domingo, 15 de febrero de 2015

15 feb.: 6 domingo del T.O., B: LA LEPRA

Lepra del cuerpo…, y del alma
La lectura pone marco a la enseñanza de este domingo. Levítico 13, 1-2. 44-46 nos describe la triste situación en que estaban los enfermos de lepra, que  estaban marginados de la vida social, con el sambenito encima de ser enfermos tan contagiosos que tenían que ser distinguidos a distancia para apartarse de su camino y evitar así el contagio. Esa era la vida de aquellos hombres que tenían que vivir en las afueras de los pueblos, o avisar de su presencia para apartarse de su camino.
En el Evangelio de hoy nos pone delante a un leproso que se ha atrevido a ponerse delante de Jesús. Su sentir es el de hombre humillado: puesto de rodillas, abatido, y a una prudente distancia. Y hasta en su súplica, no pide. No se atreve a pedir. Con bella humildad se limita a exponer un sentimiento que lleva dentro de su alma: Si Jesús quiere, el leproso está seguro de que puede.
Yo imagino a los apóstoles retirándose, espantados por ese temor al contagio. Y más espantados cuando es Jesús quien da un paso adelante y llega a toca al enfermo, para devolverle en afirmativo la exposición que el leproso ha hecho. Jesús dice: Quiero. Queda limpio. Y en ese instante el enfermo se nota sanado.
Jesús va más allá que el hecho de la curación porque este tipo de enfermedad no sólo requiere la curación sino el certificado oficial que habían de dar los sacerdotes. Por eso Jesús manda al leproso ir a los sacerdotes para que certifiquen su curación, que era el paso necesario para que ese hombre se reintegrara a la sociedad. La segunda recomendación de Jesús es muy típica de Él, como Mesías: que no diga nada a nadie. Ese imposible cuando un marginado social halla de pronto su piel sana y su futuro nuevamente abierto a una vida normal con el resto del pueblo.
Desde siempre se ha comparado al enfermo de lepra, lleno de llagas y carcomidas sus carnes con el pecador que toma conciencia de su estado de marginación espiritual y aun del mismo cuerpo de la Iglesia. El alma que se ha metido en el pecado es un alma harapienta que tiene peligro de contagiar, y del que es mejor guardar distancia por la mala influencia que puede causar.
Jesucristo viene como liberador de ese e4stado, y Jesús se acerca al pecador que le suplica ayuda y confía en el Corazón de Cristo que, si quiere, puede sanar. Jesús no se echa atrás; se acerca y toca y trasmite desde su mismo Corazón una palabra confortadora Quiero; queda limpio. Ahora bien: ha de ser a través del sacerdote como te llegue la certificación de tu curación: Para que conste. Siendo la Iglesia un cuerpo social donde unos nos influimos a los otros, no basta la pretensión de aquellos que dicen “confesarse con Dios”; necesitan –en ese cuerpo y asamblea de fieles- que haya una constatación autorizada que certifique la sanación.

Ahí entraría la 2ª lectura con esa exhortación de Pablo en la que hace ver que la vida de las personas no puede quedarse en la individualidad. Porque comáis o bebáis o hagáis cualquier cosa, hacedlo para gloria de Dios- No deis motivo de escándalo a la Iglesia de Dios. Y eso, que puede sonar a una exhortación genérica, debe ser atendida con especial cuidado por cada uno de nosotros. Estamos todos en el ojo del huracán y cuanto hacemos o dejamos de hacer, y en el modo que lo hagamos, nuestro vivir diario está en escaparate ante el mundo de hoy. Y hemos de estar muy encima de nosotros mismos para dejar buen ejemplo.

3 comentarios:

  1. A Dios, que sana los corazones desgarrados elevemos nuestras peticiones.
    - Confiamos en que Jesús, puede sanarnos. Pidamos que ponga en nosotros su mano y pronuncie su palabra. Roguemos al Señor.
    - Para que sane de todo tema de escándalo a su Iglesia, que nosotros mismos constituimos, Roguemos al Señor.
    - Para que sepamos valorar la labor insustituible del sacerdote en la limpieza de las almas, Roguemos al Señor.
    - Para que todo lo que hagamos o digamos, sea para mayor gloria de Dios y ejemplo de los demás, Roguemos al Señor.

    Danos una actitud humilde y sencilla para llegarnos a ti en oración de súplica, exponiéndote nuestras necesidades, y pronuncia sobre nosotros la palabra que nos sane.
    Por el mismo Jesucristo N.S.

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  2. José Antonio10:55 a. m.

    En este próximo inicio del Tiempo de Cuaresma, y con esa humildad del leproso, dejémonos que el Señor nos toque y recobremos la dignidad que Jesús nos concede gratuitamente como Hijos de Dios.

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  3. Jesús en su caminar con su Iglesia, se encuentra todo tipo de personas; personas pecadoras como yo; pero el Señor no me rechaza, me da la mano y me anima a ser mejor cada día. Él, con determinación, se acerca a quienes más lo necesitan; no hay impureza mayor que dejar a un pecador sólo por miedo a contaminarse. Los cristianos tenemos que oponernos a estas políticas que no respetan los derechos humanos :niños abortados cada día, ancianos enfermos y mal atendidos; enfermos crónicos que no disponen del tratamiento prescrito...¿Tenemos que llegar a la Cuaresma para convertirnos? ¡Señpr, si quieres puedes curarnos de nuestras sordomudeces, de nuestras cegueras y de todo cuanto puede contaminar a nuestra Iglesia! "Tú eres nuestro refugio , Tú nos regalas con cantos de liberación"...

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