viernes, 12 de junio de 2015

12 junio: Día grande y solemne

DÍA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Hacia una actitud mejor
          Corazón de Jesús: Me invitas delicadamente a reconocer mis equivocaciones, pero no solo: cuando uno se ha equivocado, la solución no está en reconocerlo y quedarse en el mismo lugar. Un error (que puede ser una actitud, un acto suelto,  un fallo de previsión…), puede requerir enderezar lo torcido. No basta con “sentirse pecador”.
Tú me ayudas a mirar hacia adelante y plantear un remedio…, un intento…, una renovación de un verdadero propósito. Y si quiere uno llenar ese vacío que se ha producido, toca mirarte, Jesucristo, y copiar sentimientos y actitudes de tu Corazón. Entonces el “propósito” es mucho más auténtico, más acorde para seguirte…, con un querer agradar al Padre.
          Muéstranos tu Corazón a través del Evangelio, y que hagamos de esa mirada nuestro camino hacia tu Corazón.

LITURGIA DEL DÍA
          Se abre la solemnidad de hoy –en el Ciclo B- con una muy expresiva lectura de Oseas (11, 1, 3-4, 8, 9): el amor de Dios –eterno amor de Dios- se concentra en aquel pueblo escogido –Israel- que ya en sus principios (cuando eras niño, cuando te estabas formando, cuando vivías bajo el yugo de tu opresor), de Egipto llamé a mi hijo. Dios libera a su pueblo y lo llama. Como es un pueblo díscolo y rebelde, tiene que atraerlo con cuerdas humanas (a través de acontecimientos humanos), con correas de amor lo atraía; me inclinaba y le daba de comer. Se me revuelve el corazón, se conmueven mis entrañas… Así, aun en la lejanía del tiempo, ya aparece el Corazón de Dios, volcado hacia un pueblo con la ternura de una madre.
          La 2ª lectura (Ef 3, 8-12, 14-19) encuentra en Jesucristo la realización de tal amor de Dios. A Pablo, tan pequeño, se le ha dado esta gracia: anunciar a los paganos la riqueza insondable que es Cristo, y poner de manifiesto la realización del misterio escondido en Dios desde el principio de los siglos: el amor eterno de Dios. Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento. Y Pablo cae de rodillas ante tamaño misterio, porque descubre el amor sin medida de Dios a los hombres, manifestado en Cristo.
          Momento culminante de ese misterio está en el Calvario, en un gesto humanamente absurdo del soldado que profana el cadáver de Jesús atacándolo con una lanza que le clava en el corazón. Nunca pudo sospechar aquel soldado que Cristo muerto era un Dios vivo y que era capaz de respuesta a aquella acción. Y la respuesta fue que un Corazón traspasado y abierto manaba la vida en forma de dos ríos inconmensurables: uno de agua purificadora; otro de sangre redentora…, que se juntaban en el cauce único de UNA IGLESIA que había de vivir alimentada y desarrollándose desde esas dos corrientes.

          El Corazón abierto de Jesucristo quedaba como icono de un AMOR INCONMENSURABLE, que se plasmaría en una imagen significativa que llenaría la vida de millones de almas: la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, imagen viva del amor, que queda representado de una forma atrayente y muy venerada por el pueblo fiel.

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