domingo, 14 de junio de 2015

14 junio: Domingo 11 T.O.: REINO DE DIOS

Limpios de corazón
          Corazón de Jesús: los limpios de corazón verán a Dios, tal como tú has dicho. Limpios al mirar la paja del ojo ajeno; limpios para quitarnos la viga del nuestro. Limpios de cuerpo y limpios de alma. Bien sabemos que no son esos los valores que cotiza el mundo actual.
          Limpios para poner nuestros ojos en ti, en tu Palabra, en cada párrafo del evangelio. Limpios para descubrirte en los otros, en los acontecimientos, en los ojos de un niño y en belleza de la juventud o en el amor cultivado de unos esposos.
          Haznos mirar con tus ojos, que tantas veces se detuvieron sobre las personas para expresarles ternura y amor. ¡Eso es pureza!

HOY SALE LA PROCESIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN,
EN MÁLAGA, a las 7 de la tarde.
En este año, 100 años desde que la volvió a sacar el P. Arnaiz con gran acogida de fieles, la Procesión debe revestir una solemnidad especial.
QUIENES QUIERAN Y PUEDAN ACOMPAÑAR CON CIRIOS deberán recogerlos en la Iglesia del Sagrado Corazón, 15 minutos antes de la salida del cortejo.

LITURGIA DEL DÍA
          Hay una insistencia, a través de las tres lecturas, sobre la simplicidad y sencillez del Reino de Dios en la tierra. Y juntamente su gratuidad misteriosa.
          Abre Ezequiel (17, 22-24) presentando –aun en anuncio- al que será el centro de ese nuevo mundo que va a ser creado. Y lo presenta como una rama alta y tierna que será cortada del tronco de un árbol (Israel), y tal rama va a ser plantada y va a dar lugar a un árbol grande, fuerte como un cedro, en el que anidarán gentes de toda clase.
          Jesucristo expondrá el Reino de Dios como esa mínima semilla de la mostaza, que viene a crecer y hacerse un arbusto en el que pueden cobijarse las aves del cielo, de todo plumaje. Un anuncio de la Iglesia, Reino de Dios, que acoge a todos los pueblos, aunque ella misma en su origen es humilde.
          Jesús la explica con otra parábola, de la semilla que crece sola, sobre la que el labrador no puede ejercer ninguna influencia para que crezca antes o se desarrolle mejor. La semilla del Reino va desarrollándose sola y mientras el labrador come y bebe, duerme y se levanta, ella se desarrolla y va produciendo el tallo, la espiga y el grano.
          El labrador tiene su papel: ha de cavar la tierra, regar, abonar, quitar piedras y malezas. Puede hacer una labor de prevención, pero no puede actuar sobre la semilla y su desarrollo. ¡Pero tiene que hacer todo eso que está en la mano del labrador!
          El Reino de Dios no es hoy menos fuerte que en otros tiempos. Lo que sí es verdad es que encuentra unas dificultades mayores para desenvolverse porque “los labradores” estamos remisos en la parte que nos corresponde. Hay que quitar mucha maleza, y a eso es a lo que hoy se está menos dispuestos.
          El Reino se topa hoy con una exacerbada actitud de autonomía personal y endiosamiento del YO. No se quieren limitaciones. Y entonces hay muchas piedras en el campo, que están impidiendo o dificultando el crecer de la semilla, el desenvolvimiento de la Gracia de Dios.
          En esa exagerada tendencia a “ser dueños” se pierde por una parte el respeto a la vida, y por otra el respeto a la persona (propia o ajena). Y se expresa por una exagerada y no controlada tendencia al placer, al gozar sin límites.  Y esa delicada semilla encuentra obstáculos fuertes para poder desarrollarse.
          Mientras vivimos (2Cor 5, 6-10) estamos desterrados del Señor, caminamos sin verlo… Y solamente cuando la fe supera las pasiones humanas, nos guía por caminos seguros que nos abren a la confianza, y a buscar –por encima de todo- agradar al Señor, y podernos presentar así –con el alma en paz- ante la presencia de Dios.
          Esa Presencia que ya comienza en el encuentro con la Eucaristía, que debe ser mucho más decisiva en la vida del creyente… La Eucaristía no puede quedarse en un momento del día. Tiene que tener mucha influencia en el desenvolvimiento diario y real de la vida de la persona.

Oremos al Señor para que venga a nosotros su Reino.
-         Para que tengamos conciencia de que el Reino de Dios se quiere desarrollar en nosotros, R al Señor.
-         Para que nos demos cuenta de que podemos poner obstáculos a ese Reino de Dios en nosotros. Roguemos al Señor.
-         Para que el Reino de Dios en cada persona encuentre el campo limpio de egoísmos y ansias de placeres, Roguemos al Señor.
-         Para que participar en la Eucaristía sea una exigencia de poner orden en la vida personal, Roguemos al Señor.

Acoge nuestras peticiones, Señor, y ponnos en vías de exigencia para que puedas reinar en nosotros. Por J. N. S.

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