Hoy estoy de viaje y no me detengo en la LITURGIA DEL DÍA, pero
completo con una reflexión más detallada el tema de los Magos que fueron a
adorar a Jesús, que ayer tuvimos como evangelio del día de Epifanía.
SAN MATEO Y
“LOS MAGOS”
De lo que más ajenos estaban José y María en su
regreso a Belén para recoger los bártulos, era –vayamos así a la composición
catequética de Mateo- es que por el camino hacia Palestina venía ya una
caravana exótica con camellos y dromedarios, gentes interesadas en el proyecto,
y aventureros, magos (astrólogos) y cofres de productos orientales. Y todo
porque esos paganos han visto SU estrella en Oriente y vienen a adorar al
recién nacido rey de los judíos. Unos ciertos despropósitos si lo tomamos como
historia. Unos paganos, que no tienen la fe de Israel. Que ven una tan original
estrella que sacan que es “su estrella”…, la el recién nacido rey de los
judíos. ¿Qué sabrían ellos de tal “rey”, y qué les importaba a ellos?
A Mateo sí le importaba. Su evangelio va
dirigido a los judíos pero quiere que quede claro que no son ellos solos los
objetivos de Dios, sino el mundo entero: también los gentiles, los paganos “las
naciones”. Y quería ponerles delante esa realidad desde el mismo comienzo de su
evangelio.
Lo que sigue después es de fantasía muy
atractiva: vendrán por el camino “precedidos por la estrella”, que se ve que
les acompañaba y dirigía de día y de noche, y no como una estrella del
firmamento a miles de kilómetros de distancia, sino “delante de ellos”. Pero
cuando llega la hora suprema, la llegada a Jerusalén, el centro religioso y
político judío, la estrella se oculta, no sé si barruntando la tormenta o
preparándola.
¿Y adónde iban a buscar los magos a un “rey”
sino en el palacio del rey, en el de Herodes? Y
es decepción y perplejidad cuando Herodes no sabe nada. ¡Ya es raro!, y
los magos se miraron unos a otros… Y toda
Jerusalén se sobresaltó. ¿Por qué se sobresalta? Porque conocen muy bien a
Herodes y sabe que acaba matando a todo el que él sospeche que “huele a rey” y
puede “amenazar” su trono. Aquella visita de los orientales huele ya a sangre.
Herodes distrae a los Magos, pide a los expertos que estudien el caso, y
encuentran en las Sagradas Escrituras una alusión: “Y tú, Belén, no serás la más pequeña porque de ti saldrá el salvador”.
Herodes sale muy placentero y encamina a los visitantes hacia Belén, con un
encargo endiablado: cercioraros muy bien
del lugar, volvéis por aquí y me lo contáis, para ir yo también a adorarlo.
No es que él se va a acompañarles…
Y lo más extraño todavía: la estrella
reaparece, va delante y como un globo brillante, muy local y muy concreto, se detiene encima de la casa a donde estaba
el Niño.
Caravana multicolor que irrumpe en Belén ante
el vecindario admirado, y que va derecha hacia la casa o habitación de los
nuevos recientes vecinos… ¿Quiénes pueden ser esos vecinos tan pobres, y
quiénes son estos magos con aquella caravana? Y se bajan unos hombres, les
entregan sus servidores unos cofres, y entran en aquella habitación. Los
curiosos pretenden meter el ojo por la menor rendija y cuál es su sorpresa
cuando aquellos señorones se echan de rodillas ante el niño, adoran, ofrecen
sus regalos… Todo un mundo inenarrable, y hasta se puede decir que
incomprensible. Pero para Mateo, muy claro. Se ha conseguido el golpe de gracia
que quería dar a los judíos.
[Del
libro: Quién es Este]
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