viernes, 11 de julio de 2014

11 julio: la PALABRA determinante

San Benito, patrón de Europa
             La Liturgia nos sitúa hoy a SAN BENITO como fiesta. Es considerado como la figura ejemplar y determinante de la vida monástica. No sólo por su vida misma sino porque vino a ser un modelo en las Reglas con que dotó a su familia benedictina. Y no sólo queda en ella esa Regla sino que su espíritu viene a hacerse modelo inspirador de otras Reglas monásticas de diversas órdenes religiosas.
Por ser fiesta litúrgica tiene lecturas propias. Se ha escogido Prov 2, 1-9 para expresar la esencia de ese espíritu. Y lo primero que aparece es su dependencia y fidelidad a la PALABRA DE DIOS, de la que acepta sus consejos y a la que presta oído. Lo que el texto bíblico va enumerando condicionalmente, cae de su peso en San Benito: atiende la sabiduría que se encierra en la Palabra. Y por consiguiente vive la prudencia a la que conduce esa Palabra de Dios. Si la gente del pueblo estima el dinero y los tesoros, en mucho mayor grado valora Benito el amor de dios, el conocimiento de Dios. En realidad no habría que explicitar amor y conocimiento: bastaría uno solo, porque nadie puede conocer a Dios y no volcarse en amor; ni nadie puede amar a Dios que no se le vaya el alma a conocerlo más profundamente. Y es que es Dios quien da la Sabiduría, y con ella la prudencia y la inteligencia: el don de “entender” las cosas de Dios. Y de ahí, a la honradez de vida, a la conducta intachable, al camino de la fe, la justicia y el derecho (=la rectitud de vida), ya no hay distancia.
Claro: hablamos de un entrada en la PALABRA DE DIOS que no es la que proviene del conocimiento superficial, ni siquiera de ese primer conocimiento que llega por detenerse ante la Palabra de Dios, y aun por orarla desde los resortes humanos (recogimiento, meditación, silencio interior). Todo eso será necesario. Pero la oración que transforma, la que cambia a la persona; la que le hace ver DENTRO, y ya le toca a los mismos “sistemas interiores”, es el momento en el que el Espíritu Santo hace ir más allá del “leer”, del “meditar”, del “comprender”, del “emocionarse”… Es el momento en que el Espíritu ora en nosotros y nos hace exclamar con gemidos inefables… Es el momento en que la persona es otra, siente cambiado su “chip”, y entra en esa otra dimensión en que la Palabra de Dios no es “algo” que se mira desde fuera, sino es el mismo respirar del alma.
Por eso, cuando el Evangelio elegido para esta fiesta –Mt 19, 27…- nos vuelve a la pregunta de Pedro: Nosotros, que lo hemos dejado todo…, adquiere en San Benito una realidad de verdad. Benito “ha salido” ya de este mundo humano y de egoísmos y bajezas humanas. Instruido por la sabiduría de Dios y la inteligencia de las cosas divinas, su vivir ya no es en la tierra. La sabiduría que trasmite ya no es humana. Lo ha dejado todo. Y el fruto que aquí mismo abajo recolecta es su amplia familia benedictina: “casas y hermanos y hermanas, hijos y campo”…, el cien doblado y la herencia de la vida eterna.
La experiencia pastoral –y la propia experiencia- da clara cuenta de la diferencia que hay de oración a oración, de oír a escuchar, y de escuchar a “sentir internamente y gustar”… Oración hacemos muchos. Y hasta bellas palabras de oración podemos predicar. Oración que va influyendo en la vida hasta hacer cambiar clavijas, ya es más difícil. Incluso engañosa, porque se ve uno “buena persona orante”…, pero luego es como aquel que se mira en el espejo y luego se olvida de la figura que tiene (nos enseña San Pablo). Oración que “coge el pellizco” en el alma, plantea una vuelta de tuerca, y constriñe hasta hacer cambiar la dirección de la vida…, ¡ya es más difícil! Y la prueba es tan fácil como la de vernos orando cada día…, y seguir con las mismas deficiencias “de andar por casa”: el egoísta sigue egoísta, el celoso sigue celoso, el egocéntrico sigue haciendo girar la vida sobre sí y pretende que todo gire a su modo, el que se ha encasquillado en sus juicios, sigue en ellos…, el “adicto a oír sermones” (o leer el blog) sigue haciéndolo…, y al segundo siguiente está haciendo todo al revés como si nada hubiera escuchado.
Toso esto es lo que nos plantea la liturgia de hoy, para que la mirada y el recuerdo de San Benito nos lleva a ansiar ese otro conocimiento que ya no es de la inteligencia sino del sentir dentro y gustar con el alma, y vivir en la vida esa Palabra  que ha quedado amasada dentro de la propia persona hasta el ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Y mis reacciones, mis pensamientos, mi sentir, mi respirar, mi soñar y mi ser entero, están transidos por esa Palabra. Que ya no está sólo en lo escrito en la Biblia, sino que ha pasado a estar en la médula misma de la persona.


San Ignacio fue un místico de mucha altura. Cuando empieza a pedir el conocimiento interno del Señor para que más le ame y le siga, se encamina a una identificación tal con Jesucristo que –en caso de igual gloria de Dios en una elección o en otra- quiere y elige pobreza con Cristo pobre, humillación con Cristo humillado…, y todo ello hasta querer sentir dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado. Ya no hay “dos”: Cristo y yo; yo pido ya ser metido ya en el Corazón de Cristo. Y como todavía sigo “siendo yo”, el paso siguiente es que yo desaparezco porque lo único que ya me importa ya es el propio gozo y alegría del Cristo resucitado. ¡Vamos! que la vida se reduzca a vivir amando…, a servir y amar.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad6:17 p. m.

    Hoy dia de San Benito patrón de Europa le encomendamos la tarea de recristianizar la sociedad y le pedimos que sepamos proclamar con nuestra vida y nuestra palabra "la pernnne juventud de la Iglesia ".Ningún cristiano puede permanecer al margen de las grandes cuestiones humanas que el mundo tiene planteadas.No podemos cruzarnos de brazos cuando se condena a la Iglesia,relegándola fuera de la vida pública,impediéndole intervenir en la educación,en la cultura o en la vida familiar.
    Santa María Reina de Europa ruega por todos aquellos que se encuentran en camino hacia Cristo....ruega por nosotros.

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