jueves, 20 de abril de 2017

Abril 20: Soy Yo en persona

Sigue San Lucas
          Los dos huidos a Emaús, y que han tenido el encuentro con el “Peregrino” que les abre la luz de la esperanza –Jesús en persona que pueden ver pero que les desaparece cuando hubieran querido abrazarlo-, deshacen el camino aquel que le separa de Jerusalén y que habían recorrido antes con paso cansino. Ahora regresan a toda prisa, pensando que ellos pueden llevar la buena noticia  a los demás del grupo. Pero cuando llegan tan emocionados al Cenáculo, allí hay ya revuelo de alegría porque el comentario que se ha extendido es que Simón ya ha visto al Señor.
          En esto, aparece el propio Jesús ante la vista de todos. (Lc  24,35-48)). [Convendrá advertir que –refiriendo el mismo hecho que en otro lugar relata San Juan, hay variaciones muy pretendidas y de consecuencias muy teológicas, que ya veremos en su momento]. Ahora mismo están todos reunidos. Deben estar hombres y mujeres discípulos y apóstoles. Ven a Jesús y hay reacciones para todos los gustos, desde los que lo ven y lo reconocen, porque ya lo han visto antes, y los que –proclives a lo imaginario-, creen estar viendo un fantasma, y se llenan de miedo. Jesús quiere apaciguarlos y lo primero que hace es pronunciar su palabra clásica: Paz a vosotros. Como no se serenan, viene la otra, también típica: no temáis, ¿por qué os alarmáis?; ¿por qué dudáis en vuestro interior? Y recurre a la prueba evidente de ser él, él mismo, el de la cruz: Les mostró las manos, los pies y el costado; soy Yo en persona.
          Y con la deferencia más humana, les hace tocar y palpar aquel cuerpo suyo para que puedan TOCAR y comprobar que no es un fantasma.
          Sigue una parte que realmente me ha resultado siempre poco devota y un tanto forzada por el evangelista, en su afán de mostrar la “materialidad” de que aquel era Jesús. Es evidente que un cuerpo glorioso no es un cuerpo normal humano, sino una mera apariencia exterior para poder ser comprobado por los sentidos humanos. De ahí a un cuerpo que come pescado y pan hay ya una diferencia exagerada, y Lucas cae en esa exageración en ese deseo de mostrar la realidad de que es Jesús quien se ha presentado ante ellos. Y que se ha presentado sin llamar a la puerta sino allí de pronto en medio de ellos, sin huesos que choquen contra las puertas o paredes. Sin órganos interiores donde echar ese pan y ese pescado. Pero en su exaltación emocionada San Lucas ha querido poner todo ese énfasis para hacer mucho más llamativa su narración. Lo que sigue es ya el núcleo del mensaje: esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo que estaba escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse.
          Esto sí es ya mensaje fundamental, y viene a coincidir con las explicaciones del “Peregrino” que acompañó camino de Emaús, y es esa base repetida de los relatos de la vida gloriosa: que nada nuevo ha sucedido que no estuviera ya anunciado, porque la vida del Mesías estaba más que prefigurada desde la antigüedad, y el pueblo judío que no la ha aceptado. En realidad se ha cerrado a la misma palabra de Dios que con aparente ahínco trataba de defender incluso para dar muerte a Jesús.
          Es momento de suma importancia el que le sigue: Les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras. ¡Momento cumbre que nosotros también necesitamos en nuestro comprender la Palabra de Dios! Y lo que les abre no son disquisiciones más a menos fervorosas, sino el tema central que tiene que quedar patente a todo creyente: Que el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

          Quiere decir que ese mensaje sigue en pie, aunque ya esos verbos en futuro han quedado realizados en Jesús. Pero para nosotros mantienen su condición futura, por cuanto que nos toca profundizar las Escrituras y asumir que la cruz es un hecho que nos espera a todos para llegar a acoger en personal el perdón de los pecados…, la vida nueva de resucitados que aún no somos plenamente y que todavía necesitamos pasar por esa parte de sacrificio que concreta y actualiza en nosotros el misterio pascual de Jesucristo.

1 comentario:

  1. La palabra espíritu quiere decir "espirar " y "respirar2.El Espíritu Santo es como la Respiración de Dios. El Espíritu Santo siempre inspira vida y nos hace cada vez más humanos. Jesús Resucitado habita en cada uno de nosotros. Jesús come con sus discípulos para que lo conozcan, para que comprendan que su Presencia entre ellos, debe ser humana y acogedora.Necesitamos abrir nuestro entendimiento para comprender a Jesús y amarlo mucho y ser colaboradores de vida y alegría.

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