domingo, 16 de julio de 2017

16 La fuerza de la Palabra

Liturgia del Domingo 15ª del T.O.
          Vaya por delante una felicitación a todos los que hoy celebran su día onomástico, en fiesta tan popular y juntamente marinera, a la que se suma el blog con toda su cordialidad y sentido festivo.

          La liturgia de este domingo tiene una base en hechos de la naturaleza, ahí donde Dios más quiere expresar su voluntad y sus planes, por encima de la mano del hombre. Cuando Dios crea el orden natural, las lluvias y le nieve bajan del cielo para fecundar la tierra (Is 55,10-11), y una vez fecundada el agua se evapora para volver a caer sobre le tierra en su momento oportuno y dar lugar a las cosechas y al sustento de las criaturas. Al sembrador le colabora con la fuerza de la simiente y da así pan al que come y vino que alegra el corazón. Por eso la palabra que sale de la boca de Dios no vuelve a él vacía, sino que hace su voluntad y cumple su encargo.
          Jesús retoma la comparación, haciendo insistencia en la Palabra que no debe volver vacía hasta Dios: en Mt 13, 1-9, Jesús ha expresado la fuerza de la Palabra que es acogida en tierra buena –en corazones abiertos-, cuyo fruto debe dar al 30, el 60 o el ciento por uno. Es la finalidad de la palabra de Dios, y debe suponerse que es el fruto que da en una persona fiel, que se toma en serio la Palabra de Dios, y por consiguiente esa Palabra no regresa nunca vacía a Dios. Ha dado fruto. Y cierto que el 30 es aún poco, pero se está en vías de dar el 60… Se camina hacia una plenitud en la que la Palabra de Dios se muestre viva y eficaz.
          Jesús explica que hay personas y situaciones en cada persona en las que esa Palabra queda estéril o sin fruto, dependiendo de la mala disposición o  de la falta de acogida de la Palabra. Para Jesús hay gentes o hay actitudes en las que la Palabra cae en dureza como de camino apisonado, y por tanto la semilla no puede enterrase. La Palabra de Dios queda inutilizada porque se ha oído la Palabra pero no se ha escuchado, no se le ha puesto atención, no ha habido disposición de acogida. La vida por un sitio y la Palabra por otro. Y puede darse aun en personas peculiarmente espirituales, pero ajenas a la llamada de la Palabra de Dios. Les rebota.
          Otra descripción hace Jesús, también muy realista: La Palabra se escucha con gusto, la Palabra se estima… Pero a la hora de la verdad no se le han puesto raíces, actitudes de compromiso, decisiones…, y la vida misma se va llevado la Palabra y el gozo inicial que había traído esa palabra. Se agosta entre otras atracciones y vicios, entre esas faltas de voluntad pera que la Palabra arraigue y dé fruto. Sería muy a tener en cuente en nuestros tiempos, en los que otras atracciones acaban ahogando los mejores deseos de gentes con buena fe pero carente voluntad. El “sol” calienta y no hay jugo en la poca tierra que se le ha ofrecido a esa Palabra atractiva del Señor. Y ahí sucumbe,
          Nos lleva Jesús a otra situación. Muchas veces son gentes de formación, gentes espirituales, gentes capaces de dar mucho fruto… Pero junto a ese fondo de valores cristianos se dejan crecer otras preocupaciones, trabajos, tráfago de ocupaciones de diversa índole…, que acaban ahogando los buenos deseos. Y lo que estaba preparado para dar un fruto, queda ahogado por los muchos afanes de la vida diaria.
          Nos hemos encontrado así con retratos muy expresivos en los que podemos encontrarnos, y que son precisamente esa PALABRA DE DIOS que hoy quiere hacernos presente si nuestra lluvia vuelve a Dios bien cargada de fecundidad, o se queda en el camino con esas avalanchas que inundan y hacen daño, en vez de haber realizado la finalidad para la que la Palabra de Dios ha llegado a nosotros.
          Nos advierte Pablo, en la 2ª lectura ((Rom 8,18-23) que los trabajos y actitudes que se nos piden hoy para vivir la vida cristiana de verdad, no tienen comparación con la dicha que esperamos. Así como nos advierte que la creación entera gime en dolores de parto porque no nos manifestamos como hijos de Dios. Y gime dentro de nosotros, porque nosotros mismos somos conscientes y testigos de que no damos la talla que teníamos que dar en esta vocación a la que hemos sido llamados.

          La EUCARISTÍA es la concreción práctica de los frutos de la Palabra: ¿En qué disposición nos acercamos a la Eucaristía? ¿Cómo tierra fértil que ha dado sus frutos, o como esos terrenos inútiles y engañosos en los que la Palabra se queda en letra muerta porque no se acaba de expresar debidamente la verdadera actitud cristiana de quien ha tomado en seri la Palabra de Dios, para que no llegue vacía hasta él?

1 comentario:

  1. Suplicamos a la Nuestra Señora, la Virgen del Carmen
    - Por las gentes del Mar, que viven colgadas de la protección de María, Roguemos al Señor

    - Por la Orden carmelitana, es sus diferentes facciones, para que den mucha gloria a Dios. Roguemos al Señor

    - Porque la Virgen María, fiel a la Palabra de Dios, nos adentre en el valor práctico de esa Palabra, Roguemos al Señor.

    - Porque contribuyamos a levantar de la creación ese gemido –como en dolores de parto-, viviendo nosotros como hijos de Dios, Roguemos al Señor.



    Te suplicamos, Virgen el Carmen, que eleves nuestras peticiones hasta Dios, para que el mundo de hoy recupere los valores espirituales que le muestre como verdadero hijo tuyo.
    Lo pedimos por Jesucristo N.S.

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