lunes, 29 de junio de 2015

29 junio: San Pedro y San Pablo

La Iglesia nace del Corazón abierto
          Haznos comprender, Corazón de Jesús, el gran misterio encerrado en ti y en tu Iglesia. No podremos jamás amarte a ti si no amamos igualmente tu carne: tu Iglesia visible. Que comprendamos que sólo a través de tu Iglesia eres para nosotros camino, verdad y vida.
          Que jamás tiremos piedras contra nuestro tejado, que es tu tejado. Que jamás acentuemos los defectos de nuestra madre, que es tu esposa. Que jamás mancillemos su santidad, aunque a la vez sea pecadora
          Que vivamos la maravilla sobrehumana de ser miembros vivos de esa Iglesia, destinados a hacerla vivir limpia y presentarla limpia a los ojos de propios y ajenos.
          Que nos sintamos hijos amantes e incondicionales, fieles y dignos de nuestro nombre de cristianos.

LITURGIA DEL DÍA
          Hoy es el día de los SANTOS PEDRO Y PABLO, una solemnidad litúrgica por todo lo alto porque estamos ante las dos columnas de la Iglesia.
          La 1ª lectura (Hech 12, 1-11) nos muestra la liberación milagrosa que Dios hace de Pedro encarcelado y a punto de ser matado por Herodes. Ni guardias, ni cerrojos ni puertas de hierro son bastantes cuando Dios quiere actuar. Y la Iglesia necesitaba aún de este Pastor y Piedra fundamental.
          La 2ª lectura (Tim 4, 6-8, 17-16) es la confesión de Pablo de haber recorrido el trayecto de su vida en la fidelidad a Jesús, que le salió al camino, y que ahora ya no le queda sino esperar la corona que recibirá de Dios. Ese Dios que le ayudó y dio fuerzas y le libró del peligro.
          El Evangelio (Mt 16, 13-19) vuelve a Pedro en ese texto básico y muy conocido del diálogo en Cesarea: ¿Quién dicen los hombres…? Simón se adelanta a todos y hace la confesión mesiánica por excelencia: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo. Y Jesús también confiesa entonces que Simón será PIEDRA…, se llamará Pedro, y tendrá en sus manos las llaves de la futura Iglesia. Atará o desatará, abrirá o cerrará…, y lo que él haga en la tierra queda sellado en el Cielo.
          Lo que es una promesa hacia aquel “Pedro” en realidad es promesa a LA PIEDRA que constituye Jesús como fundamento de la Iglesia, que no es sólo un cimiento encima del cual va construido el edificio de los siglos, sino que esa PIEDRA se va extendiendo a través de todos los que vendrán en el lugar de Pedro, siendo así la Iglesia de todos los tiempos la que se asienta sobre PEDRO en la persona del sucesor que vaya viniendo elegido por el Espíritu Santo. También a ese sucesor le llega la misma palabra de Jesús: Tú eres PIEDRA y sobre esta Piedra edifico mi Iglesia.


          El poder del infierno no podrá derrotarla. Hoy nos hace falta recordar esa palabra de Jesús porque atravesamos momentos muy difíciles en la vida cristiana. En parte, el endiosamiento del ser humano, que ha roto amarras y ha sustituido a Dios por sus muchos ídolos, y ya no admite sometimientos. Y la vida de seguimiento de Jesús en la Iglesia exige unos cánones de vida y actuación. En parte también porque se ha resfriado el amor primero y los mismos cristianos nos hemos acomodado a ese YO endiosado que acaba siguiendo las propias maneras, estamos en una encrucijada difícil de la vida de la Iglesia. La promesa de Jesús permanece viva, pero también exigente. Y eso es cosa que cada cual nos tenemos que plantear.

1 comentario:

  1. La Iglesia siempre pasa tribulaciones porque el poder del maligno actúa sobre ella para aniquilarla; pero el Paráclito es el que la conduce y protege. Nosotros, como Pedro y Pablo y los demás Apóstoles, como María,formamos parte de esta Iglesia de Cristo que Él mismo va construyendo con piedras vivas de todas las razas, pueblos y lenguas que lo reconocen como Señor e Hijo del Dios Vivo y quieren acogerlo y seguirlo.

    Mucho tenemos que agradecer a Dios que nos haya rodeado de tantas personas que nos ayudan a vivir nuestra Fe; especialmente nuestros Párrocos, nuestros Directores espirituales y nuestro amado Papa Francisco por quién le pedimos al Señor que siga acompañándolo en la misión que le ha confiado de confirmarnos en la Fe y de cuidar de su pueblo- el Pueblo de Dios- extendido por toda la tierra.

    Tenemos que revestirnos de una gran humildad y pedir perdón porque no siempre somos totalmente fieles al vivir el Evangelio; la Iglesia también tiene manchas de egoísmo y pecado...Nos cuesta tratarnos como hermanos por causa de nuestros odios y de nuestros fanatismos.

    Ayúdanos, Señor Jesús, a ser más responsables; enséñanos y ayúdanos a interpretar yu divina Voluntad. No te avergüences de nosotros aunque seamos pecadores. Danos el empuje y el coraje que necesitamos para vivir con intensidad y proclamar tu Evangelio.

    Los dos Apóstoles que celebramos, nos dan su testimonio de que sólo se es un buen discípulo de Cristo, si por Él sabemos afrontar todas las tribulaciones y persecuciones, hasta llegar al mismo martirio.

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