AMOR-TEMOR
Acaba
hoy ese capítulo 23 de San Mateo, cuando Jesús enfrentó ya el tema de las
actitudes de los fariseos. Aquella secta muy religiosa y muy cuadriculada, tan
llena de preceptos, de los que una gran mayoría los habían elaborado ellos. A
veces, a parir de preceptos auténticos como el del descanso sabático. Otras,
ideadas por ellos en un afán de prohibir/mandar como base de su sistema. Por
eso había una oposición frontal a Cristo –y de Cristo con ellos- porque Jesús
apuntaba al interior y le importaba el interior: lo que sale del corazón, y no el pago material de un diezmo de
semillas, y de normativas de ese estilo. Ni siquiera de las exageraciones
asfixiantes del “sábado” en que los fariseos no dejaban vivir. Otra cosa es si
ellos vivían y cómo vivían.
De
ahí que Jesús les aborde hoy como sepulcros encalados, muy blancos por
fuera, pero y se sabe que un sepulcro encierra huesos y podredumbre. Y esa comparación
de Jesús responde perfectamente a ese epíteto repetido con que Jesús les
califica muchas veces: hipócritas,
farsantes. Como esos sepulcros que aparecen por fuera tan limpios…: por fuera parecéis justos; por dentro estáis
repletos de hipocresía y crímenes.
Y
luego viene otra acusación menos clara a nuestras mentalidades: levantáis mausoleos a los profetas que
vuestros padres mataron. Con lo cual os hacéis cómplices de las acciones de
ellos, vuestros padres. Pero expresiva a una mentalidad tan tribal, de
clanes, donde cada persona es responsable de lo bueno o lo malo de todo el
clan, y viceversa.
San
Pablo concluye su 2ª carta a los fieles de Tesalónica (3, 6-10; 16-18), y es como
un venir y bajar a las realidades “pequeñas”, que es donde se muestra la verdad
de lo que se lleva dentro, Porque basta ser decente para no caer en algo más “gordo”.
Pero hay que tener finura de alma para llevar la fe y la práctica a los pequeños
o normales detalles de la vida.
Una
aplicación: no tratéis con hermanos que
llevan una vida desordenada. No es de poca monta el consejo. Y sirve muy
bien para mjuy buenas personas de hoy, que sueñan con hacer un bien a otras de
no tan buenas costumbres. Y es mucho más habitual que los de buenas costumbres
se infesten, que los de malas costumbres se corrijan. Y Pablo advierte que no
se entremezclen con esos hermanos que no andan por derecho. No está de más
aprender la lección. Encomendar a esos hermanos a quienes puedan ayudarles,
pero no perjudicare a sí mismos quienes ya caminan bien.
Otra
advertencia: El que no trabaja que no
coma. Ya se entiende que se habla de quien no quiere trabajar y puede
trabajar. Y Pablo dice: “Así lo he hecho yo; seguid mi ejemplo. Trabajé y me
cansé con la labor de cada día”. Es su gozo, su noble orgullo y su enseñanza.
Y
no es en balde, ni se queda tan lejos esa afirmación. Porque sigue habiendo
quienes pueden aportar su trabajo, ganarse el pan que se comen, aportar al bien
del conjunto…, pero se han metido en ese fanal de cristal, y dejan a los otros
para que los otros trabajen. Ellos nunca tienen tiempo ni “posibilidad”. De ahí
el dicho: “Cuando necesites una ayuda, no la pidas a quien nada hace, sino al
que está ocupado”.
Desde
ahí, una despedida muy propia de un cristiano: Que LA PAZ del Señor esté siempre
con vosotros en todo lugar. Y firma de su mano lo que ha puesto un
amanuense en el papel. Esa contraseña que avala todo lo dicho en el escrito.
Hoy
se dialogará el Salmo 127. Es una
pena que los traductores pretendan mantener la “fidelidad” a la letra en vez de
la verdad del sentido, que daría una versión mucho “más literal” por expresar
mejor la mente de quien lo escribió. Dichosos
los que temen al Señor es una traducción que “molesta”. Porque no puede ser
dichoso quien “teme”. A cualquier conocedor de la Sagrada Escritura le consta
que tantas veces se habla de ese “temor” se hace un paralelismo con el AMOR. Y
que, por tanto, la verdadera expresión bíblica es: Dichoso quien ama al Señor.
Precisamente por eso sigue sus caminos (como buen amante)…, y todo le va bien Y
todo eso es la bendición del hombre que AMA
al Señor. En efecto: ¡bendición!; no una amenaza del “temer”.
No
se equivocó el autor sagrado. Aquella lengua hebrea no le permitía este juego
amplio de matices que tenemos nosotros. Nosotros podemos hablar de la relación
de amigos, y es una forma de amor sin más calificativos. Hablar del amor a un padre
(y lo que era eso en una sociedad patriarcal), exigía otro tipo de amor respetuoso, No se puede tratar a un
padre como a un “colega”, porque no lo es. Es un padre. Y eso requiere una
forma reverencial, respetuosa. Pues
bien: la “reverencia” es palabra que proviene de un verbo latino que expresa un
cierto modo de temor en el amor. Por eso se reverencia lo sagrado. Porque “lo
sagrado” rebasa lo de “colega”.
¿Es
verdad que hoy el mundo anda de cráneo porque no hay temor? Sí, es verdad. Pero todos convenimos en que la vida
no se resuelve por la amenaza y el temor. Que lo que hoy falta es RELIGIÓN…, AMOR A DIOS, relación a un referente
superior ante el que se detiene la falta de educación y de respeto, y la
sobra de orgullo endiosado.
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