viernes, 31 de octubre de 2014

31 OCTUBRE: LA LOZANÍA DE JESÚS

Sinceridad de corazón
          Hoy celebramos los jesuitas al Patrón de los Hermanos Coadjutores (“legos”) de la Compañía de Jesús: San Alonso Rodríguez, segoviano, comerciante, casado y con dos hijos, que queda viudo y sus hijos mueren. Entra como Hermano en los jesuitas, y sufrió luchas espirituales internas muy fuertes, a la vez que dones carismáticos excelentes –y él personalmente de muy sencillo estilo, con escritos que rezuman simplicidad y paradójicamente altura espiritual-, siendo el Hermano Portero del Colegio jesuítico de Mallorca.

          En la lectura continua entramos en una joya de las cartas de San Pablo, dirigida ahora a los fieles de Filipos, posiblemente escrita desde la cárcel. Es una carta de gran cercanía, humanidad, cordialidad y sublimidad, que encierra uno de los pasajes más valiosos del Nuevo Testamento, sobre el misterio de la plena humanidad del Hijo de Dios.
          Hoy hace Pablo “su presentación” y la hace como servidor de Cristo Jesús que se dirige a todo el pueblo santo de cristianos que residen en Filipos. Los filipenses ayudaron mucho a Pablo y fueron generosos para otras iglesias de otras regiones con aportaciones económicas que Pablo alaba con mucho énfasis. “Os llevo dentro porque tanto en la prisión como en mi defensa y prueba del Evangelio, compartís conmigo el privilegio que me ha tocado. Y ésta es mi oración: que vuestra comunidad de amor siga creciendo más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia”.
          Bien podíamos ahora mismo recogernos nosotros –los que vivimos cercanos al blog- e insistir en esta misma oración: cercanía, fidelidad, cordialidad, penetración, sensibilidad ante los valores, en medio de una sociedad que los tiene tan perdidos, y aun entre los mismos fieles que encuentran a cada vuelta de la esquina una ocasión de displicencia que más divide que multiplica.

          Muchas veces puedo uno comprender aquellas situaciones del Evangelio como la que hoy nos presenta Lc 14. Los fariseos no eran malos de por sí. Eran “fariseos”, los hombres “santos” a base de fidelidades extremas a la letra de leyes que ellos mismos habían forzado sobre la revelación inicial de Dios. No eran malos, pero no tenían el corazón abierto. No pretendieron nunca el diálogo con Jesús. Ironizaron, atacaron, hicieron labor de zapa…, y acabaron siendo ridículos y alejándose del pueblo, que veía en Jesús una religión con mucha mayor humanidad y sinceridad.
          Para los fariseos el escándalo era una curación en sábado. Ni siquiera invitado a comer en casa de un fariseo, la actitud de ellos era limpia: lo estaban acechando. Había allí -¡qué casualidad!- un hidrópico. ¿Había entrado como vemos que ocurre en otros banquetes, o lo habían preparado expresamente para hacer de espías de la actuación de Jesús?
          Jesús, muy respetuoso a la vez que con toda su idea, les pregunta a los anfitriones  si es lícito curar en sábado o no. ¿Podían ellos negar una curación de un enfermo, y negarlo en nombre de la ley? ¿No estaba más que permitido sacar del hoyo al burro o al buey que habían caído en él? ¿Se podría sacer “del hoyo de su enfermedad” a un hombre enfermo?
          No podían responder. Decir sí, les era una traición a sus principios “legales”; decir no, era inhumano. Y con la cobardía de quien no sabe qué es mejor, acaban refugiándose en un silencio…
          Jesús sí sabía muy bien… No tenía ni que mover un dedo. Simple palabra (que no violaba el descanso sabático, ni en apariencia) y el hidrópico estaba curado. Y los fariseos se quedan sin respuesta. Bien se puede decir como en otra curación anterior, “abochornados”. Porque no es para menos.

          A mí estas situaciones me traen a la mente muchas otras “pequeñas cosas” en las que la religión separa en vez de unir en la mismísima dirección.

3 comentarios:

  1. Mis ojos se fijan hoy en la mirada que está pendiente del fallo del otro para salir a pillarle o ponerle en evidencia. Eso me parece que hacen los fariseos en aquel día. "Ellos lo observaban atentamente", dice el Evangelio.

    Sigo leyendo, y veo que es así. Que Jesús hace lo que sabe, lo que tiene que hacer, lo que incluso manda luego a sus discípulos que hagan con otros. Los fariseos debieran estar felices de que Jesús hiciera lo que tenía que hacer, pero no es así. Ellos buscan "pillarle": "¿Está permitido curar en sábado o no?". Es una pregunta con trampa. Buscan el desliz de Jesús, para poder atacarle. ¿Y que hace Jesús?

    Les responde. Pero no lo que ellos esperaban. Y finaliza el texto diciendo: "A esto, no pudieron responder nada".

    El salmo de hoy nos dice que las obras del Señor son Grandes, y los que las aman desean comprenderlas.

    Hoy comienza a leerse la carta a los Filipenses. El saludo de la carta recuerda mucho al inicio de la Santa Misa. "Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo".

    La actitud de Pablo y Timoteo en el saludo es la propia de los cristianos. Es decir, saludar a los hermanos y dar gracias a Dios por ellos. Lo contrario a esto es la envidia y los celos porque al otro le vaya bien.

    Es más, el Apóstol enseña otro camino para seguir a Cristo en verdad. Pedir por ellos y además "con alegría".

    Y es que todos los cristianos vamos a una hacia el mismo objetivo, y lo dice Pablo aquí: "la difusión del Evangelio"

    Se puede decir muchísimo más, pero no quiero extenderme. La lectura de este comienzo de la Carta de San Pablo es necesaria hacerla despacio. ¿Tendré tiempo hoy?

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  2. Los que tenemos sobrados motivos para sentirnos hijos espirituales de San Ignacio de Loyola, gracias al trabajo y empeño constante de la Compañía de Jesús desde nuestros primeros años de vida, nos unimos muy afectuosamente a estas celebraciones propias de los jesuitas, como la de hoy con el Hermano Coadjutor San Alonso Rodríguez, S.J.
    Leo y recibo con gusto su hermosa homilía de hoy, y como suele ocurrir, hay un párrafo que me ha calado "mas hondo" Se trata del párrafo cuarto: "Bien podíamos..."
    Deseo afectuosamente que Dios le bendiga viviendo muy hondamente las grandes celebraciones que nos ofrece la Iglesia para el día de mañana y el siguiente.
    Con mi filial abrazo.

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  3. Ana Ciudad3:52 p. m.

    El hombre hidrópico,no dice nada,no pide nada,Simplemente "ESTÁ" delante del Médico divino
    Esta podría ser nuestra postura,nuestra actitud interior:ponernos delante de Jesús con nuestra hipocresá,con nuestra miseria personal,con nuestros pecados.
    Al vivir nuestra fe en un ambiente de recelos ,de incomprensiones,nuestra actitud debe ser la misma de Jesús,clara consecuente con la fe que profesamos.
    No dejemos de manifestarnos cristianos, con sencillez y naturalidad.Quien sigue al Señor no debe olvidar que está intimamemnte unido con Cristo.
    .

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