martes, 19 de noviembre de 2013

19 novb.: Rico y pequeño

19 novb. ¿Y si Zaqueo no tuviera nombre?
             La historia de Zaqueo vuelve al blog.  Lc 19 se hace ya un icono de una verdadera conversión. Partimos de un Zaqueo cargado en el relato evangélico de unos sambenitos muy definidos: jefe de publicanos (=pecador, usurero, defraudador de los más necesitados); rico (consecuencia de lo anterior…, y epíteto que marca ya una posición contraria a los valores evangélicos). Para más detalle: entre ese “tumulto” de cosas que le encierran sobre sí y sus intereses sucios (=“el gentío”), se queda ahogado el enanismo de su baja estatura, que no tenía que ser precisamente física sino moral y aun humana.
             Pero al conocer que un famoso personaje, Jesús, va a pasar por donde Zaqueo vive, tiene un rasgo de simplicidad, que deja atrás “su prosapia” de influyente, y corre hacia una higuera y se sube a ella. Desde allí y sin gentío que le oculte la visión…, y ni siquiera fácil de ser advertido, Zaqueo va a ver pasar… Sin más pretensiones. Curiosidad. Gusto de haber visto el paso de un famoso.
             La historia cambió insospechadamente cuando Jesús “no pasó de largo”, sino que allí, bajo aquella higuera, se detuvo…, y levantó la mirada y se fijó en Zaqueo (que a veces pienso como que quiso disimular su bulto entre el tronco de aquel árbol, porque sintió el respeto humano del hombre maduro encaramado allí como un zagalón).  Jesús no dejó de mirarlo…, y lo llamó por su nombre…, y le pidió que bajara enseguida…
             Zaqueo bajó con alegría…, allí a la altura de los demás y sin que un “gentío” le impidiera, porque estaba frente a frente a Jesús. Y Jesús, ante “el gentío” y venciendo las consecuencias paralizantes del “gentío”, se invita a la casa de Zaqueo.
             Lo que ocurrió exactamente, no lo sabemos. Pero las consecuencias, sí. Zaqueo en pie –posición de marcha…, de acción- promete decididamente dar la mitad de sus bienes a los pobres. ¡Empieza a no ser “rico”! Y todavía ve que se ha quedado corto, y lanza una nueva andanada sobre su peculio: Y si me he aprovechado de alguien (bien sabía él que no hablaba de memoria) se lo devuelvo multiplicado por cuatro.  Queda ya únicamente la sentencia, y esa la daba Jesús, frente al “gentío” que critica, dificulta, envenena con su lengua viperina… Dice Jesús: Hoy ha llegado la salvación a esta casa; también es éste un hijo de Abrahán.

             Juguemos al futurible. No tiene nombre el personaje, aunque puedo ser yo mismo. Pecador de una u otra forma. Rico en “mis ideas mis seguridades, mis formas…” Tan rico que ese “gentío” me impide la vida interior…: me incapacita para ver a Jesús porque me ha cortado la capacidad de VER LO BUENO, LO SANO, LA VISIÓN DE LOS OJOS LIMPIOS. Jesús va a pasar –porque Él no deja de hacerlo…, y porque trae una ilusión… Pasa… Y cuando levanta sus ojos bajo aquella higuera del recodo del camino, no hay nadie… Nadie que tenga un NOMBRE, nadie a quién llamar, ninguna “casa” donde hospedarse (como Jesús hubiera deseado).
             Había “pobres” a mi lado…, pero se quedan pobres, porque no ha llegado la salvación a mi casa…, porque no estuve en el “sitio” en el que Jesús pretendió encontrarme. [Y no estoy hablando de ese “gentío” anónimo que está a la vera y del que nada se puede esperar porque siempre está amorfo, anodino]. No encontró a un “alguien” que debiera tener NOMBRE…, y con quien Jesús pudiera entrar en contacto personal.
             Hay “defraudados”… En esa situación se quedan. Yo no estuve “ahí” en ese “árbol” donde debía estar “más elevado”, “más salido del gentío”. Y Jesús se perdió tras el recodo de aquel camino…, de mi camino. No hay un solo propósito, una sola postura decidida de cambio y mejora…, de conversión.
             ¿Significa solamente que me quedo “anónimo”? ¿Puede ser que otros queden sin la parte que yo debía haber asumido en este rol de la vida cristiana, si hubiera estado “allí” donde debía estar?
             Este futurible es tal…, o no lo es… Lo mismo es realidad. Porque Zaqueo ya dio su parte y dejó llena su historia. Han pasado los siglos y –al proyectarse aquella película- hay “personajes invisibles”, “innominados”,  que dejan sin sentido las escenas.  Y sin embargo no se escribió el evangelio para eso.

             Ésta es la gran ocasión de volver a poner rostros y “carnés de identidad”. El mío, mis características, mi honrada confesión de mis puntos flacos…, y mis proyectos muy concretos de actitud ante el futuro inmediato. Es la gran ocasión de que llegue la salvación a mi vida, y de que yo aprenda la difícil lección de no estar en medio de todo…; al revés: sabiendo apartarme con sencillez y rapidez, a ese “árbol” donde casi no se va a dar cuenta nadie…, pero donde me va a encontrar Jesús.  Y me llamará por mi NOMBRE, y me dirá que quiere entrar dentro… Ahora, lo que “ahí dentro” ocurra, queda entre Jesús y yo… Sus efectos deben palparse a las claras, porque Jesús no pasa de largo. Y “el gentío” quedara afuera para criticar sin saber, murmurar por vicio, estar pendiente de todo lo que ocurre fuera porque no tiene nada dentro…  [Y aprovechar a ese “gentío” para aprender que quien mucho habla, suena a hueco].

2 comentarios:

  1. José Andrés.3:58 p. m.

    ¡Extraordinario futurible!

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  2. Sí. sí, yo conozco un personaje que ha sido excluído de toda actividad evangelizadora, es ciertamente un "personaje" incómodo, que no tiene pelos en la lengua; lo han silenciado, le han quitado la voz...Pero, Jesús no pasó de largo y le ofreció su Corazón para siempre.Fuera se han quedado los fariseos, impotentes, hablando por hablar,¡ figurando, tratando de engañar a Dios..!

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