domingo, 22 de febrero de 2015

22 febrero: Tentaciones y Reino de Dios

LA TENTACIÓN
Me voy a permitir hoy no ser original y tomar la sabiduría de otro para hablar de ese profundo mal de nuestro tiempo que es –primero- eliminar del lenguaje la palabra tentación, y –segundo- aplicarla solamente a determinadas materias o situaciones.
            Sin embargo, con el artículo de José-Román Flecha Andrés en el Diario de León (sección: Cada día con su afán) amplío el concepto de tentación a cada noticia sucia a las que nos tienen acostumbrados los informativos de prensa, radio y televisión: atentados terroristas, corrupciones políticas y sociales, violencia familiar, drogodependencias de cualquier género, o la brutalidad del aborto voluntario.
Y lo peor de lo malo es que no les llamamos tentación, y que hemos caído en la peor de ellas, que es eliminarla del vocabulario o justificarla, porque no se es capaz de resistirse a la tentación y se le prefiere ignorar.
Cita el autor a Pablo VI en una iluminada definición de la TENTACIÓN: el encuentro entre la buena conciencia y el atractivo del mal…, en la simulación del bien, que es el engaño que asume la máscara del bien y por tanto crea la confusión entre lo bueno y lo malo.
Tentación y mentira se ponen al par; o dicho de otra manera, LA CONFUSIÓN que sale del deseo  de libertad que bulle en el corazón humano; una libertad que ya no es la capacidad de decisión entre valores morales, sino la posibilidad de Crear valores éticos…, de adaptarse a todo, de ponerse de parte de las cosas malas por tal de sacar adelante la plena libertad ante el placer. Una libertad indiscriminada para lo que es ilícito, justificando “de pleno derecho” las expresiones del mundo inferior donde el instinto se sobrepone a la razón, el interés al deber, la ventaja personal al bienestar común.
Estas situaciones surgen del olvido de la Ley de Dios, que ya no se siente reflejada en la propia conciencia, sino de buscar insensatamente lo malo, lo prohibido, lo nocivo (unas veces nocivo para uno mismo; otras en abusos lacerantes de otras personas).
Y Pablo VI –según cita el autor reseñado- señala como “preciso renovar, revigorizar nuestra capacidad de juzgar, de discernir el bien y el mal. El mal se presenta siempre atrayente, lisonjero, seductor, útil, agradable… Y debemos mostrar energía y prudencia para decir –tajante y resueltamente- NO. Éste es el modo derechazar y superar la tentación.


El evangelista Marcos es –en los sinópticos- el que dedica menos espacio y menos detalles a las TENTACIONES DE JESÚS. Se limita a afirmar el hecho, cosa que muchas veces enriquece el contenido porque no nos perdemos en unas tentaciones concretas (que hay que explicar) sino que nos hace ver que la tentación existe, que es posible (incluso para Jesús), que es como vivir entre alimañas, y que se puede vencer, porque –de hecho- los mismos ángeles le servían: la fuerza y Gracia de Dios nunca falta. La coartada de muchos: “me tentó el demonio” debiera trasportarse a la realidad sincera del que se metió en el toro voluntariamente, engañosamente, y el toro le cogió. Ahí no tienen entrada “los ángeles” porque son situaciones abiertamente (o neciamente) culpables en las que la persona sabe que va a pegar el batacazo. Y sin embargo se mete en la tentación. A veces, bobamente culpables, porque cae de su peso que se ha metido uno en el mal.

5 comentarios:

  1. Líbranos, Padre, de caer en la tentación.
    - Para que admitamos que la tentación se da en nuestra propia vida, Roguemos al Señor.
    - Para que secundemos la acción de Dios que nos sostiene firmes ante la tentación, Roguemos al Señor.
    - Para que no nos metamos en las tentaciones con el engaño de que no vamos a caer, Roguemos al Señor.
    - Para que sepamos reconocer las tentaciones que nos acechan en la vida diaria, bajo capa de bien, Roguemos al Señor.
    - Para que nos abramos al Reino de Dios, reino de la verdad, que tenemos siempre muy cerca, Roguemos al Señor.

    Sabemos, Padre, que la tentación acecha; sabemos que tu Reino está cerca. Danos clarividencia para afrontar esta Cuaresma con una disposición abierta a la verdad que no admite engaños disimulados.
    Por Jesucristo N.S.

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    1. Padre; me uno a sus Oraciones para pedir con usted que, como Jesús, me deje conducir por el Espíritu a tiempos de recogimiento y de mucho silencio interior para renovar y fortalecer mi Fe, para saber prevenir las tentaciones y poder actuar iluminada por la Luz del Evangelio.

