domingo, 25 de noviembre de 2018

25 noviembre: Corona del Año Litúrgico


Liturgia: JESUCRISTO REY
                      El año litúrgico se corona con la solemnidad de JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO. Quizás en los momentos actuales no sea el título que mejor caiga en muchas mentes que viven todo de modo politizado. Pero aquí no se trata de comparar a Jesucristo con los reyes de la tierra sino de expresar la realización plena de ese tema fundamental de la revelación, que es el REINO DE DIOS, el establecimiento de Dios sobre todas las cosas.
          Por eso el reinado de Jesucristo no tiene nada en común con los reinos humanos: No tiene trono, o su trono es la cruz, desde donde realmente reina y domina toda la creación. No tiene corona, salvo la corona de espinas con la que se burlaron de él. No tiene territorio, aunque su vocación es la llenar el mundo entero. No tiene armas ni ejércitos, sino que su arma es el amor y sus ejércitos son los hombres sencillos que continúan la obra de los apóstoles. No tiene riquezas, porque su mundo se construye sobre la pobreza y el desprecio de los bienes de este mundo.
          Estamos, pues, hablando de otra realidad que nada tiene que ver con los reyes humanos. Y entonces, si lo entendemos así, podemos proclamar a Jesucristo REY DEL UNIVERSO, con vocación para conquistar todos los reinos y naciones para la causa del Padre, y traer fuego a la tierra entera con el deseo de que arda en esa nueva realidad.
          Así la breve 1ª lectura (Dn.7,13-14) nos lo presenta acercándose al trono de Dios, y se le da poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirven. Su poder es eterno. Su reino no cesará.

          Lo apoya la 2ª lectura del libro del Apocalipsis (1,5-8), que lo declara Príncipe de los reyes de la tierra…, que nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre: a él la gloria y el poder por todos los siglos.

          En el evangelio de San Juan (18,33-37) se declara a sí mismo REY. Pero mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis soldados habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos, pero mi reino no es de aquí.
          Pilato no entiende nada de aquello, porque aquel pobre hombre –Jesús- declara que es rey, y quiere Pilato cerciorarse, y le pregunta directamente: Conque ¿Tú eres rey? Y Jesús responde afirmativamente: Soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.
          Pilato no quiso saber más. Estaba confundido. Y sobre todo, aquello de LA VERDAD no le encajaba. Pilato era un político y la política es el arte de mentir. Lo que se demostraba claramente es que Jesús no encajaba en los baremos humanos, en el concepto de rey humano. Aquel reinado iba por otro camino que Pilato ni olía. Por eso se quitó de en medio con un displicente: ¿Y qué es verdad?, y dejó cortada la conversación, cuando Jesús pudo enseñarle tantas cosas que distinguen la verdad de la mentira, la honradez de la falsía.
          Para nosotros es una llamada a ser verdaderos, a vivir con sinceridad nuestra vida cristiana, a no engañarnos con medias palabras, a ir por derecho, a tomarnos en serio nuestra conciencia para no andar flirteando con situaciones pecaminosas. Así estaremos en el reino de Jesús, el reinado de Dios.

          La EUCARISTÍA nos pone ante la gran verdad. Ante Jesucristo no podemos engañarnos. Algo tiene que perfeccionarse nuestra vida para irnos haciendo más dignos de la Eucaristía. Que ante la blancura de la Hostia Sagrada –Hostia pura, santa, inmaculada- vivamos la profunda sinceridad de poder mirarla fijamente y participar de ella con el corazón purificado.


          A Jesucristo, Rey del Universo, suplicamos desde el fondo de nuestro corazón
-          Que hagamos de nuestra fe en Cristo la razón de nuestro vivir como miembros del Reino de Dios, Roguemos al Señor
-          Que seamos muy sinceros con nosotros mismos y con nuestra conciencia. Roguemos al Señor.
-          Que en nuestra participación en las elecciones próximas nos dirijamos por el mejor bien posible. Roguemos al Señor
-          Que la Eucaristía nos haga vivir de frente a la verdad, sin dejarnos engañar por los afectos y los intereses creados. Roguemos al Señor.

          Reina, Jesucristo, en nuestros corazones; reina en España, acompaña a la Iglesia en este momento difícil que está viviendo.
          Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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