jueves, 19 de enero de 2017

19 enero: La "otra orilla"

VIERNES 20, ESCUELA DE ORACIÓN. Málaga.

Liturgia
          La 1ª lectura (Heb. 7, 25 a 8, 6) es bastante clara en su primera parte: Los sacerdotes del Antiguo Testamento tenían que ofrecer sacrificios por sí mismos y por el pueblo, porque ellos mismos estaban sujetos a debilidades. Hacía falta un Sacerdote santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo, que no tuviese que satisfacer por sus propios pecados y que pudiera rescatar al pueblo de sus pecados. Ese es Jesucristo, Sumo Sacerdote, sentado a la derecha de Dios (el trono de la Majestad en los cielos), puesto para ofrecer dones y sacrificios…, un ministerio tanto más excelente cuanto mejor es la alianza de la que es mediador. Los sacerdotes de la nueva alianza seguimos siendo débiles y pecadores pero en nuestro sacerdocio no ofrecemos “sacrificios” que haya que estar repitiendo una y otra vez para pagar por los pecados propios y ajenos, sino que Cristo se sigue ofreciendo a sí mismo por medio del sacerdote en el único eterno Sacrificio que se ofreció de una vez para siempre. La redención ya está hecha y los sacerdotes no “repiten Misa” sino que REVIVEN la única “Misa” que existe en la vida, que es el Sacrificio triunfante de Jesucristo, que se perpetúa en la Iglesia día tras día y hora tras hora, “alianza de la que Jesús es único mediador”.

          Jesús ha sido informado del conciliábulo de fariseos y herodianos para acabar con él. Y Jesús opta por poner “agua por medio” y se retiró con sus discípulos a la otra orilla del lago. Mc. 3, 7-12. Había que dejar enfriar los ánimos y el mejor procedimiento es quitarse de en medio.
          No se pudo separar de la gente porque esas gentes sencillas estaban entusiasmadas con él, y vinieron desde Galilea. Y no sólo de Galilea sino de Judea y de la otra parte del Jordán. Un verdadero movimiento de masas. Mientras los fariseos se unían a los herodianos para ver cómo acabar con Jesús, el pueblo iba a Jesús en largas peregrinaciones desde los diferentes puntos de la geografía palestina. Hasta tal punto aquel gentío se venía a Jesús, que tuvo que prevenir que tuvieran una lancha disponible para evitar que el gentío le estrujara. Y da la explicación de aquel entusiasmo popular: como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Pienso que aquella sinagoga silenciosa y callada (cuando lo del hombre paralítico de una mano) por el temor a sus “jefes religiosos”, se alegraron sobremanera al ver que Jesús había curado al hombre. Y que ahora eran los primeros en buscar a Jesús, fuera donde fuera, con una necesidad imperiosa de ser ellos mismos los beneficiarios de aquel poder sanador.
          De entre tantos que lo buscan porque lo necesitan, surgen los que lo rechazan: los demonios que tenían poseídas a sus víctimas. Y como esos demonios tampoco podían aceptarlo, salían gritando, postrados ante Jesús: Tú eres el Hijo de Dios. Hay como una contradicción en aquellos posesos. De una parte, el rechazo instintivo porque el demonio y Jesús no pueden tener nada en común. De otra parte, un humillarse a los pies de Jesús, postrándose…, adorando contra la propia voluntad… Tal era la fuerza que desprendía Jesús. Y lo confesaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Eso tenía una doble vertiente. De una parte era un reconocimiento contra la voluntad diabólica. De otra, el tema repetitivo del demonio que quiere poseer y adueñarse de Jesús, lo que intentaba conseguir nombrándolo. Por eso Jesús les prohibía severamente que lo dieran a conocer.
          Suele ocurrir en las diversas ocasiones que Jesús es amenazado por los jefes y que él se retira a distancia (pasando a la otra orilla), que se produce un efecto salvador. Y deja ver que la providencia de Dios va mucho más lejos que los intentos humanos. Mientras los hombres pretenden el mal, Dios acaba sacando un bien. Y mientras fariseos y herodianos traman quitarle la vida, Jesús está esparciendo vida entre muchedumbres que, de otra manera o en otras circunstancias no se hubieran encontrado con Jesús.

          Es una lección. ¡Con cuánta frecuencia se oyen protestas contra Dios porque no impidió un mal! Y dando vueltas la vida resulta que se sigue un bien mucho más amplio, de orden mucho más superior, de efectos mucho mayores… Es que lo humano es miope y sólo ve a corta distancia, mientras que Dios planifica para largo y para lo mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!