viernes, 6 de enero de 2017

6 enero: La llamada a los gentiles

Liturgia de EPIFANÍA
                La liturgia de este día está centrada en un pensamiento fundamental: que también los gentiles (los no judíos) son llamados al reino de Dios. Está expresado de muy distintas formas a través de las lecturas. La 1ª (Is. 60, 1-6) empieza contraponiendo la LUZ que invade Jerusalén –el pueblo de Dios- con la OSCURIDAD de los pueblos paganos, que no conocen a Dios. Pero la gloria de Dios camina hacia esos pueblos, y los reyes hacia la claridad de un aurora.
            Y se escenifica el momento con aquella venida de los gentiles de lugares extranjeros, con sus camellos y dromedarios para ofrecer al Dios de Israel oro e incienso y los tesoros del mar, proclamando las alabanzas del Señor.
            Pablo lo expresa ya en directo como un misterio que a él le ha sido revelado y que no había sido conocido en los tiempos antiguos: que también los gentiles han de recibir el mensaje de la salvación. (Ef. 3, 2-3. 5.6), porque también los paganos son herederos y miembros de la familia de Dios.
            Finalmente tenemos el evangelio de Mateo, tan lleno de detalles y colorido: 2, 1-12, por el que unos extranjeros de países lejanos advierten una misteriosa estrella, que no es como las demás estrellas, en la que intuyen que es la estrella del Rey de los judíos. Y se ponen en camino hacia Jerusalén, la capital de Judea, en donde esperan hallar a ese rey recién nacido. Y se dirigen al palacio del rey Herodes. Y la primera gran sorpresa es que el rey no tiene conocimiento de ese “rey recién nacido”. Y ha de reunir al consejo de sabios y doctores en la Escritura para poder informarse de una noticia tan alarmante para él como que haya nacido quien puede arrebatarle el trono.
            Averiguan finalmente que es en Belén en donde las Escrituras sitúan un acontecimiento que puede referirse a ello, y allí encamina a los magos, no sin encomendarles que se cercioren bien del lugar “para también yo ir a dorarlo”.
            La estrella reaparece ante los magos y les encamina tan concretamente que viene a posarse sobre la casa en la que estaba el Niño. Allí entran, allí adoran, allí ofrecen sus dones de oro, incienso y mirra, tres muestras de sus propios lugares de origen. Los Santos Padres de la Iglesia (aquellos eruditos del saber cristiano que vivieron los primeros tiempos de la Iglesia), encuentran un significado de aquellos dones –y no otros-: el oro que reconoce la realeza del Niño; el incienso que corresponde a su divinidad, y la mirra –especie dedicada a los enterramientos), para expresar la humanidad de aquel Niño que está abocado a la muerte. No deja de ser sugerente.
            Detrás de toda esa “historia” lo que Mateo quiere poner en claro a sus destinatario judíos es que no son solo ellos los llamados por Dios, sino que también Dios ha dirigido su mirada a los no judíos, a los que llama al reinado de Dios sobre la humanidad entera.
            La liturgia llama a esta fiesta, LA EPIFANÍA o manifestación de Jesús, por cuanto que se abre a todos los pueblos. Y ampliará ese sentido epifánico al momento del Bautismo de Jesús, porque en ese momento es en el que Jesús de Nazaret se hace presente al pueblo judío.
            Para nosotros esta epifanía se nos hace actualmente real en la Eucaristía, por la que recibimos de Jesús su presencia real y su venida a nosotros. Y en cuyo momento de participación nosotros hemos de ofrecer nuestro oro, incienso y mirra, concretados en la donación de nosotros mismos y de aquellas realidades con las que hemos de hacer nuestro personal ofrecimiento de lo que él y yo sabemos, y que nadie pude suplirnos para concretar esos dones.

            Siguiendo el rastro de los magos y la estrella de Dios, venimos ante ti, Dios de misericordia.
-          Para que la Iglesia sea nuestra estrella que nos conduzca a donde está Jesús, Roguemos al Señor.
-          Para que saquemos de nuestro fondo dones más valiosos que el oro, el incienso y la mirra, Roguemos al Señor.
-          Para que la Eucaristía nos haga vivir la presencia de Jesús en nosotros, Roguemos al Señor.
-          Para que se excite en nosotros el celo por todos los que hoy desconocen dónde está Jesús, Roguemos al Señor.

Manifiéstate al mundo para que todos encuentren la dicha de poder adorar a Jesús, rey del mundo. Lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. AMÉN

1 comentario:

  1. ...los regalos...la ilusión de los niños y de los que son como niños...
    Alegría...ilusión...familia

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