martes, 28 de febrero de 2017

28 febrero: Dejarlo TODO

Liturgia
          Final de mes y final de ciclo. Mañana comenzamos la Cuaresma y el ritmo de las lecturas será mucho más salpicado. Hoy tenemos otra entrega del libro del Eclesiástico, o libro de Sirac, con el que actualmente se reconoce más este amplio tratado sapiencial.
          En 35, 1-15 se ha puesto el acento en el valor de la fidelidad a Dios en la guarda de sus mandatos, pues cumplir los mandamientos de su ley es el mayor sacrificio-obsequio que puede ofrecérsele al Señor. es sacrificio de acción de gracias, es sacrificio de alabanza.
          Lo que nos advierte desde el comienzo es que no nos presentemos ante Dios con las  manos vacías; que nuestra ofrenda sea esos mandatos del Señor vividos por nosotros como personas justas, cuyo aroma llega hasta el Corazón de Dios.
          E invita a enriquecer la ofrenda del altar con la adhesión de uno mismo a los proyectos de Dios. Eso no pasara de largo, sino que se convertirá en honra de Dios. Lo que hay que hacer es no ser mezquino en las ofrendas, sino generoso. Y que nunca se intente llegar uno a Dios con ánimo de “soborno” sino con el corazón muy libre. Yo situaría aquí, como poco fino (cuando menos) es modo de dirigirse a Dios con “promesas condicionales”: te doy si me das…, que representarían unas ciertas formas de “soborno” a Dios, que es algo que expresamente se detesta en esta presentación que hace el libro que comentamos.

          El evangelio (Mc 10, 28-31) es renglón seguido al evangelio de ayer, con el hombre que se viene a preguntar a Jesús…, seguramente pensando en seguirlo yéndose con él, pero al que Jesús le sale al paso presentándole el REINO DE DIOS, que hay que afrontar en pobreza y desprendimiento. El individuo era muy rico y en consecuencia no es capaz de aceptarlo y se va. Y Jesús tiene un desahogo con sus discípulos, advirtiéndoles que es más difícil que un rico entre en el Reino que pasar un camello por el ojo de una aguja.
          Más se espantan ellos y optan por afrontar el tema directamente con el Maestro. Y Simón, siempre curioso y hablador, presenta el grupo de los Doce a Jesús y le pregunta: Maestro: a nosotros que lo hemos dejado todo, ¿qué nos toca? Y Jesús no entra en otros detalles y da doctrina: A quienes lo han dejado todo: padres y hermanos y campos, hijos e hijas, les tocará en esta vida el ciento por uno y después la vida eterna. La única diferencia es que todo eso se dará “con persecuciones”, no sencillamente como trofeo meritorio sino que crecen en el tajo de la vida.
          Fue muy comprensivo Jesús y no quiso entrar en detalles de aquel “haberlo dejado todo”, como hoy sigue siendo tan condescendiente con quienes “lo dejan todo”…, y en el fondo no hemos dejado todo con esa radicalidad que debiera expresarse en un desprendimiento más verdadero. Quiero decir que la realidad en Simón y en los compañeros, como la realidad nuestra (en el mejor de los casos) es que hemos dejado mucho, y quizás hemos dejado aspectos fundamentales de personalidad y libertad y dominio de las cosas más importantes. Y sin embargo nos estamos conservando posesiones diarias en las que no hemos cedido y en las que vamos intentando recuperar parte de lo que dimos.
          La vida del cristiano que quiere serlo de verdad, tiene muchos pasos importantes dados de dominio de sí, de mortificación de aspectos de su vida. Pero conserva un YO de fondo que no se cede con facilidad, y que parece querer siempre conservar intacta la cabeza. Simón y los compañeros dieron mucho, dejaron mucho…, pero conservaron arraigado el intento de ser “el mayor” el “de la derecha”, el “más importante”… Habían dejado todo pero llegaron los tiempos del sufrimiento y huyeron y negaron… En realidad no habían dejado TODO. Y así nos hemos de analizar nosotros, que puede ser que estemos aún muy aferrados a posiciones muy nuestras de las que no hemos dejado todavía apenas nada, o muy poco. Y bastaría echar una mirada seria a nuestro desenvolvimiento diario para ver cuán aferrados estamos a “nuestras cosas”, y cómo nos quedamos en ese “ser yo mismo” sin que se produzca el desprendimiento verdadero que distingue al santo.

          Jesús fue y es muy condescendiente y no le ha corregido a Simón. Ha preferido dejar las cosas como estaban y anunciarles lo mucho que corresponde a quienes LO DEJAN TODO o en están en vías de irse desvistiendo de tantas capas de cebolla como cubren el YO.

1 comentario:

  1. "Sabed que Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".
    Dejarlo todo es cerrar los ojos y abandonarse en los brazos de Dios en el estado en que nos encuentre. De Dios nos podemos fiar, pero es un DON que cada día debe actualizarse.El que se fía de Dios nunca pierde..¡Señor, auméntanos la Fe!

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