sábado, 1 de julio de 2017

1 Julio: Extracto de Autobiografía

Mes de San Ignacio de Loyola
Concluirá el mes con la fiesta de San Ignacio de Loyola. Es costumbre en los jesuitas dedicar el mes a nuestro Fundador. Y yo lo haré en este blog con el recuerdo de su AUTOBIOGRAFÍA, que narra los pasos fundamentales de la vida de este personaje. Aunque se llame “autobiografía”, de hecho no la escribió él, sino que fue el paciente trabajo del Padre Luis Gonçalves da Cámara. Eso sí: están como escritas casi al dictado, tal como las oyó dicho Padre de boca de Ignacio, que por mucho tiempo se había resistido a contarlo, pero que un día “después de haber hablado conmigo, habiéndose recogido en su cámara, había tenido tanta devoción e inclinación a hacerlo, que se había del todo determinado, y la cosa era declarar cuanto por su ánima hasta ahora había pasado.

CAPÍTULO I
1.- Hasta los ventisiete años de su edad, fue hombre dado a las vanidades del mundo, y principalmente se deleitaba en ejercicio de armas, con un grande y vano deseo de ganar honra. Y así, estando en una fortaleza que los franceses combatían, y siendo todos de parecer que se diesen, salvas las vidas, por ver claramente que no se podían defender, él dio tantas razones al alcaide, que todavía lo persuadió a defenderse, aunque contra el parecer de todos los caballeros. Y venido el día que se esperaba la batería, él se confesó con uno de aquellos sus compañeros en las armas, y después de durar un buen rato la batería, le acertó a él una bombarda en una pierna, quebrándosela toda y porque la pelota pasó por entrambas piernas, también la otra quedó mal herida.
Caído él, la fortaleza se rindió. Él estuvo 12 ó 15 días en Pamplona, y los médicos dijeron que había que quebrarle nuevamente la pierna mal soldada, sin que él se quejara, ni mostró otra señal de dolor que apretar mucho los puños. Iba empeorando y cerca de la fiesta de san Pedro y San Pablo dijeron los médicos que si no mejoraba hasta esa noche, podían darlo por muerto. Ignacio, devoto de San Pedro, inició esa misma noche la mejoría.
No se acabó ahí el sufrimiento, porque la pierna se quedó más corta y con una prominencia, e Ignacio, vanidoso, se sometió a las pruebas más dolorosas con tal de que quedara lo mejor posible.
Liturgia
          Gn 18,1-15 es el momento en que Dios viene a Abrahán para anunciarle que “cuando vuelva a verte, Sara habrá tenido un hijo”. Sara escuchó aquello y se rió: “Cuando ya estoy seca ¿voy a tener placer con mi marido tan viejo”. El Señor dijo a Abrahán: ¿Por qué se ha reído Sara? ¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte por esta época, Sara habrá tenido un hijo. Sara negó haberse reído y Dios afirmó contundentemente: No lo niegues; te has reído.
          Estamos ante el milagro, el misterio de Dios fiel, que realiza su promesa aunque todas las circunstancias pudieran apuntar a lo contrario. Pero Dios actúa y hace lo que ha decidido. El SALMO corroborará esa realidad, repitiendo el estribillo: El Señor se acuerda de su misericordia.
          En el evangelio (Mt 8, 5-17) tenemos el caso de aquel centurión de Cafarnaúm que tenía un criado enfermo. El relato se diferencia de Lucas en que Mateo dice que el propio centurión vino a ver a Jesús para hacerle la petición, mientras que en Lucas lo hacen intercesores.
          Jesús escucha al hombre y se decide a ir: Voy yo a curarlo. Pero el centurión arguye que él no es digno de ello, ni es necesario que Jesús vaya, porque basta que lo digas y mi criado quedará sano. Y pone sus argumentos para indicar que una orden es una orden, y que si Jesús ordena, la enfermedad quedará dominada.
          Jesús se quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en Israel no he encontrado a nadie con tanta fe. Y vuelto al romano, le dice: Vuelve a casa; que se cumpla lo que has creído. Y en aquel momento quedó sano el criado.

          Yo quiero hacer parada en las palabras del centurión, porque son palabras que han quedado en la Iglesia como preparación inmediata a la Comunión, con la variante de que no se le dice a Jesús que no venga, sino que con su palabra nos sane para que venga a nosotros. Pero siempre me quedo pensando que los fieles no ponen en esas palabras la fuerza que puso aquel centurión romano. Que es frecuente tomar carrerilla y que se está quedando en una fórmula más que en una oración humilde ante el Señor que va a venir. Yo creo que cada cual debe hacerse consciente de esas palabras y HABLARLAS con el Señor que, desde la Sagrada Hostia, se está ofreciendo ya a entrar en nosotros.

1 comentario:

  1. Es impresionante cómo el centurión ama y se preocupa por la salud de su criado. En aquel tiempo, no era lo habitual Su gesto de caridad conmocvió a Jesús...,no le p'idió nada, estaba seguro de los poderes de Jesús. La Fe y la oración confiada siempre es eficaz. Tal vez no sea lo que nosotros habíamos imaginado, pero siempre, siempre hay una respuesta. Igual le ocurrió a Sara. Abrahan lo deseó y lo pidio y el milagro se realizó porque Dios siempre acude cuando se lo pedimos.

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