sábado, 16 de agosto de 2014

16 agosto: Dios JUSTO Y BUENO

LA VERDADERA JUSTICIA DE DIOS
                Ezequiel (18, 1-10; 13; 30-32) nos hace dar hoy un paso adelante en la comprensión de la verdadera Justicia de Dios. Muchos otros textos de la Biblia resuelven los males que hizo alguien, con un perdón de Dios, si…,pero con una extraña justicia de que aquel pecado lo pagaría hasta la tercera y cuarta generación, Una mentalidad judía no podía dejar sin venganza un daño que se ha hecho.
                Ezequiel da un paso adelante y hace una larga lista de todas las cosas buenas de uno por las que recibe los bienes de Dios. “El hombre que es justo, vivirá y no morirá” (no padecerá) Un hijo de esa buena persona obra mal, y ese hijo carga con su culpa, Para concluir el profeta con una máxima esencial: “Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien sea”, Ahí ha quedado un buen retrato de Dios.
                Y –creedme-: asimilar ese principio es algo que aún nos queda a muchos que alcanzar con el corazón. Porque lo tenemos claro en las ideas, pero no en los sentimientos y en los mismos dichos espontáneos. Porque apostillar con un “castigo de Dios”, con un “Dios que no se queda con nada de nadie”, con “consolar” a un enfermo diciéndole que “es la voluntad de Dios”…, y tantas otras formas que se escapan en el lenguaje, manifiestan que no hemos rozado la verdadera idea de un Dios que no quiere la muerte de nadie, Estamos pensando con criterios humanos de “justicia”(=el que la hace la paga), y casi que nos apoyamos en la “última justicia de Dios” que dará el último y –con ello- “dará dos veces”.
                Nos cuesta trabajo –ni llegamos a comprender- que JUSTICIA en Dios es igual a MISERICORDIA, que no debemos decir que “Dios es misericordioso PERO es justo”,  o que Dios “escribe derecho con renglones torcidos”. El día que esas expresiones nos suenen a blasfemia, y las erradiquemos de nuestro pensamiento (que es lo importante), estaremos acercándonos a comprender la JUSTICIA (lealtad, bondad, misericordia…) de Dios. Ezequiel nos ha conducido hoy a esa visión, ya en el mismo Antiguo Testamento.
                “Dios escribe SIEMPRE derecho, con nuestros renglones torcidos” es ya una purificación del lenguaje. El mal existe por esos renglones nuestros, pero Dios endereza con su misterioso poder justificador. Se me viene al recuerdo la película: LA VIDA ES BELLA, con aquel padre en los campos nazis, que está acompañado de su hijo pequeño. Los soldados/verdugos, sin alma, infligen todas las vejaciones y malos tratos a ese padre, y él lo va convirtiendo todo en un juego para su hijo, de modo que el hijo no sufre nunca ni llega a ver la maldad, porque su padre siempre “traduce” todo a n aspecto lúdico, positivo, creativo. Me parce como la imagen conseguida para decirnos la voz de Dios, el estilo de Dios, la bondad infinita de ese Dios que de los males saca bienes, y juega siempre a favor del hombre.
                Claro, Ezequiel está después muy explicado –en lenguaje más cercano cuando Jesús toma al niño entre sus brazos y enseña  (Mt 19, 13-15) y le dice  a sus discípulos que dejen a los niños acercarse a Él. Los apóstoles pretenderían que no molestaran a Jesús…, a quien querrían hacer un ser apartado del vulgo…, y más de los niños “que molestan”. No se lo impidáis, les dice Jesús, porque ellos son los que entienden el Reino, los que mejor me entienden a mí. Son esos niños como el de LA VIDA ES BELLA, capaz de hacer juego y poesía de la misma tragedia, sólo porque viven la confianza virgen en el hombre bueno y acogedor…: Jesús. Y lo que dice Jesús y cómo lo acoge y bendice, ya es bastante para tener de Jesús una idea mucho más exacta que la de los mismos apóstoles.

                Pienso que llevamos un lastre “popular” que no hemos superado, y que hasta alguien puede temer superar como si dar ese salto hacia el Dios BUENO (porque ES JUSTO) fuera un peligro para nuestra fe o porque la gente podría pensar que Dios los pasa todo por alto. De suyo estaría este pensamiento más cercano a la verdad que el contrario. Y no porque nos hagamos un Dios pelele al que lo dejamos de “pura mantequilla”, sino porque lo expresado por Dios mismo, es su capacidad “para echarse a las espaldas nuestros pecados para no verlos más”.

                En la nobleza de que es capaz el corazón humano debe estar la actitud de respuesta digna y responsable de la persona, que precisamente porque descubre al Dios verdadero, tan lleno de misericordia, ha de buscar los detalles de finura en su correspondencia. Al fin y al cabo Dios quiso plasmarse visiblemente en Jesús, y en ël sólo podemos descubrir el Corazón abierto al bien. Intransigente con la hipocresía y la maldad. Es el retrato de Dios. Y lo tenemos tan posible de mirar y contemplar en la riqueza de los Evangelios.

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