martes, 14 de enero de 2014

Con retraso, duplicado

FALTÉ A LA CITA
                A la hora que habitualmente me pongo a escribir para la meditación del blog, tomé el camino del Hospital.  Muy distinto, ¿verdad? Pero para poder seguir escribiendo –si Dios quiere- hay que empezar por cuidarse hoy.  Y hoy era conveniente poner remedio a estas manifestaciones que (de forma diversa) nos va presentando “un constipado”, máxime cuando la experiencia de hace un año fue tan nefasta en mi salud.

             Y había pensado en todos los que buscáis la meditación de cada mañana.
             Y me había llamado mucho la atención una expresión del evangelio de hoy en San Marcos: “el evangelio de DIOS”.
             Y puede uno decirme: ¿y es que es la primera vez que lo lee en tantos años?  O bien: ¿y qué tiene de nuevo?  El Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere. Lo normal en hablar del “evangelio de Jesucristo”, y así es el comienzo de Marcos. Pero hete aquí que hoy comenzaba (1, 14) por: Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios, o lo que es igual: DIOS ES BUENA NOTICIA. Y sin embargo ¡cuántos le tienen miedo a Dios!  San Pablo nos acentuará que “no hemos recibido un espíritu para recaer en el temor, sino un Espíritu de amor para llamar a Dios: “Padre”. Y los estudiosos bíblicos han contado las veces que aparece en la Biblia la palabra “temor” referida a Dios y jamás indica “temor, miedo, recelo, resguardarse de…”, sino siempre expresa el amor respetuoso de un hijo hacia su padre. [Se comprueba en los “paralelismos” que utilizan con frecuencia los libros sagrados, en los que un verso habla de temor y su paralelo, de amor (bajo diversas formas)].
             Entonces, Evangelio de Dios  es la GRAN NOTICIA O BUENA NUEVA DE DIOS. Y si se pone uno a ahondar, la gran noticia que el Padre nos mandó fue Jesucristo…; la PALBRA viva del amor de Dios, fue SU HIJO hecho uno de nosotros…, yendo por Galilea…, anunciando que el Reino de Dios está cerca… (¡tan cerca que estaba Él allí!).  Y lo que entonces pedía era: Convertíos…, CREED LA BUENA NOTICIA.
             En las horas interminables de unas “urgencias” he estado leyendo la Exhortación apostólica del Papa. ¡Y cómo entiende uno ahí que no estamos convertidos…!, que creer en Dios nos está obligando a tener otros ojos,  otra visión…, a salir de nosotros, de nuestra concepción actual, de saber que mientras quede un simple recelo ahí dentro, una ceja arqueada…, un juicio negativo…, todavía hemos de volver en nuestros sentimientos profundos a la Buena Noticia de Dios, al Evangelio de Dios, al evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, esa PALABRA que Dios no se limitó a “pronunciar” sino a enviárnosla en nuestra propia carne: “semejante en todo a nosotros, menos en el pecado”.

             En verdad que venir del “otro mundo” –como dice de sí el Papa- lleva ver la vida desde ángulos tan distintos… Hoy me quedaba parado ante la lectura de muchas de sus concreciones y me cuestionaba profundamente. Porque tenemos la idea de que la “iglesia” “somos nosotros” (europeos)…, y ¡hay que ver la distancia casi abismal que hay con la misma iglesia de nuestros hermanos de otras latitudes!  La cantidad de opciones que hay en la Iglesia, llevando cada una a su manera la obra de Iglesia. Y me llamaba la atención al ver los detalles en los que el Papa se fija para irnos poniendo ante los ojos que el mundo ES MÁS GRANDE que las concepciones tribales que tenemos. ¿Cómo es posible que amemos al mismo Jesús y vivamos los recelos, las sospechas, las reticencias, y hasta los rechazos a quienes navegan en la misma barca que nosotros?

             Entonces no deja de ser una cuestión muy fuerte saber que de la Buena Noticia hay todavía avenidas de 10 carriles sin explorar…, o sin que nosotros las hayamos explorado.  La lectura objetiva de la Exhortación es algo que merece la pena.  Claro: siempre que no la leamos “para lo bien que le viene al otro” sino para decirme: ¿en qué latitud estoy yo? [¿Será verdad que seamos capaces de CREER EN DIOS…, CONVERTIRNOS…, SENTIR CERCA EL REINO DE DIOS…, acoger el evangelio de Jesús…, EL EVANGELIO DE DIOS?].

El segundo retraso es  debido a que estamos sin Internet.  Hoy recurro a mi Módem para poder acudir a mi cita,

1 comentario:

  1. Recomiendo la lectura de la exhortación del Papa Francisco que menciona el padre Cantero, y hacerlo además pausadamente, subrayando. Yo lo del temor y el amor no lo entiendo, pero no importa. Si lo tengo que entender, ya lo entenderé. De momento esto es lo que yo asumo como temor de Dios.

    Existe un temor de Dios que es un don del Espíritu Santo: Temer ofenderle, tememos al realizar nuestra propia debilidad y al saber que con facilidad podemos caer en pecado mortal y condenarnos. San Agustín decía "ama y haz lo que quieras" pero por su propia experiencia también escribió ampliamente sobre la necesidad del temor como motivo para el arrepentimiento. El temor, según San Agustín, lleva al dolor del corazón por el pecado. "Compunctus corde non solet dici nisi stimulus peccatorum in dolore penitendi".

    Los buenos padres no solo hablan de amor sino que también ayudan a sus hijos a comprender los peligros. Y, como saben que la comprensión de los pequeños es muy limitada, inculcan un sano temor al castigo. Se trata del sano temor, la justa medicina. No el temor excesivo que quita la confianza y traumatiza. Recordemos que Dios es el Padre perfecto, modelo de todo padre. El sano temor es parte de su pedagogía divina para que nos mantengamos en guardia contra el grave peligro que acecha a todo hombre en la batalla espiritual contra el mundo, la carne y el demonio

    Si somos humildes y realistas sobre nuestra tendencia al pecado, comprendemos que nuestro amor no siempre es perfecto. Somos niños ante Dios. Por eso, tener conciencia de las consecuencias del pecado y tenerle un sano temor nos ayuda a ser sobrios y no racionalizar el pecado, ni pretender que no ofende a Dios.

    Esta es la visión que más se ajusta a lo que yo entiendo por temor de Dios, que seguramente es lo mismo que el Padre Cantero piensa.

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