lunes, 28 de julio de 2014

CON RETRASO NOTORIO


LA CIZAÑA

Hoy -día 26..., AUNQUE PUBLICO EL 28) trabajo por amor al arte o por vicio…, y sólo a ver si suena la flauta por casualidad. Porque he hecho varios intentos para comunicarme y no me han salido.

Aparte de ser hoy San Joaquín y Santa Ana, y que eso me lleva al recuerdo de diversas celebraciones onomásticas, yo quiero irme directamente al tema que considero básico: el EVANGELIO. Que hoy entra en la parábola de la CIZAÑA. Muy conocida y que cualquiera sería capaz de repetir de memoria.

Recién pasada la también célebre parábola del Sembrador, desembocamos en unos aspectos nuevos de “la siembra”. Allí nos encontramos que no sólo aparecía la variedad de “personajes” –cada cual con su respuesta- sino que afinando la atención, era cada uno –puedo ser yo mismo- quien venga a participar de todas esas siembras… Que lo mismo hay en mí unas zonas que se han endurecido y no dejan crecer la semilla…, como puedo ser yo quien gusto la Palabra pero no la sigo, bien por no haber fondo, no poner medios…, o porque me dejo ahogar por las preocupaciones e intereses de la vida. Por tanto, aquella parábola no se quedaba tan lejos, y no podíamos tomarla como un cuento ajeno a mi propia realidad-

Pero es que incluso la buena semilla que está destinada a dar fruto, se topa muchas veces con un peligro sutil: la CIÑAZA sobresembrada por el enemigo allí donde la semilla ha fructificado y está en buenas condiciones para dar cosecha.

La parábola de la cizaña es el aviso de Jesús a los sutiles engaños a que estamos expuestos…, más aún: los que realmente existen. Podríamos otra vez caer en la idea de que en el mundo de cada día convivimos con “gentes-cizaña”. Y es evidente que sí es una parte de la verdad. La otra parte, mucho más peligrosa es que esa cizaña maligna, está sobresembrada en mí, Que me llega en forma de engaño y que soy capaz de no advertirlo y de justificar mis posturas, sin pararme a dilucidar si tal o cual situación o realidad mía no es una trampa de mi EGO, una justificación de mi mismo amor propio. Pero que –realmente- estoy bajo un engaño y un intento de sacar “la mía” adelante, incluso con razones que intentan justificarlo.

La parábola de la cizaña tiene mucha actualidad y debemos ponernos en esa tesitura o disposición de análisis de muchas actitudes y realidades nuestras, personales, que debiéramos conocer para ir liberándonos del engaño.

 

San Ignacio dedica a este tema  una contemplación entera, que imagina como tres clases de personas. Las tres están llenas de buena fe y de deseos de agradar a Dios. Pero a la hora de la verdad han tomado una decisión por su propia cuenta y sin plantearse ante Dios si  era correcta aquella decisión. Y en el análisis de los tipos, uno quiere estar a buenas con Dios, pero hinca el diente en el tema en cuestión. Otro da las vueltas para querer justificarse, y al final sigue con su decisión adelante pero con la pretensión de que sea Dios quien esté de acuerdo con la persona y no la persona con Dios. Y otro tip es el que deja en suspenso su decisión y empieza por el principio a ver si debe seguirla o no, según su deseo de agradar en todo a Dios.

Ésta es la cuestión.
 
 
Hoy he podido conectarme, y no sé ni por qué, pues los dos sistemas Wi Fi que he intentado, no me han respondido.
HOY ME HA RESPONDIDO MI MÓDEM de siempre "en el exilio". Y me limito a hacer acto de presencia-
Yo estoy bien; la conexión a Internet, mal,
PERO ALGO ES ALGO.

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