lunes, 11 de noviembre de 2013

11 novb.: ¿Qué es el ESCÁNDALO?

10 novb: El escándalo
             Jesús había hablado del gran peligro del “dinero”, que es el ídolo que hace frente a Dios. Y veíamos que “el dinero” no es únicamente la moneda pecuniaria. Hay un “valor” más fuerte que el dinero (y que es el que hace peligroso al dinero), que es yo egoísta que llevamos dentro. Tal situación ha estado expresa y reflejada en el texto evangélico por la profunda parábola del rico que vivía vistiendo y comiendo a lo gran rajá, mientras un pobre –a su puerta- no recibía ni las migajas…, salvo un perro que le lamía las llagas. Verdaderamente lo más enemigo de Dios es el ser humano que se hace un dios de su dinero…, y entonces prescinde de Dios, porque cree tenerlo todo en sus propia riqueza. Dios y el dinero se repelen, porque el orgullo humano y la soberbia humana que se endiosa, se hace rival absoluto de Dios.  Es un auténtico escándalo.
             Hoy, en Lc 17, 1-6, enlaza la lectura continuada con aquel tema del egoísmo, y lo hace desde el punto –precisamente- del ESCÁNDALO que produce todo eso. Y dice Jesús que es inevitable que suceda el escándalo, puesto que donde hay una ser humano, ya es posible escandalizar o sufrirse escándalo. En una época se ponía la fuerza del escándalo en temas que tocaban o rozaban el 6º mandamiento, aunque se redujera el escándalo a los centímetros de ropa, o detalles similares.
             Hoy tenemos mucho más extendido el concepto. El escándalo social o financiero, el escándalo de la corrupción política, el de las mafias de todo tipo y en todas las direcciones, sacude mucho más la sensibilidad del pueblo, que sufre ese hecho del escándalo ambiental, y la demoledora consecuencia de la desmoralización…, que acaba produciendo contagio…, “pandemia” de mala conducta y el hundimiento de los valores.
             Jesús dice que es inevitable… Pero también dice que ¡ay de aquel por quien viene el escándalo; más le valdría que le encajasen al cuello una rueda de molino y lo arrojasen al mar.  ¡Tan pernicioso es el escándalo!  Y Jesús enseña a corregir al hermano que hace eso…, y por supuesto, una vez que se arrepiente y que ya se ha rehecho, perdonarlo…, y perdonarlo 7 veces (¡siempre!).  Lo que no transige Jesús es con el escándalo.
             Y os confieso que a medida que voy expresando todo eso, casi estoy saltando de mi silla. Porque podemos estar hablando y entendiendo el escándalo –poco más o manos- como la maldad de aquellos malvados, y que no nos hayamos planteado el tema en primera persona. Naturalmente que tendremos que “bajar un piso” y analizar simplemente qué efectos nos están haciendo personas probas y piadosas, responsables en determinadas iglesias, o cristianos que llevan la Biblia en una mano y el maletín en la otra.
             Estoy pensando si yo escandalizo. En mis exposiciones, en mi forma de expresar…, o –peor- en mi incoherencia entre lo que digo y hago. Y si lo pienso de mí, puedo también mirar en derredor mío esas personas probas en su acción exterior, y no fieles en su vida privada. O en esas “gentes de iglesia” que –apenas acabado” el culto, y casi con la Comunión en la boca ya están “captando” el defecto ajeno, o en la misma puerta del tempo están desplumando  con sus juicios a los mismos fieles (y conocidos) que comulgaron juntos…
             El escándalo grande, el de los periódicos, me indigna. Ese otro escándalo de la incoherencia, me hiere. Aquel, sufre el rechazo instintivo (aunque habría que mirar quién pude tirar la primera piedra). Éste otro escándalo de las personas comunes, provoca un daño intenso…: escandaliza a los pequeños, que son los que tanto lleva Jesús en su Corazón.  Y como suelo hacer en estos casos, no se puede señalar a nadie, pero alguien debe sentir señalado, y preguntarse: ¿acaso soy yo?  El deporte de mirar hacia a afuera para ver lo que hizo mal el otro, hay que personalizarlo sobre uno mismo, porque a lo peor resulta que yo me quedaba al margen de esa rueda de molino…, y no debo quedarme como si la cosa no fuera conmigo.
             Repito siempre que lo grave de una conciencia no es el falo grave que tiene, reconoce y se arrepiente. Lo más grave es “lo pequeño frecuente”…, porque esa es la “foto” diaria que uno ofrece. Y puede ser muy fácil que esa “foto diaria” sea la que provoca escándalo. ¡Choca, extraña, molesta, es difícil de digerir no puede entenderse…! (=todo eso está en el concepto de escándalo), y eso es lo que está siendo lima sorda en la habitual “comunidad cristiana” en la que uno se desenvuelve.
             Cuando los apóstoles pidieron a Jesús que les aumentara la fe para poder digerir todo lo que les estaba poniendo delante, Jesús les respondió que no hace falta una fe “más grande” sino tener FE. Porque lo que puede cambiar una postura personal (más importante que hacer volar una morera), es LA FE.  Y la fe no es una piedad, una fe teológica para admitir verdades, sino la fe que provoca una coherencia vital en la actuación de una persona.

             El evangelio de hoy, pues, no está para que “otros” vean sino que cada cual podemos (debemos) aceptarlo como riqueza que nos ofrece Jesús para que hilemos más fino, para que no miremos hacia afuera, y para que sea ahí dentro donde sepamos encontrar la posibilidad de que sea yo quien provoco determinados escándalos “de andar por casa”…, que no son tampoco los que se puedan considerar “inocentes”.

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