Hoy es PRIMER VIERNES
Liturgia:
Hace pensar que la
Iglesia haya colocado la conmemoración de TODOS LOS FIELES DIFUNTOS junto a la
fiesta de TODOS LOS SANTOS. Parece querernos decir que estamos celebrando el 2
de noviembre la continuación, que cae por su peso, del día 1.
El
1, veneramos a todos los Santos del Cielo; por decirlo así: a quienes su vida
ejemplar o heroica, conocida o desconocida, pueden ser puestos ante nuestros
ojos como modelos de vida.
Evidentemente podremos encontrar
ahí a muchos conocidos, contemporáneos nuestros, familiares, a quienes tenemos,
con casi absoluta seguridad, en la presencia de Dios. Y son santos
porque su vida y su muerte nos dan pie a sentir que están en brazos de Dios, y
ellos gozando eternamente de ese abrazo, y alabando por siempre al Dios que
siempre adoraron y sirvieron.
El
día 2 hablamos de los FIELES DIFUNTOS.
Si “fieles”, también estamos hablando de personas santas. Y por tanto este día es una explicitación del
día 1, un dar en el mismo clavo, desde una perspectiva poco diferenciada.
Quizás
fundada la Iglesia en ese pensamiento del tránsito entre la muerte y el
Cielo..., ese aspecto que ha durado tanto en la teología sobre un “estado
intermedio”, que se ha llamado “purgatorio”.
Y que, en realidad, era difícil de probar con textos del Nuevo
Testamento, y había que recurrir al Libro de los Macabeos (del A.T.) para darle
algún fundamento.
El
hecho, para quienes hablamos ya en lenguaje de Evangelio, en idea de Jesús,
nunca habló de ese “estado intermedio”.
Habló con claridad de “Cielo” (con Dios) y de Infierno (abismo “sin
Dios”, que no deja paso a una futura rectificación). Y que la realidad es que purgamos ya en
esta vida, con nuestras enfermedades, con las injusticias, con el
dolor, con el abuso de los prepotentes, con las violencias que llegan de una
parte y otra..., y que muchas veces provienen de la vida diaria, de la
misma familia o entorno en que nos desenvolvemos.
Entonces
la conmemoración de los Fieles Difuntos puede tener, en su origen, una
connotación de “paso”, de “sufragio”, pero hoy día es una celebración festiva
en la que recordamos a nuestros seres queridos y a todos los fieles difuntos
que también podemos celebrar como santos, continuando la fiesta del día
1.
Y
digo FIESTA. Y hablo así con lenguaje cristiano, con sentimiento feliz
de Iglesia que recibe a sus hijos y los deposita en las manos de Dios Padre,
con el gozo de que han seguido a Jesucristo, que resucitó primero, y fue así las
primicias, el comienzo de una lista interminable de almas que lo siguen
y festejan ya en el Reino eterno.
Creo
que esta consideración nos lleva a dos reflexiones:
1.-
La de los fieles cristianos que viven con miedo el pensamiento de la muerte,
porque -se oye decir-: No sabemos adónde vamos a acabar.
La
respuesta es muy clara en boca del propio Jesús: Yo soy la
Resurrección y la vida; quien cree en mí no morirá eternamente, sino que Yo lo
resucitaré en el último día.
Por tanto: sabemos muy bien que
desembocaremos en brazos de Dios. Por decirlo
así: que en este viaje de la vida, quienes buscamos y procuramos subirnos al
tren de Dios, no tenemos paradas intermedias...
Salimos de esta estación del día a día de fieles creyentes, y ya no hay
parada hasta la “estación “Término”, que son los brazos de Dios.
Con un símil de una expresión
litúrgica: recibimos en la Comunión la prenda de la gloria futura. Esa semilla de la Eucaristía crece ya en
nosotros y se alarga hasta el mismo Cielo, donde acaba dando su fruto.
Sólo un loco se tira en marcha del
tren. De ahí aquella célebre frase de
quien dijo que en el final de la vida basta que haya Cielo y Manicomios. Porque si alguien se condena, es porque está
loco.
Hemos
de experimentar (no sólo saber “con la cabeza”), que nuestro destino es el
abrazo de Dios, y que no fue en balde que Cristo muriera y derramara su Sangre por
todos para el perdón de los pecados. Y experimentarlo es tener seguridad
plena. Es ESPERANZA teologal. Es creer en el Dios de la Vida y no en el
falso dios del castigo, la muerte, o el policía que nos vigila para ponernos la
multa.
2.-
El otro aspecto que es interesante poner ante nuestra mente es la tendencia
evidente de nuestro mundo y sociedad actual de “ocultar la muerte”.
Una
causa en el fondo de todo esto es la
rebeldía del hombre y la mujer de hoy. Y de ahí surge el escándalo ante la
muerte. Y el intento de “alejarla”, de
ignorarla...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!