viernes, 29 de agosto de 2014

29 agosto: Las diez jovencitas

SABIDURÍA Y NECEDAD
                Hoy conmemora la Liturgia el martirio de San Juan Bautista, n el rango de “memoria”, lo que significa que es una celebración de las muchas que se dedican a los santos. Y por tanto, según las orientaciones litúrgicas, la LECTURA CONTINUADA tiene preferencia (no siendo lugares o títulos de Iglesias que estén dedicadas o celebren esa “memoria”).
                Sigo, entonces esa lectura continua (Mt 25, 1-13), que ha entrado en un capítulo evangélico de mucha importancia, por cuanto mira a esa preparación con que hemos de llegar al momento final.
                Hoy lo dibuja Jesús como el caso de diez muchachas, cinco de las cuales son previsoras. Se les anuncia la llegada de sus novios y van a recibirlos. Pero los novios no llegan enseguida y conforme anochece, se van durmiendo todas. [La vida diaria que adormece y hace perder intensidad, a la vez que no se deja de tener la ilusión del encuentro]. A la medianoche, por fin [al final de día de la vida] se anuncia ya la llegada inmediata de los novios. Las diez se ponen en pie, se atusan sus cabellos. Con el paso de las horas anteriores se han apagado sus lámparas y las previsoras sacan sus alcuzas, rellenan sus candiles con el aceite y encienden sus lámparas, y van a salir al encuentro. Las otras cinco no habían previsto y no tienen aceite… Y ya tenemos el cuento de la cigarra y la hormiga. Ahora piden aceite prestado a las otras, y esas que supieron prevenir responden que no pueden dar aceite, no sea que se queden sin él unas y otras.
                [Más de una vez se ha tildado de egoístas a las 5 muchachas que habían previsto y venían preparadas. ¿Qué les costaba dar un poco de su aceite? Pero Jesús está poniendo una parábola que responde a una realidad: a la “medianoche” de la vida, cada alma tiene en su haber lo que ha preparado durante su vida. Y la bondad que vivieron, el perdón que otorgaron, los sacrificios que se impusieron, el dominio de sus pasiones…, es algo que no se puede prestar al que vivió divirtiéndose, orgulloso, rencoroso, violador, ladrón o asesino… Cada uno se encuentra con su propio “candil”. Y quien ni tuvo aceite en su vida, no puede pretender ahora inventarlo o que se lo den. ¡Porque es imposible traspasar las buenas obras!].
                Las que estuvieron preparadas salieron al encuentro del novio, [bella forma de expresar Jesús el momento de la muerte], entraron al banquete (la plenitud del Reino), y se cerró la puerta.
                Cuando llegaron las otras se encontraron la puerta cerrada y, cuando llaman, desde dentro y con la puerta cerrada escuchan la terrible vos: No os conozco. Ahora les toca llorar lo que antes rieron sin deber. [La hormiga está dentro; la cigarra queda ahora a la intemperie].

                Clave de entendimiento es la 1ª Lectura (1Co 1, 17-25), en la que Pablo establece los baremos de sabiduría y necedad, tan distintos según los ojos con que se miren: lo que para el vulgo mundano es saber vivir, para el cristiano es no saber, porque la única sabiduría que entiende el creyente en Cristo es la sabiduría de la cruz de Jesucristo. Jesús, a los ojos del mundo, no supo vivir. Para el creyente en Cristo, eso que hace y vive y enseña Jesús es la verdadera sabiduría y la verdadera fuerza. Cierto que se puede ver –desde otros ojos- como debilidad, pero lo débil del mundo se escogió Dios para confundir la sabiduría del mundo. Hay, pues, otro baremo. Las 5 muchachas que se sacrificaron pudieron ser tildadas de “tontas” durante su vida. Ahora ellas han sido las verdaderas inteligentes…, las que se encuentran con el novio que –también él, por su parte-, les sale a ellas al encuentro. La debilidad del mundo es la fuerza de Dios. La necedad del mundo es sabiduría de Dios.
                Ahora se entiende mucho mejor a Juan Bautista, degollado porque tampoco él supo vivir al ritmo del “baile y la fiesta” de un Herodes incapaz de ser dueño de sus actos. Herodes lo encarceló porque Juan le reprochaba que viviera amancebado con su cuñada. La cosa es que Herodes respetaba a Juan y hasta le consultaba. Pero lo que no es vivir la verdad, quiebra malamente cuando la fiesta, el jolgorio, ponen ebrio y sensual. Y Herodes fue uno de esos. Bailó Salomé, la sobrina, y Herodes cayó en su trampa, y fue más allá de lo sensato, prometiendo un premio por tal baile. Salomé preguntó a su madre, y Herodías –que odiaba a Juan y quería acallarlo- incitó a la hija a pedir que en ese momento le entregaran en un plato la cabeza del Bautista. Disgustó a Herodes la petición pero había ido tan lejos en su borrachera y promesa, que mandó a un verdugo ejecutarla.

                Una vez más tenemos al “necio” Juan y al “sabio” Herodes. Juan, según la sabiduría de la fidelidad, la honradez, el día a día según Dios… Herodes, un icono del mundo, cuya sabiduría es tan necia como vivir de la fiesta, de lo sensual, de la alabanza de los cortesanos… Realmente se ve a las claras dónde está lo sabio y dónde lo necio… Hemos entrado en otra dinámica. Pero esa es la dinámica del Reino y la que enseña Jesús en su parábola, para enseñarnos a vivir según los nuevos valores del Evangelio.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad8:43 p. m.

    Esta parábola nos enseña que no basta haber iniciado el camino que lleva a Cristo,es preciso mantenerse en él con una alerta continua porque la tendencia de todo ser humano es suavizar la entrega que lleva este difícil camino.Casi sin darnos cuenta se introduce en el alma el deseo de hacer compatible seguir de cerca a Cristo con un ambiente aburguesado..Es necesario estar atentos porque tendemos una tendencia muy fuerte a la comodidad y al confort.Esto sería ser semejantes a esas vírgenes,llenas de buen espíritu,que se cansan pronto y no pueden salir a recibir al Esposo,para lo que se habían estado preparando toda la jornada.


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