martes, 13 de marzo de 2018

13 marzo: Las aguas del bautismo


Liturgia:
                      Una nueva vertiente de la Cuaresma: la preparación para los catecúmenos que van a recibir el Bautismo. Por eso las dos lecturas están centradas en el tema del agua con mil imágenes maravillosas que expresan la riqueza del Bautismo.
          Ez.47.1-9.12 describe el agua que sale del santuario, que va aumentando su caudal conforme se avanza en su curso. Del agua hasta los tobillos y hasta la cintura, se pasa a un torrente que ya no se puede vadear. Y cuando se hace el recorrido hacia su origen, lo que se observa es que las dos orillas han fecundado ampliamente y sus frutos se repiten cada luna.
          Es la profecía abierta a un futuro, en el que las aguas del Bautismo, procedentes del Santuario del Costado de Cristo, son un verdadero torrente de gracias que humanamente no se puede vadear porque ningún ser humano puede poner coto a la riqueza del Corazón de Cristo, Dará fruto a cada paso, dejará verdes y jugosas las plantas a derecha e izquierda, y purifican el mar de las aguas podridas donde ahora podrán crecer frutales, y no se marchitarán sus hojas.
          Hacer el traslado de esa lectura de Ezequiel a la realidad cristiana es poder barruntar las riquezas de ese Bautismo que van a recibir los neófitos en la Vigilia Pascual, y la vivencia que nosotros, los ya bautizados debemos tener en la renovación de las promesas del bautismo, que no son un mero ritual sino deben despertarnos el gran valor de que somos UNOS BAUTIZADOS, unas personas que deben hacerse notar purificando aguas, creando vida, dando muchas cosechas… Releer ahora el texto de Ezequiel puede tener una fuerza mayor y levantar en cada uno la vida sobrenatural que el Bautismo ha llevado consigo.

          Jn.5,1-3.5-16 aporta otro caso de sanación a través del agua (aunque en realidad es directamente desde Jesucristo). En aquella piscina de 5 pórticos se apiñaban enfermos, que curaban si entraban los primeros en aquellas aguas medicinales.
          Hay un paralítico que lleva muchos años intentando llegar a tiempo, pero la realidad es que –por su parálisis- siempre se demoraba, y cuando él podía entrar en el agua, ya había habido otro que se le había adelantado. Acertó a pasar por allí Jesús, y no sería la primera vez. Ni la primera vez que encontró a aquel hombre en las mismas circunstancias. Esta vez Jesús entra en acción y pregunta al paralítico si quiere curar. No dijo un “sí” pero expresó su queja de no tener a alguien que le eche al agua en el momento oportuno.
          Quizás se hizo la ilusión de que aquel hombre que le preguntaba y se interesaba por él podía ser el alma enviada del cielo para lanzarlo al agua y así poder quedar curado.
          La solución era más fácil y sin la lotería de entrar en el agua antes que otro. Jesús se queda parado ante él y le dice: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. ¿Imaginamos la cara de aquel hombre, 38 años sin poner el pie en el suelo, y que ahora de pronto recibe la orden de levantarse, tomar la camilla e irse a su casa? Aquel hombre pudo pensar que su interlocutor bromeaba, una broma poco respetuosa para su estado…
          Pero Jesús le ayudó a sostenerse en pie, a consolidar sus piernas, a tomar confianza en sí mismo. Y cuando se ha convencido, sale por aquellos pasillos lanzando sus admiraciones, con la camilla a cuestas.
          La “piscina” ha sido la oportunidad para presentar el tema del agua, concordando con la 1ªlectura. Y que sea en sábado y origine el altercado con los fariseos es algo que aquí no tiene trascendencia. Lo importante es que ha llegado Jesús a solucionar la enfermedad (=pecado) del individuo, y que Jesús acaba siendo el protagonista de la curación.
          Estamos ante un efecto que se va a producir en los catecúmenos, cuya vida espiritual va a quedar renovada desde la base por el Bautismo, que perdona todos los pecados.

1 comentario:

  1. Por el Bautismo, hemos entrado en el camino de la Gracia.La incapacida para ser útiles a los demás es la peor de todas las parálisis. El paralítico nos muestra como si somos fieles a nuestro Bautismo, y nuestra FE nos permite tener unas actitudes solidarias y somos capaces de valorar todo lo bueno que hacen los demás, seremos capaces de abandonar nuestra parálisis, caminando por el camino de la Gracia, con Jesús; Él es nuestra fuerza.

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