viernes, 2 de marzo de 2018

2 marzo: Dos historias paralelas


PRIMER VIERNES
En Málaga:
5’30: acto;        6’30.- Rosario,    7.- Exposición, HORA SANTA      7’30.-MISA
Liturgia:
                      La historia de José, envidiado por sus hermanos, y perseguido casi a punto de muerte, es un anticipo de la historia de Jesús. Gn.37,3-4.12-13.17-28 es una síntesis de toda la historia que puede leerse en la Biblia. Él no es culpable de nada ni le ha hecho daño a sus hermanos, pero éstos se han sentido ofendidos por la predilección que el padre ha mostrado por ese hijo de su vejez. Reacción de los hermanos es conspirar contra él con intención de matarlo, y menos mal que uno de ellos, Rubén –en su deseo de salvarlo-, propone que se le meta en un poco seco pero que no lo maten.
          La casualidad (que es providencia) del paso de unos mercaderes que lo compran y lo llevan a Egipto, con lo cual salva de momento la vida, y luego dará la historia que él se convierte en el salvador de sus propios hermanos y padre.
          El relato nos lleva a un paralelo con la historia de Jesús, que luego propone él mismo en forma de parábola a sus mismos perseguidores (Mt.21,33-43.45-46). Jesús es el Hijo amado en quien Dios se complace, no así en los “hermanos” que están llevando la vida al margen de la voluntad del padre. Los hermanos le toman inquina a Jesús, le persiguen constantemente, y deciden matarlo. Lo venden por unas monedas y lo entregan a la muerte, que ellos piensan que es el final de la historia. Pero todo aquello es “leído” por Dios en otra clave –clave de salvación- y donde pretendieron acabar con la vida del Justo, en realidad lo que le llevaron fue al triunfo definitivo cuando Jesús resucitó, y la piedra que desecharon los constructores vino a ser la piedra angular.
          Es lo que queda patente en ese evangelio citado, que Jesús fue llevando de tal manera que los “hermanos” no se enteraron de que estaba narrando la historia de ellos mismos, los malos arrendatarios que pretendieron quedarse con la propiedad de la viña, y para ello fueron maltratando y aun matando a los criados (=profetas) que les envió “el Dueño”, y aún al propio hijo amado del Dueño, al que viéndolo llegar y que era el heredero, optan por quitarle la vida y hacerse ellos los dueños de la situación.
          Jesús, con una paciencia ejemplar, les llega a preguntar qué tendría que hacer con aquellos malos labradores el dueño de la viña. Y ellos, que no se han percatado de la exposición tan directa que ha hecho Jesús, determinan su sentencia, pensando que el dueño hará morir de mala muerte a esos malvados, y arrendará la viña a otros labradores que le paguen los frutos a su tiempo.
          Habían caído en su propia sentencia, porque habían juzgado rectamente en tercera persona. Cuando Jesús les hizo ver que aquella historia era la historia de ellos y de él –de ellos respecto de él-, hubieran querido echarle mano, pero les detuvo la prudencia humana porque la gente estaba presente y lo tenía por profeta.
          Claro que se la guardaron. Y repitieron la historia de José: envidias, recelos, intentos de quitarle la vida, venderlo… ¡y acabar en este caso con llevarlo hasta la muerte! Pensaron que así se liberaban de él, si le hacían desaparecer del mapa. Pero como en el caso de José, lo que estaban era creando una nueva historia en la que el mal que ellos habían pretendido se convertía en la Redención. En la resurrección, finalmente. José fue la salvación de sus propios hermanos y Jesús fue el salvador de un mundo entero. De modo que por el camino de la maldad de los hombres, Dios trenzó caminos de salud y de salvación.


          A la hora de salir esta entrega del blog no tenemos todavía el VIDEO DEL PAPA. La verdad es que ha apuntado muy alto en la petición de este mes, queriendo que haya una actitud seria de DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL tanto en lo personal como en lo comunitario. Se trata de que en esta JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA nos unamos a ese deseo intenso de descubrimiento en verdad del corazón de los planes de Dios sobre cada persona y sobre los colectivos que deseen vivir en sinceridad, sin dejarnos llevar de apetencias ni temores. Caminar en verdad, que no es tan fácil como parece.

3 comentarios:

  1. La viña del Señor es hoy la Iglesia. Fue plantada inicialmente por Jesús, el Hijo de Dios. Aquel que dijo a Pedro: "Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Cf. Mat. 16,18).

    Jesús es el propietario de la viña, es el "propietario" de la Iglesia.

