domingo, 3 de diciembre de 2017

03 diciembre: Al encuentro del Señor

Liturgia: Comienza el ADVIENTO
                      El pueblo deportado había recibido esperanzas del mensaje de los profetas. Llega, por fin su liberación y el tiempo pasa y la realidad no se corresponde con las expectativas que habían concebido. (Is.63,16-17 y 64,1.3-8). Y el pueblo se hunde en su pesimismo y desesperanza. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado, todos nos marchitábamos como forraje.
En medio de todo eso, la única esperanza es que Dios haga acto de presencia… Vive el pueblo esa ansia de un advenimiento del Señor como única solución. El pueblo no puede confiar en sí. Pero mira a Dios y espera.
Y ora, diciendo: ¿Por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón? ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!
          El pueblo sigue esperando la acción de Dios y que actúe porque sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos…; aparta nuestras culpas y seremos salvos.
          Puede observarse el grito del adviento, mezclado de dolor, de esperanza, de contrición y de novedad en la vida de la persona. Es la labor de Isaías, para levantar los ánimos.

          Se completa con la 2ª lectura (1Cor 1,3-9) que es como la respuesta a la pregunta del pueblo. Pablo ha recogido motivos de esperanza, como una respuesta a las expectativas del Pueblo: Dios os ha dado la gracia en Cristo; por él habéis sido enriquecidos en todo; de hecho no carecéis de ningún don; él os mantendrá firmes hasta el final. Dios os llamó a participar de la vida de su Hijo.
          La espera de aquel largo adviento no se encierra en un tiempo. Queda abierta también a épocas posteriores, en las que ahora la venida del Hijo del hombre debe tomar cuerpo en la actitud de los cristianos que se pongan seriamente a prepararse para la venida del Señor.

          Que es lo que –en sentido pleno- se dibuja en el evangelio (Mc.13,33-37) que ya se proyecta en la última venida de Jesucristo, para la que tenemos que estar dispuestos y preparados en el momento mismo en que hayamos de encontrarnos personalmente con él. Es el paso definitivo para nosotros, puesto que ya nosotros no tenemos que esperar la venida del Mesías, y el adviento litúrgico nos aboca a ese instante en que hayamos de realizar el encuentro real con el Señor. Es uno de los sentidos reales del adviento, al que tenemos más o menos idealizado con la preparación a celebrar la Navidad. Ese es un sentido, pero no es el único. El otro es al que verdaderamente nos tenemos que disponer con una actitud seria y realista.
          San Ignacio nos quiere poner de cara al Señor, a la hora de tomar actitudes en la vida, enfrentándonos a la realidad de la muerte o del juicio definitivo: ¿qué querríamos entonces haber hecho?, ¿cómo querríamos entonces haber tomado nuestras decisiones?

          Nos ponemos de frente a la EUCARISTÍA y a la par que nos gozamos de ese encuentro real con Jesucristo, nos hemos de plantear cómo queremos que sean nuestros pasos en este caminar hacia el mejor perfeccionamiento de nuestra vida actual. Porque el tiempo que se nos concede mientras tanto, debe ser un período de preparación para el momento en que venga el dueño de la casa, si al atardecer o a la medianoche, o al canto del gallo o al amanecer, para que no sea momento inesperado y no nos encuentre dormidos.
          Así concluye el evangelio de hoy en boca de Jesús: Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!


          Pedimos al Señor vivir el sentido pleno del adviento.
-          Para que la Iglesia camine con decisión al encuentro del Señor, Roguemos al Señor.
-          Para que los fieles cristianos sepamos vivir el adviento de hoy, mejorando en la vida diaria, Roguemos al Señor.
-          Para que la realidad presente nos abra camino al encuentro definitivo con Jesucristo, Roguemos al Señor.
-          Para que cada Eucaristía nos suponga un paso nuevo en nuestro crecimiento cristiano, Roguemos al Señor.

Danos, Señor, la gracia de vivir el día a día, de manera que te agrademos y que encontremos el abrazo de tu Corazón paternal.

          Lo pedimos por Jesucristo, N.S.

2 comentarios:

  1. "Por los méritos de la Santa Madre la Iglesia, en que yo mi esperanza tengo (y cuyos miembros vivos sois vosotros), confío en Cristo Nuestro Señor que me ha de oír y conceder esta gracia: que use este inútil instrumento mío, para plantar la Iglesia".

    ResponderEliminar
  2. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajaras..!
    Ante la apatía y la desgana espiritual que se observa en la sociedad el tiempo de Adviento quiere despertsr en nosotros el deseo y la ilusión del encuentro con Dios. Adviento nos recuerda que el tiempo se acaba, que no es eterno; y que, para encontrarnos con Dios, lo más inteligente, lo mejor , es dejar que Él marque su ritmo. Nosotros tenemos que esperar muy atentos y despiertos aquel momento especial, que tiene previsto desde la eternidad en el que llamará a la puerta de nuestra vida. Hagamos que todos los momentos de nuestra vida sean decisivos y buenos, llenos de ilusión e impaciencia porque esperamos al Padre.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!