miércoles, 18 de febrero de 2015

18 febrero: Una oración para la Cuaresma

MIÉRCOLES DE CENIZA
¡Señor y Dios mío!: Ante esta nueva Cuaresma siento una doble sensación; de ilusión, por una parte; de pesadumbre, por la otra. El gozo espiritual de una oportunidad que me ofrece la Liturgia para poner orden en mi vida. El dolor de saberme capaz de pasar por este tiempo como gato sobre brasas…, el dolor de repetir una vez más la inoperancia de otras cuaresmas en las que acabé lo mismo que las empecé…, y hasta sin darme cuenta –en la práctica- de haber estado en Cuaresma.
¡Señor!, hoy me condensa la Liturgia del día aspectos básicos de estos 40 días: que el luto no se lleva en “el vestido” sino en el corazón; que el cambio no es añadir un ayuno o unas privaciones. Que el cambio arranca de echarse en el Corazón de Dios, que es compasivo y misericordioso, pero que al mismo tiempo hay que dejarse reconciliar por Dios: darle a Dios la palabra para que sea Él quien realice un cambio en mí. Que ya me presenta la Liturgia a Cristo que muere por el pecado, aunque Él no conocía el pecado, pero que dio ese enorme paso para que llegue yo a la JUSTICIA santificadora de Dios, en este tiempo de Gracia
¡Señor!, todo está condensado en una realidad fundamental: que el cambio que se vaya a dar, al que Dios llama, el que Tú, Jesús, esperas, se amasa y se vive desde el interior, desde lo íntimo, ahí donde se encuentra uno con Dios mismos, el Padre que ve en lo secreto.
¡Mi Dios!: hoy vamos a acudir en grandes bloques a recibir la ceniza, el signo exterior que expresa una verdad imponente…, pero de la que necesitamos hacernos conscientes con mucha más fuerza. La Ceniza en sí no compromete a nada; no ha entrado en “lo secreto”. Todo el mundo la recibe y muchas veces como un talismán. Luego quedan los confesionarios mucho menos frecuentados, que son el modo expreso sacramental en que se concreta el sentimiento de humildad que significó la Ceniza…: ese punto en que el ser humano rinde su corazón a Dios para CONVERTIRSE CREYENDO EL EVANGELIO. De polvo y ceniza venimos y a ceniza nos encaminamos… Sí, y no es todo: porque adonde verdaderamente vamos es a SER EVANGELIO, a reproducir la vida de Jesús, a encontrarnos en COMUNIÓN PERFECTA CON ÉL, a reproducir su muerte salvadora, su resurrección definitiva. Caminamos a la Resurrección, pero no como pasos litúrgicos inexorables sino como realidades fehacientes que tenemos que vivir.
Por eso, ¡mi Dios!, siento ese doble sentimiento ante los días que tenemos delante: todo el horizonte luminoso que se abre ante mí… Toda la rémora de la rutina, del encapsulamiento de lo siempre vivido en la inercia de lo que ha llegado como todos los años, pero ante lo que yo no me he llegado aún a dejarme reconciliar por Dios. A tener oración, privaciones, penitencias y apariencias de bondad, y que eso no haya prendido en “lo secreto”, lo íntimo, lo que es capaz de transformar.

Por eso mi oración personal de este MIÉRCOLES DE CENIZA es expresarte mi deseo de salir de mi tálamo de egoísmo, de mi alcoba mullida, y saber llorar dentro de mí ese vacío que alberga mi vida, e implorar del Corazón de Dios el perdón…, que no deje que me domine el oprobio y las costumbres gentiles…, que no se diga: ¿dónde está tu Dios? Lo que te pido, Dios mío, es que no tenga nadie que preguntármelo, sino que vea y palpe en mi vida que Dios está ahí y actúa en mí, y yo me dejo reconciliar por Dios.

1 comentario:

  1. Padre, ¡qué humilde es usted! Cuando lo observo a la luz de Dios, veo que usted no es nada, es un ser contingente, que por usted mismo es una nada; ¡ah, pero el Creador le ha dado unos dones tan especiales que debe reconocer, cuidar, agradecer y mimar. Tiene usted muchos valores, que no son suyos ni para usted. Se lo digo porque sé que no se va a hinchar con mi alabanza, porque tiene en su corazón a Jesucristo y, ante Él, se avergonzará cuando lea mis palabras. Con ellas quiero dar gracias al Señor por usted y animarlo a que siga trabajando como lo hace en el Apostolado de la Oración. Nos hace mucho bien. Que Dios se lo pague.Rece por mí, yo también quiero convertirme.Un abrazo para todos.

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