viernes, 28 de febrero de 2020

28 febrero: Gestos de afecto


LITURGIA        Viernes de Ceniza
                      Una insistencia clara a través de las dos lecturas: lo que Dios pide a quien quiere servirlo es que comprometa su interior, y que efectúe en su vida obras de caridad y servicio a sus prójimos. El ayuno, el sacrificio, y toda práctica religiosa no tienen valor cuando sólo se viven en lo externo: Orar para ser vistos, mover la cabeza como un junco, acostarse en el suelo… Todo eso no es lo que agrada al Señor. Así se va desarrollando la 1ª lectura del profeta Isaías (58, 1-9). Lo que agrada al Señor y lo considera verdadero acto de religión, es atender al prójimo en sus necesidades. Eso será como luz de aurora en la vida de quien lo practica. Y la razón clara de todo ello es porque Yo, el Señor, soy misericordioso. Quien quiera vivir de cara a Dios, tiene que practicar la misericordia.

          El SALMO 50 nos lleva a esa realidad del corazón, que es donde se alberga la acción de Dios: Un corazón arrepentido y humillado, Dios no lo desprecia, porque Dios mira al corazón.

          Es también el argumento del evangelio de hoy (Mt.9,14-15) que en su brevedad nos trasmite el pensamiento y la palabra de Jesús ante aquella pregunta que le hacen sobre el ayuno de sus discípulos. Es decir, sobre el no-ayuno de sus discípulos, siendo así que los discípulos de Juan Bautista y los de los fariseos, sí ayunan.
          Jesús responde que sus discípulos, que están con él, están de fiesta, y en la fiesta no van a ayunar. Estar con Jesús es estar en el banquete de la boda. Y no es lógico que estando con él, en plan de fiesta, los discípulos se pongan a ayunar. Tiempo tendrán para hacerlo.
          Pero no perdamos de vista lo dicho: el ayuno que Dios quiere no se queda en lo ritual, en lo externo, en la mera privación de alimento. Se trata de que el ayuno de unos sirva para dar de comer a otros, en las múltiples formas que hay de hacer el bien a las otras personas.

          ¿Por qué conserva la Iglesia días de ayuno o de vigilia? Como un lejano modo de unirse al sacrificio de Cristo. Cristo padeció, y en solidaridad con sus padecimientos, la Iglesia pone esas mínimas formas de participación en el dolor de Jesús. Por eso casi se reduce todo a los viernes, porque Cristo murió un viernes. Hoy se entiende mejor que antes este planteamiento de solidaridad, puesto que lo estamos viendo a cada paso en las reivindicaciones de temas laborales. ¿Por qué no vamos a aplicar al tema espiritual esos mismos modos de unirnos al que sufre? Ya dijo Jesús que cuando él se fuera, ya ayunarían sus seguidores.
          También es solidaridad con el que sufre. Muchas personas se encuentran en situaciones precarias de llevarse el bocado a la boca. Yo ayuno o me abstengo de algo como unión al dolor de mi prójimo, que no es sólo hambre de comida sino que tiene que “ayunar” de otras diversas cosas que a la gente les sobra y aun despilfarran. Todavía más sentido si mi ayuno se materializa en dar de comer a un necesitado.
          Por otra parte: ¡qué poco nos pide la Iglesia! Comparado con las prácticas de otras religiones, lo que nos piden a los cristianos resulta hasta irrisorio. Posiblemente por eso lo valoramos menos. Si se nos pidieran mayores privaciones, muy posiblemente las íbamos a valorar (y cumplir) mejor. Pero lo que se nos pide es tan mínimo que hemos acabado por minusvalorarlo y con ¡cuánta facilidad se salta!
          Yo comparo estos pequeños gestos que nos pide la Iglesia con el pequeño gesto que es un beso. ¡Y sin embargo cuánto se valora un beso! Una realidad de saludo que si se analiza, tiene el mínimo valor material. Pero lo tiene afectivo. Pues así la Iglesia nos pide el gesto afectivo de la obediencia a estos pequeños preceptos simbólicos con los que nos quiere hacer presente y tener recordatorio de otras grandes realidades mucho más profundas, a las que tiende el gesto leve del ayuno y la vigilia. Claro que depende del espíritu que pongamos en ello. La mera materialidad de “la obligación” o “precepto” deja sin sentido a la misma Misa. El espíritu y afecto con que se vive, es lo que da sentido. Y dará más sentido cuanto con mayor amor se una la persona a la razón de ser que la Iglesia ha querido dar a estos gestos.

1 comentario:

  1. ¿Dónde venden marcos para enmarcar cuadros? Esta reflexión debería ser enmarcada y puesta cerca para no olvidar.
    La Iglesia no ata cargas pesadas sobre sus hijos. Casi da risa cuando dice por ejemplo: "Confesar al menos una vez al año...". ¡Que menos!, y así con todo.
    Somos nosotros como personas, las que decidimos a veces complicarnos la vida, pero la Iglesia desde luego, no.

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