martes, 8 de julio de 2014

8 julio: La mies..., los obreros

Remar en la misma dirección
             En la visión negativa, Oseas (8, 4-7; 11-13] nos presenta el dolor de Dios ante Israel –esposa infiel- a la que ayer pretendió cortejarla en el desierto, y a la que hoy describe como quien pretendió hacer las cosas a su manera sin contar conmigo…, e incluso actuando contra mí. Y cuando yo les dictaba mi doctrina, ellos se volvían contra mí, porque les resultaba “extraña”. ¡Claro! Si no está conmigo, están contra mí. Destruyen en vez de construir, porque han tomado la dirección contraria.
             Queda patente en el Evangelio (Mt 9, 32-38) cuando Jesús se topa con un mudo que está así porque un demonio le tiene trabada la lengua. Jesús se va directamente contra el demonio y lo lanza, y el mudo habla expeditamente. “Nunca se había visto algo igual en Israel”…, es el comentario común de las gentes. Lo lógico para todos sería unirse a Jesús, que trae salvación a los mordidos por el diablo. Pero los fariseos, en el ridículo afán de quitarle fuerza a Jesús y su obra, no tienen otra salida que acusar a Jesús de actuar con poder del demonio.
             Según San Mateo no hay discusión posterior; sencillamente Jesús los deja con la palabra en la boca, prescinde de ellos, y se va por aldeas, ciudades y cortijadas enseñando en sus sinagogas, anunciando el Reino de Dios, y curando todas las enfermedades y dolencias. ¡Obra que es propia de Dios, y no del demonio! Y conforme veía el hambre de Palabra verdadera que tenían aquellas gentes, siente esa profunda compasión de su alma porque estaban abandonadas como ovejas que no tienen pastor. Y no es que no hubiera “pastores”, sino quye aquellos fariseos era malos pastores que estaba dando malos pastos a las ovejas…
             Extendiendo Jesús la mirada por aquellos campos, y fijándose en las abundantes mieses que había, toma pie de la comparación –tomada de la misma vida- y lanza aquella súplica a las muchedumbres que le acompañaban: Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Había una mirada primera…: los amplios trigales de una tierra fértil… La necesidad de muchas manos segando en la misma faena y para el mismo fin… La necesidad de los propietarios de aquellas fincas de contratar muchas manos para recoger la amplia cosecha. Luego, sobre el hecho material, Jesús estaba viendo muchedumbres que también necesitaban de “segadores” que les recogiesen en buenas gavillas para el Reino. Pero su grito no obtenía respuesta adecuada: mientras Él quería recoger para el Reino, los fariseos iban en dirección egoísta contraria. Y en vez de unir bracos en la misma dirección, Jesús echa demonios…, y los fariseos dicen que lom hace con el poder del príncipe de los demonios.
             Lo curioso es que podemos estar leyendo todo esto con el seráfico sentido que nos aísla de la realidad…, que todos firmaríamos esas frases como propia oración y deseo. Pero que podemos al mismo tiempo ser  barcas en el mismo río…, una que remonta las aguas y otra que se va hacia el mar… Porque todos tenemos muy presente y metido en el alma que son muchas las mieses y pocos los obreros…, y nos iremos a pedir vocaciones.
             Pero a mí me preocupa mucho más esas barcas que reman en dirección contraria… Esos “grupos” o “colectivos” que están ante “la misma mies” y se pierden en disputas inmaduras de sí mismos…, en egoísmos ridículos…, en ignorar la labor del otro segador…, porque con extrema miopía sólo se ve el pequeño espacio que tiene delante de uno mismo. Porque somos una Iglesia –y hablemos en plural total sin excluir personas e instituciones, familias y comunidades, laicos y religiosos- capaz de estar mirando a tan corta distancia que se pierde el sentido de la amplia mies, desde las gafas “de cerca” de cada individuo o cada colectivo.
             Y ahí me vuelvo al evangelio, a la mirada y palabra de Jesús; ahí vuelvo al “principio fundamental”, el que ha planteado Jesús, y me da una pena imponente que estemos algunos demonizando a otros… Jesús, que hace hablar al mudo; los fariseos que dicen que fue el poder del demonio. Uno que dice o escribe una cosa y otro que deja de hacerlo, o no permite ser juzgado. Unos que proceden con libertad cristiana, y otros que juzgan. ¿Acaso no sería también todo eso lo que Jesús veía en aquella tarde, ante las mieses necesitadas de obreros, que van al tajo al unísono, en la misma dirección? Unos con hoz, otros con guadaña, y –si es necesario- otros con tijeras. El hecho es ir en la misma dirección para hacer la misma obra en la labor inmensa y noble del Reino de Dios.


             San Ignacio puso en las Constituciones un principio esencial de acción: “Todos sepamos lo mismo y digamos las mismas cosas” conforme al Apóstol, y doctrinas diferentes no se admitan, ni de palabra, ni en sermones o lecciones públicas, ni por libros… Y aun en el juicio de las cosas discutibles, la diversidad –cuanto es posible- se evite, que suele ser madre de la discordia y enemiga de la unión de las voluntades; la cual unión y conformidad de unos con otros debe muy diligentemente procurarse…, para que el con el vínculo de la fraterna caridad,  unidos entre sí, mejor puedan y más eficazmente emplearse en el servicio divino y ayuda de los prójimos”. Ahora, que el Cielo nos juzgue. Y nos dé la conciencia clara de que así debemos ser y proceder. Y empezando por nosotros, trasmitamos la misma idea y espíritu a quienes entran en nuestro ámbito. REMAR EN LA MISMA DIRECCIÓN

1 comentario:

  1. Ana Ciudad9:33 p. m.

    La mies es mucha.......Hoy el campo apostólico es inmenso :países de tradicción cristiana que es ne4cesario evangelizarde nuevo, naciones que han sufrido durante años persecución a causa de su fe,nuevos pueblos sedientos de doctrina;echemos una mirada a nuestro alrededor.
    Paises en que el bienestar y el consumismo se entremezclan con situaciones de pobreza y miseria y sostienen una existencia"como si no hubiera Dios"
    Ahora es tiempo de sembrar y cosechar.Hay lugares donde no se puede sembrar por falta de operarios,y mieses que se pierden porque no hay quien las recoja
    Ese grito salido de la baca de Cristo es siempre actual,que se lamenta de que la mies es mucha y los operarios pocos lo ha dicho para que lo oigas "TU y YO"¿Cómo le respondemos?...¿Rezamos al menos diarimente por esa intención?
    Sólo los cristanos convencidos,tienen la posibilidad de convencer a los demás.Los cristianos convencidos a medias no convencerán a nadie.

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