viernes, 8 de diciembre de 2017

8 diciembre: MARÍA INMACULADA

Liturgia: Inmaculada Concepción de María
                      Un aguerrido maestro de espiritualidad comienza diciendo que su homilía sobre la Inmaculada tiene siempre el mismo inicio: hacer la distinción entre inmaculada concepción de María en su propia gestación en el vientre de Santa Ana, y la concepción virginal –sin obra de varón- para la gestación de Jesús en su vientre. Y aunque debe ser tema más que conocido por la mayoría, me atrevo a comenzarlo de la misma manera. Fue también la pregunta fija en los exámenes de Religión que yo les ponía a mis alumnos –avisados de antemano de que les iba a caer- en el tiempo que fui profesor.
          Pues bien: estamos ante la fiesta luminosa de la INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA, quien no tuvo jamás una mancha en su alma, ni “heredada” ni cometida, porque su mirada a Dios fue siempre blanca como la nieve y por eso no le falló a Dios en el más mínimo detalle de su vida.
          La liturgia la enmarca en unas lecturas muy significativas, iluminadas por la síntesis teológica de la ORACIÓN DE LA MISA que, precisamente, el “aguerrido maestro” no deja en buen lugar, pero que para nosotros debe ser una explicación muy aceptable para conocer el fondo del misterio que encierra el dogma que estamos tratando.
          Dice la ORACIÓN que “por la concepción inmaculada de la virgen María, Dios preparó una digna morada a su Hijo”. Iba a ser engendrado en la tierra nuestra el Hijo de Dios, y Dios podía preparar un seno virginal, nunca contaminado por el pecado, para recibir al que es la pureza misma, y que es Hijo del propio Dios. Y como pudo hacerlo, lo hizo, como concluyó Duns Scoto.
          Surgía el problema para los teólogos de que entonces María no hubiera necesitado redención, quedando privada de esa maravilla del amor de Dios. Y responden que, como en todo pecado o mácula, siempre es necesaria la redención. Por lo que concluyen que a María se le aplicó de antemano –por especial don de Dios- el efecto redentor de la sangre de Jesucristo, que habría de derramar por vosotros y por todos (=muchos) para el perdón de los pecados. De manera que María goza de un amor privilegiado y preventivo de Dios, y no concibió esa mácula y los efectos de esa mácula que arrastramos todos porque nuestra naturaleza viene inclinada al mal.
          Así viene de la mano la aplicación de la liturgia: Gen 3,9-15.20 es la narración parabólica del pecado inicial, que consiste en una actitud de desobediencia y desconfianza hacia Dios, por la que se hace lo contrario de los que Dios enseña. Es evidente que eso no es sólo una culpa de alguien individual, sino que está manifestando la tremenda tendencia del ser humano a hacer lo prohibido, a rebelarse contra el orden establecido, a querer el individuo hacer su propia voluntad, por encima de todo y de todos, y por tanto por encima del mismo Dios.
          Por el contrario (Lc.1,26-38) nos narra la actitud de María, la joven de Nazaret, quien por encima de su misma vida y de su propio estado de muchacha prometida en matrimonio, acoge totalmente el mensaje que le llega de parte de Dios, y rinde a él toda su voluntad, queriendo –sobre toda otra cosa- que se haga en mí tu Palabra. Es el paradigma de toda perfección, porque cede el propio YO y la propia idea y aun su mismo estado, ante algo que es soberano y substancial: la voluntad de Dios.
          Es, por tanto, todo lo más opuesto al panorama de la primera lectura donde prevalece la voluntad humana sobre el mandato de Dios.
          La 2ª lectura –Ef.1,3-6.11-12- es un himno sublime de alabanza y bendición a Dios porque nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Aplicado a María, entra en plenitud. Ella ha sido elegida en la Persona de Cristo para que fuese santa e irreprochable ante él por el amor. Insisto: algo que Pablo dirige a todos los fieles de Éfeso, tiene su plenitud sin fisuras en María.
          Y podemos seguir rezando –sí; digo “rezando”- esa 2ª lectura, con la doble vertiente de que todo lo que Pablo dice a sus fieles, eminentemente es aplicable a María, quien queda ensalzada de modo maravilloso en ese himno que debemos buscar en el Nuevo Testamento.

          La EUCARISTÍA de hoy nos debe centrar en la redención que Cristo nos trajo con su entrega a la muerte, y que a María le llegó con anterioridad desde el primer instante de su ser.



          Alabamos y nos gozamos con la Virgen Inmaculada, y por su medio pedimos a Dios las gracias que necesitamos.

-         Para que María, Madre de la Iglesia, la proteja de todo error, Roguemos al Señor.

-         Para que María Inmaculada extienda su manto sobre cada hijo suyo y los preserve de caer en la tentación, Roguemos al Señor.

-         Que María, limpia de todo pecado, nos muestre el camino de amar a Dios sobre todas las cosas, Roguemos al Señor.

-         Que nos alcance un espíritu de obediencia a los mandatos de Dios. Roguemos al Señor.


Alcánzanos, Virgen María, la limpieza de alma y de cuerpo para que también procedamos sin pecado en nuestra vida diaria.

          Lo pedimos por medio de su Hijo Jesucristo, que vive y reina con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

1 comentario:

  1. Después del poder de Dios y de la autoridad de Dios que es el Alfa y el Omega; el Primero y el Último, y el Único; que ES, que Fué y que Ha de venir,Jesucristo se basta a SÍ mismo, como todos ya sabemos; pero Él, a través del Corazón Virginal de María, comenzó su Plan Redentor y, a través del Corazón Santo de María llevará a término su Plan de Salvación de todos los Hombres.Dios la preservó de toda mancha para retar al reino de Satanás. Su soberanía le será arrebatada por la poderosa Mano de María. A Ella nos encomendamos para que nos proteja en nuestro Camino hacia Dios.

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