viernes, 8 de agosto de 2014

8 agosto: PERDER-GANAR

LAS CONDICIONES “del contrato”
             Empezamos por la 1ª lectura. Jeremías (1, 15; 2.2; 3, 1-3…, ya se ve que está la cita un poco espigada), nos presenta el regreso dl Pueblo de Dios, que desde la altura de los montes pregona ya la paz y festeja su fiesta.
             A la otra orilla está el desastre de quienes le hicieron tanto mal, y que han cosechado un fracaso.
             Una imagen de la vida misma en lo que son los proyectos salvadores de Dios: el triunfo de los que estuvieron abatidos por el mal, y que Dios los conduce al triunfo y a la paz. Y el mal que queda derrotado y vencido, porque el mal no puede dominar. Cuando Jesús cuente un día la parábola de la cizaña, puede tener muy en cuenta este texto de Jeremías. El trigo, finalmente prevalece, y la cizaña es atada y quemada al fuego para que no se  reproduzca.
             El Evangelio trae hoy una catequesis esencial de Jesús. Acaba de intentar Pedro que Jesús-Mesías no lo sea al modo que tiene que serlo. Lo ha pretendido de otra manera, y se ha atrevido a querer cortarle a Jesús su camino. Jesús ha respondido muy seriamente, reprendiendo y hasta diciéndole a Simón Pedro que se aparte de Él porque Simón piensa a lo humano y no se ha dejado conducir por la inspiración recibida de Dios.
             Pero Jesús no está enfadado. Como bien maestro se vuelve a sentar con sus discípulos y vuelva comenzar por los “palotes”. Y los “palotes” para estar con Él e ir con Él son diáfanos: “Quien quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga”. Premisa primera y esencial. Estar con Jesús e ir con Él, supone que la persona tiene que negarse…: tiene que dejarse a un lado su amor propio (que es el más dañino rival de Dios). Y como la pura negación no conduce a nada positivo, lo que Jesús está pidiendo es el control del propio yo, el ser cada uno “dueño de sí; señor de sí”. Que no haya nada, ni nadie, ni brizna de algo, que pueda ser una cuña entre la persona y Jesús mismo.
             Dado que ese CONTROL exige, y que la exigencia es costosa, a eso le llama tomar cada uno su cruz. La cruz es una realidad que existe con religión o sin religión. Para quien nada hace referencia a un signo religioso, será “cargar con su desgracia, su sufrimiento, sus fracasos, su muerte…” Pero en todo eso no queda una brizna de esperanza. Sencillamente se muere uno como un perro…, y peor que un perro porque muere uno con conciencia de que se muere.
             Para un creyente, su cruz es parte de la cruz de Cristo, se lleva junto a Cristo…: cuenta uno con el mejor Cireneo… Lleva uno “su cruz”…, y sabe que no la lleva solo. Y la leva con una razón que ilusiona: para ir detrás de Jesús. Por tanto: ahora sabrá Simón –y los demás- que el Mesías va delante y no es un fracasado.
             Si uno quiere salvar su vida… ¡Todos decimos querer salvarla! Pero no todos hacemos lo necesario para conservar una vida que no es sólo la física sino esa otra vida inmensamente mayor…: la vida siguiendo a Jesús; la vida en plenitud. ¡Pues tiene que perderla!; eso sí: por mí (dice Jesús). Tomar la cruz, perder la vida no es en realidad un vacío que se abre ante la persona, sino un limpiar la vasija porque entra el Señor, y para que tenga espacio para entrar. Es una pérdida ventajosa; es una pérdida para llenar. Y perderla por Él, es encontrarla. Encontrar otra vida de muy alto calibre.
             Y porque hay que decidirse a perderla, Jesús le enseña a los discípulos una “fórmula estimulante”: Porque ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo, si arruina su vida? He ahí un planteamiento para analizar de frente la propia realidad. Puedes pretender tener asidos los bienes humanos: dinero, gozo, placer, hacer tu capricho… ¿Qué va a dejarte eso? ¿Dónde lo vas a almacenar? ¿Qué ventajas te va a reportar? Todo eso se te va a esfumar, se te va a derramar como arena entre los dedos. Y por conservar una bagatela, arruinas valores y actitudes básicas de tu vida. Esto es lo que está diciendo Jesús. Y para dejarlo más claro pone la hipótesis contraria: y si pierdes ¿qué podrás luego a cambio para recuperarlo? Las cosas se pierden…, ¡y qué trabajo para recuperar!

             Algo substancial: sea lo que sea…, hagamos lo que hagamos, lo ciertamente cierto es que el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles con la gloria de su Padre, y entonces dará a cada uno según su conducta. Ahí quedará patente todo. Y cuando alguien tiene mínima conciencia de que algo no está funcionando ordenadamente de cara a Dios y de limpio seguimiento de Cristo, será inteligente y práctico cuando ponga los medios para entrar en este programa de Jesús: Negar-perder-ganar-Saber ser buen negociante para no arruinar la vida por pretender conservar una bagatela.

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