      Padre, ofrezca su Oración de Ministro del Señor para que sepamos mirar a los hermanos como usted nos enseña a mirarnos, a lo Jesús, nunca con rivalidad o enemistad. Si Dios ha puesto en el cielo un arco que nos afecta a todos, que es un símbolo de PAZ, ¿Por qué seguimos peleándonos, excluyéndonos y matando en el nombre de Dios? Muchas gracias, Padre. Que Dios lo bendiga. Que tenga un feliz Dia del Señor. MºJosé.

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  2. La liturgia del día
    El domingo primero de Cuaresma suele aparecer bajo la idea de LA TENTACIÓN. El ciclo B, de San Marcos, sin embargo, no acentúa ese aspecto. La misma cita del evangelista da las tentaciones de Jesús como de paso. Y desemboca en algo mucho más substancial. Jesús se marchó a Galilea A PROCLAMAR EL EVANGELIO DE DIOS; decía: se ha cumplido el plazo, ESTÁ CERCA EL REINO DE DIOS. CONVERTÍOS Y CREED LA BUENA NOTICIA.
    La 1ª lectura avala este sentido de la presencia benéfica de Dios, cuando describe el final del diluvio y Dios se compromete a que no haya nunca más un hecho así. Y la poesía del autor sagrado sitúa el arco iris como una señal de Dios para “acordarse” que no debe volver a existir un diluvio que destruya a los vivientes. No es la voluntad de Dios la destrucción sino la CONVERSIÓN, la salida de una nueva humanidad. Que es a lo que apunta la CUARESMA, que debe enfocarse como ANUNCIO DEL REINO DE DIOS –que está cerca- y por tanto que pide una disposición nueva en los creyentes.
    Incluso el texto elegido para la 2ª lectura hace una trasposición de las aguas del diluvio a esas otras aguas del BAUTISMO, que se fundamenta en que “Cristo murió por los pecados, una vez para siempre, para conducirnos a Dios”. El diluvio fue un símbolo del Bautismo, que consiste en limpiar una suciedad del alma e impetrar de Dios una nueva conciencia, pura, por la resurrección de Jesucristo.
    Esto sí es un sentido cuaresmal, que mira al frente y que tiene como estrella polar el triunfo de Jesús.

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    1. ¿Qué es la conversión? La respuesta no es mía. La voluntad de comenzar desde el principio y de ser siempre nuevos constituye un signo epifánico de la actitud compleja y global que recibe el nombre de «conversión ». Es mejora, transformación, retorno a Dios, cambio de corazón, opción por el Reino, disponibilidad a los impulsos del Espíritu, renuncia a nosotros mismos para hacernos como niños (cf. Mt 18,3). La conversión no se entiende como un hecho episódico y extemporáneo, sino como una actitud constante que interesa a toda la existencia. Siempre es posible ser más fieles a la alianza, siempre podemos acercarnos cada vez más a Dios, siempre podemos empezar desde el principio. Por consiguiente, el proceso de conversión no interesa sólo y exclusivamente a los grandes pecadores o a un posible gran error nuestro, sino que implica a todos y siempre. El evangelio de Juan lo documenta haciendo desaparecer del léxico de Jesús los términos «convertir », «conversión», para dejar sitio a los conceptos de «seguimiento», «amor» y «observancia de los mandamientos » (cf. Jn 10,27; 14,15).

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  3. AnaCiudad11:56 a. m.

    lEl Evangelio de este domingo nos pone una escena llena de misterio-Dios se somete a la tentación del Maligno,y pienso que Jesús quiere enseñarnos con su ejemplo que nadie está exento de padecer cualquier prueba.Las tentaciones de Jesús son también las tentaciones de sus servidores de un modo individual.
    El demonio tienta aprovechando las necesidades y debilidades de la naturaleza humana.Como buen vendedor ofrece lo que calcula que el comprador tomará.El demonio promete más de lo que puede dar .La felicidad está muy lejos de su mano..Toda tentación es un miserable engaño.
    Tendremos que vigilar,en lucha constante,poque en nosotros está la tendencia a desear el buscarnos a nosotros mismos.Nuestro propio "YO",puede ser puede ser el peor de los ídolos.
    Pero tenemos armas poderosas para luchar contra la tentación:Contamos con la gracia de Dios ,que nunca nos abandona,la oración constante,la Sagrada Eucaristía,la ayuda del Espíritu Santo, y si tenemos la desgracia de sucumbir, acudamos al sacramento de la reconciliación,donde Jesús nos espera para perdonarnos y darnos fuerzas nuevas

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