miércoles, 19 de abril de 2017

19 abril: Nueva narración

Hoy toca  SAN LUCAS
          El la Vigilia Pascual y el lunes fue la descripción pascual de San Mateo. El domingo y el martes, la de san Juan. El miércoles nos lo centra San Lucas, aunque evita la repetición de los primeros momentos del sepulcro vacío y se va directamente a la huida que hacen los dos discípulos que se van a Emaús, alicaídos y derrumbados. Llevan a sus espaldas una serie de datos que están en los primeros versículos (24, 1-17) que no se leen hoy. Los datos que ellos tienen son, el primero y esencial, la muerte de Jesús, el Profeta poderoso al que los jefes han mandado al patíbulo hace ya tres días. Ese es un dato indiscutible.
          Del día presente tienen otros datos; las mujeres han ido a embalsamar el cuerpo y no lo han encontrado. Han tenido una extraña aparición de dos jóvenes con vestidos deslumbrantes que les han dicho que por qué buscan entre los muertos al que está vivo. Y les han afirmado que ha resucitado. Las mujeres lo han comunicado a los apóstoles que no las han creído. Con todo, saben que dos de los discípulos han comprobado que el sepulcro está vacío. Pero para ellos todo eso no es más que inventos piadosos, porque hay algo tan claro como que a él no lo han visto. [Quiere decir que San Lucas no juega ni con los datos de Mateo ni de Juan, donde a Jesús sí lo habían visto  e incluso abrazado].

          Y aquí enlaza ya el relato del mediodía (hacia el comienzo de la tarde) de aquellos dos depresivos y angustiados discípulos que no esperan más, y que sólo piensan ya en quitarse de en medio y alejar aquella pesadilla de idas y venidas, dimes y diretes que se están  sucediendo en el Cenáculo. Tienen muchos datos que podrían haberlos unido y agruparse mejor con los compañeros –ellos y ellas-, pero optan por la huída.
          No contaban con que ellos iban a recibir la visita de Jesús resucitado, quien –en forma de un peregrino que sigue el mismo camino- les va comiendo terreno hasta ponerse  la altura de ellos y observar, de primeras, el gesto de fracaso y dolor que llevan ambos. Y como quien pretende ayudar o al menos atemperar la causa de tanto sufrimiento, les pregunta qué les hace ir tan tristes. La respuesta de los dos desalentados y desaboridos compañeros de camino es casi un reproche: Acaso él es el ignorante de las cosas sucedidas en Jerusalén esos días? Y el caminante aquel se hace el despistado (a la vez que el gran psicólogo) y se limita a una simple: ¿Qué? con el que hacerles desembuchar las bilis que llevan dentro, sin que –por otra parte- se puedan sentir indagados.
          Y allí escupen toda su historia, aquella historia tan parcialmente captada por ellos, que la habían dejado a la mitad, cuando se salieron del grupo. Y ahora el peregrino (que ya les ha ganado el afecto y la confianza) es el que les entra de frente con un claro reproche a tanta necedad acumulada: Necios y tardos de mollera para entender a los profetas. Y con un arte maravilloso les va exponiendo todo lo que estaba escrito acerca de   Jesús y tenía que suceder. Y aquel bisturí que les abrió las carnes sajó el pus que llevaban acumulado y se sintieron liberados de aquella pesadilla. Ahora eran otros. Ahora habían empezado a comprender. Ahora sentían las ganas de mantener junto a ellos a aquel individuo. Y cuando éste hizo el ademán de despedirse para seguir su camino, ellos le instaron a quedarse ya esa tarde con ellos. Y le invitaron a comer.
          Allí aprovecha el evangelista los diversos signos usados por el huésped –tomar el pan, dar gracias, partirlo y repartirlo- para sacar la gran lección que a él le interesaba para su comunidad cristiana: eran gestos “eucarísticos” y con ello el descubrimiento que le importaba poner en primer plano: AQUEL PEREGRINO ERA JESÚS. Y lo descubrieron al partir el pan. En aquel momento desaparece. Ha realizado su obra, y el evangelista ha dejado constancia de su testimonio.
          Lucas ha llegado por otro camino a la misma conclusión que los otros evangelistas: Jesucristo realmente ha resucitado y ahora ya son ellos testigos directos de haberlo visto.

          Todo confluirá en el Cenáculo, al que vuelven ahora con pies de gacela, para pretender dar la noticia en primicias. Pero cuando ellos llegan, la buena nueva ha trascendido tanto que ya no son sólo personas particulares quienes han tenido la experiencia de ver a Jesús; ahora lo grande es que es el propio PEDRO, el CEFAS, quien se ha encontrado con el Señor. Es de tal calibre ese encuentro que no habrá más noticia que esa: el hecho, sin ninguna otra explicación.

1 comentario:

  1. La muerte de Jesús, el Profeta poderoso al que los judíos han matado...Aquellos dos amigos sienten que tienen que abandonar Jerusalén. No sabemos muy bien donde estaba la ciudad de EMAÚS. Los discípulos necesitaban oxigenarse..."Habíamos creído..." lo que nos pasa a nosotros cuando estamos ilusionados con algo que luego no ocurre como habíamos querido.¿Qué hacer en tal caso? Podemos seguir deprimidos o buscar la solución yendo a encontrar a Jesús en la Eucaristía...Ante el Señor todas las cosas toman us cariz diferente.

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