    La Iglesia no pertenece a sus miembros. No pertenece al Párroco de la Parroquia. No pertenece al Obispo de la Diócesis, ni siquiera pertenece al Papa.

    La Iglesia, por supuesto, no pertenece a los seglares, ni se gana en propiedad por tener un cargo o un puesto, ni siquiera por tener una tarea dentro de ella, aunque sea muy importante.

    No es tuya porque leas una lectura en una Misa, ni porque sirvas en el altar. No te pertenece porque lleves la colecta, o porque trabajes en ella.

    El propietario es el Señor. El es el dueño de la Viña.

    La Parroquia, que es parte de la Iglesia, no pertenece a la Comunidad, pertenece al Señor.

    Todos somos unos trabajadores que hemos sido contratados por el dueño de la Viña, nada más.

    Tenemos que plantearnos como estamos trabajando en esa Viña. Que frutos estamos dando de verdad, porque eso es todo lo que el dueño espera de nosotros, los frutos.

    Y ya vemos en la parábola que habla Jesús que hay muchos dentro que no dan precisamente frutos buenos, sino más bien todo lo contrario.

    Y es ahí donde el Sacerdote, el primero, debe analizar que está haciendo con la Viña para la que ha sido contratado. ¿Cómo trata al resto de los trabajadores? ¿Cómo es su servicio? ¿Cómo es...?

    ¿Y los seglares? ¿Para que acuden al Templo? ¿Para ser vistos por los demás? ¿O para buscar al Señor?

    ¿Para que salen a leer una lectura? ¿Para que los demás los vean y los admiren?

    ¿Y los servidores del altar? ¡Que privilegio estar allí arriba junto al sacerdote! ¿Cómo es su actitud?

    ¿Y los monaguillos? ¿Se les enseña desde pequeños que no salen allí para que otros los vean y quedar bien?

    ¿Cómo nos comportamos cuando nos dan una responsabilidad? ¿Nos la creemos en propiedad? ¿Creemos que tenemos derecho porque somos mejores que los demás? ¿O miramos continuamente al Señor, y a servir a los hermanos (que es lo mismo que servir a Dios)

    ¿Y que hacemos con el puesto que nos dieron? ¿Nos perpetuamos en el o somos generosos y compartimos y damos paso a otros?

    ¿Nos creemos los salvadores de la Parroquia porque estamos allí en primera línea haciendo tareas y ayudando o nos damos cuenta que lo estamos haciendo a Dios, y que es lo que tenemos que hacer?

    ¿Pensamos que sin nosotros todo iría peor porque somos imprescindibles y criticamos la falta de compromiso de los demás o tratamos de dar ejemplo con humildad y generosidad?

    ¿Para que vamos a Misa?

    Pues el dueño de la Viña, luego viene a reclamar los frutos a cada uno. Y no mirará cuanto hemos hecho, sino CÓMO LO HEMOS HECHO, porque toda la verdad de nuestras obras saldrá un día a la luz.

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    1. la viña del Señor es "la Iglesia, es el mundo entero" y precisa que "Dios nos llama a todos y cada uno a su viña, nos ofrece trabajo, nos da una misión. En la viña del Señor no hay paro, en la Iglesia y en nuestro mundo contemporáneo siempre hay tarea. Lo que hace falta son ganas de trabajar". (Obispo de Córdoba, año 2014)

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  2. La Viña del Señor es todo nuestro mundo; nosotros somos los viñadores y nos creemos los amos y la destruimos sin ningún reparo. Los desastres naturales. Al Hijo lo matamos día a día, Muere el Hijo en Irak, en Afganistán...El mensaje vale para todos; como cristianos estamos llamados a ser constructores de un mundo más justo y más humano.
    No es que nos falten santos Ministros de Jesucristo que como unos portavoces enamorados, nos explican un Evangelio que es Buena Noticia porque ilumina nuestra tiniebla y es Vida porque destruye la muerte.. Nos hablan del Bautismo y de nuestro sacerdocio por la participación con el sacerdocio de Jesús. Por eso, cuando vamos a Misa, participamos de la misma ofreciéndonos como víctimas al Eterno Padre a través del Celebrante que es el mismo Cristo. Por eso, los frutos que obtenemos en cada Misa, tienen un valor infinito; y no dependen de la santidad del Ministro ni de la atención que hayamos prestado, sino que el Hijo se ofrece al Padre otra vez, como en el Gólgota.. Señor, que Tú tengas el primer lugar en mi vida.

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