jueves, 31 de julio de 2014

Del día 29



SE ME QUEDÓ SIN PODER PONER
Debajo está la de hoy, día de San Ignacio

SANTA MARTA
                Con mis dificultades de tiempo y elementos, y la incertidumbre de que pueda salir debidamente, me intento comunicar con los blogistas habituales y comentar algo de Santa Marta, cuya memoria celebra hoy la Iglesia.
                Hay dos relatos sobre Marta y María, dos hermanas muy amigas de Jesús. Son relatos completamente independientes entre sí, uno en San Lucas y otro en San Juan, En éste aparece un hermano de ambas, Lázaro, que está ignorado en el otro texto de Lucas.
                Marta es una mujer –por decirlo así- “cerebral”, más cuadriculada que si hermana, y más dada a la acción. Se siente en mucha confianza espontánea con Jesús, y por supuesto, vive mucho esa amistad.
                Cuando un día se presenta Jesús, con sus doce, en la casa de las hermanas, Marta se multiplica para disponer la sala, preparar comida, dar un hospedaje en que se sientan a gusto los huéspedes, y no le falte nada a Jesús. Se afana, se cansa, trabaja con todas sus fuerzas. Pero le llega a molestar que –mientras tanto- su hermana María –mucho más afectiva y ansiosa de escuchar a Jesús, se ha puesto a sus pies (propio de discípulos) y sed ha despreocupado de lo demás. Y Marta ya se detiene y se va a Jesús y le llama la atención a Jesús con la confianza de su amistad:
                ¿No se te da nada de verme aquí trabajando sin parar mientras que María está ahí oyéndote?
                Y con una tendencia innata en el corazón humano, trata de implicar a Jesús a su favor. [Esto es muy propio en “gentes de Iglesia” que pretenden que se les dé a la razón, implicando a su favor al que represente “lo sagrado”]. Jesús le corrige, como puede verse en ese doble “Marta, Marta”…, porque desde la confianza y la verdad, Jesús quiere hacerle ver que ella se está cansando por querer llevar muchas cosas adelante, cuando con una o dos estaría todo suficientemente bien…; ella estaría menos agobiada, Él se sentiría muy a gusto con tenerla allí “haciéndole la visita”, y por eso no va a decirle a María que deje su sitio, porque María ha escogido algo mejor que afanarse y agobiarse. En cierto modo le dice a Marta que lo que sí le da algo es de verla a ella con tantas cosas entre manos para agasajarlo a Él, mientras que –en la realidad- bastaban muchas menos cosas.
                Reaparece en San Juan, Lázaro, su hermano, está enfermo grave, Y Marta y María, con inmensa delicadeza y profunda intimidad, envían un recado a Jesús: Tu amigo está enfermo. Sabían ellas que bastaba. Porque estaban convencidísimas que si Jesús estuviera allí, Lázaro no estaría en esa situación.
                Sin embargo Jesús no respondió como ellas pensaban. Y Lázaro murió. Y cuando Jesús llegó, por fin a Betania, ya hacía 4 días que Lázaro estaba enterrado.
                Marta recibió el recado particular de que había llegado el Maestro, y salió con su toca de luto a recibirlo, con esas palabras que tenían grabadas en el alma las dos hermanas: Si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Siendo Marta como era, Jesús puede hablar con ella, y ella con Él a tumba abierta, hasta el punto que ella le está pidiendo el milagro: Aún ahora –lo sé- lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.
                Y Jesús le responde: Tu hermano resucitará. Es una respuesta genérica, a simple vista.  Y Marta es capaz de asumirla tal cual, remitiéndose a la resurrección al final de los tiempos, que ella sabe que se dará.
                 Jesús se sube a principios fundamentales; con Marta podía hacerlo: Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?
                Sí lo cree Marta pero no era lo que ella hubiera pedido ahora. Marta se resigna, y responde en un acto de aceptación dolorida y amistosa: Yo sé que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo que tenía que venir al mundo.. Marta sabe que ella no puede avanzar más. Con aceptación pacífica y dolorosa opta por buscar a su hermana. Ella ya ha dicho lo que –en su estilo- sabía y podía decir. O ella no se explica, o el Maestro no la entiende, o no la puede entender porque las cosas han de ser como han sido, y no cabe más.
                De suyo, cuando Jesús decidió ir al sepulcro y pidió que rodaran la piedra, Marta –cerebral- no supo ver otro horizonte sino que ya hiede, porque hace 4 días que murió. Es la lucha de su fe, que había empezado sugiriendo el milagro, y la racionalidad de una muerta certificada como muerte real: “de 4 días”.

                Es un retrato de esa fe de la cabeza que no ha invadido el todo profundo de la persona hasta el punto de abarcarla en todas sus dimensiones. Es Fe-amistad, que lo espera todo, pero que el choque con la realidad paraliza y, creyendo, sin embargo se deja el paso atrás. Y sigue creyendo en Jesús a pié juntillas. Y sin embargo la realidad es un lastre que se opone al abandono absoluto. Es para pensárselo en esas muchas veces en las que a NUESTRA FE SINCERA le añadimos un “pero es que…”, que de alguna manera nos está diciendo que algo queda aún por saltar en esa profundidad íntima PARA FIARSE COMPLETAMENTE.

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