sábado, 24 de marzo de 2018

24 marzo: Hacia el desenlace


Liturgia:
                      La 1ª lectura es toda ella una profecía de bendición por parte de Dios (Ez.17,21-28), en la que ya se está preparando el terreno para el reinado de David que será pastor único de una nación única, donde Dios cerrará definitivamente su alianza de paz, alianza eterna, y santuario donde se establecerá el Señor. Se está anunciando ya el momento de la nueva realidad que se verificará en Cristo.
          He aquí la lectura: ESTO dice el Señor Dios: «Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los hará una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos
No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitan y en los cuales pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.
Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».

El evangelio ya empieza la secuencia que conduce al hecho de la pasión. Recoge las primeras consecuencias de la resurrección de Lázaro. Muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Era lo propio, después de ver el hecho excepcional que había realizado Jesús con un muerto de 4 días (y tiene importancia eso de los 4 días porque significa que estaba muerto, bien muerto y oficialmente muerto).
 Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Es la cizaña. Es el tomar el rábano por las hojas. En vez de aceptar el hecho sobrenatural y reconocer en Jesús el poder de Dios, optan por crear el problema, yéndose allí donde estaba el foco de oposición abierta a Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». Es llegar a la solución al revés. Si “este hombre hace muchos milagros” es que el poder de Dios está en él, y por tanto se deberían preguntar en su línea de espera del Mesías salvador. Pero se van por la parte negativa y lo que temen ahora es que el poder romano al ver a un hombre con tales poderes –en realidad, los del Mesías-, pueda provocar una reacción política contra el pueblo
De ahí la conclusión –completamente política y humana de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, que les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera». Insisto en que la reacción era política y humana, aunque el evangelista la lea ya en clave religiosa: Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. La verdad es que Juan va a su catequesis y que su evangelio es profundamente teológico. Por eso su interpretación va en esa línea, que luego engarzará con la Pasión del Señor.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Jesús ya se resguarda porque ve que las cosas han llegado ya a su extremo y que tiene que quedar claro que el día que lo prendan los enemigos no es el día que a ellos se les ocurra, sino el día que Jesús se entregue. Porque la pasión de Jesús no es una consecuencia simplemente humana sino el efecto de que ya ha llegado su hora, que es la del poder de las tinieblas, que él permite.

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