestros ojos; haz presente a nuestra vista tu Corazón, y atráenos para que no nos podamos separar de ti.

LITURGIA DEL DÍA
          Tobit (2, 10-23) siguió haciendo la obra de misericordia de enterrar a los muertos. Físicamente cansado se sentó junto a la tapia de su casa. No se dio cuenta que tenía encima un nido de gorriones, y le cayó excremento en los ojos y lo dejaron ciego. Lo típico: quienes no tenían la fe que él, vinieron a hacer un falso montaje entre la fe que él tenía y el mal que le había sucedido, y le atacaban por ese punto: ¡Tanto creer en Dios y te ocurre esto! Tobit no unía dos hechos absolutamente diversos, y permaneció en su fidelidad a Dios, que llegaba a ser hasta nimia, como en el caso del cabrito que oyó balar en la casa, que le habían regalado a su mujer. La esposa le echó en cara de qué le había valido su fe y estar como estaba.
          Es la historia de siempre: como si el mal físico fuera un castigo, o como si la fe pudiera ponerse en duda porque algo doloroso le ocurre al creyente.
          Ha quedado ahí la historia. Ya veremos su desenlace.

          En el Evangelio (Mc 12, 13-17) hay una confabulación entre herodianos y fariseos, dos formas muy distintas de pensar y de vivir, pero unidas contra Jesús. Eso sí: vienen hipócritamente alabándolo porque eres sincero y no te importa de nadie porque no te fijas en las apariencias. Todo eso era una gran verdad pero en labios de aquellos era una  falsía para confiar a Jesús. La pregunta: si es licito pagar el impuesto al César. Era una trampa. Si Jesús decía que sí, se ponía al pueblo en contra (por el odio a todo lo que venía del invasor). Si decía que no, se enfrentaba a los dirigentes romanos.
          Jesús se vale de una estratagema: la moneda tiene la esfinge del César. Pues dadle al César lo que es del César. Pero a Dios hay que darle lo que es de Dios. Al César, para las obras públicas de beneficio al pueblo. A Dios, lo público y lo íntimo y privado. A Dios, el pueblo de a pie, y también el mismo César han de rendirle tributo, reconocimiento, respeto.

          Se admiraron los mismos que venían con trampa. Jesús había solventado el tema y no había dicho algo que le pudiera tildar ante el pueblo o ante Roma.

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