sábado, 18 de octubre de 2014

18 oct.: FIESTA (y lectura continua)

San Lucas, evangelista
          Hoy celebra la Iglesia la fiesta del evangelista Lucas, autor del tercer evangelio y del libro de los Hechos de los Apóstoles. Tanto en el primer libro con las narraciones de la vida de Jesús como en los Hechos, San Lucas muestra la profundidad del mensaje cristiano. En el Evangelio manifiesta la vida y obra de Jesús con unos matices cordiales y cercanos al lector que quiere ir a los entresijos de Jesucristo, presentado con su humanidad con la que pasó por el mundo haciendo el bien. Es el evangelista de los pobres por mostrar mejor la preferencia de Jesús por ellos.
          En los Hechos podemos definirlo como el evangelista del Espíritu Santo, que actúa en la naciente Iglesia y la va conduciendo hacia una madurez. Pedro, en los primeros capítulos, con el núcleo esencial del mensaje, repetitivamente expuesto a fieles y dirigentes, amigos y enemigos. Y con Pablo en el resto del libro, que va llevando a una plenitud de la lucha y la influencia del Reino de Dios.
          La liturgia ha elegido el único texto que hace alusión a Lucas en la segunda carta a Timoteo (4, 9-17). Lectura poco atractiva, poco edificante, más de enumeración de situaciones vividas por Pablo, y no muy constructivas.
          En el Evangelio, tratando de expresar que Lucas es uno de los múltiples llamados y enviados a enseñar la Palabra, como aquellos 72 que fueron enviados en condiciones de desprendimiento total, sin más armas que la Palabra, la paz como “espada” de penetración en los corazones de quienes fueran gentes de paz. Y recibidos o no, a ellos les toca ir como liberadores de aquellas gentes, y anunciadores de la próxima llegada de Jesús mismo. Son los hombres que deben palpar la urgencia de nuevos “obreros” para poder atender tantas necesidades de la amplia mies que espera quien les atienda.

          La riqueza de la lectura continua supera con mucho lo que hay se leerá en las Misas. Nos perderemos la hermosa presentación de Pablo a los efesios: Yo, que he oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todo el pueblo santo, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para CONOCERLO. Ilumine los ojos de vuestro corazón para comprender cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria da en herencia a sus santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa que desplegó en Cristo resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el Cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo sino en el futuro.
          Y todo lo puso bajos sus pies, y le dio a la Iglesia como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

          He copiado con veneración todo el párrafo. Me parecía meterme en terreno sagrado si intentaba hacer mi comentario en unas palabras sublimes que llevan –una a una- la densidad de pensamiento como para dejar a cada cual irse deteniendo en uno u otro aspecto: la alabanza a una comunidad fiel; la oración por ella; la petición de dones del Espíritu para que esa comunidad dé razón de su fe y su esperanza. Y el pasaje-kerigma substancial del cristianismo, el Cristo muerto y resucitado y triunfante, sentado ya a la derecha de Dios. Pero Él es la Cabeza nuestra; nosotros su Cuerpo, y si la Cabeza ya ha triunfado, el cuerpo va necesariamente detrás. Somos ya raza de triunfadores.

1 comentario:

  1. Querido P. Cantero:
    Me ha parecido muy buena y oportuna la ampliación que nos ha regalado hoy en su homilía, abarcando también la lectura del sábado semana XXVIII. Efectivamente es muy recomendable su lectura cuidadosa y atenta.
    Le deseo disfrute hoy de un gozo especial con la lectura de los textos que nos dejó San Lucas.
    ¡Dios sea bendito y alabado!

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