lunes, 20 de febrero de 2017

20 febrero: El poder de la oración

Liturgia
          Comenzamos hoy con el libro del Eclesiástico (1, 1-10), que en estos versículos se centra en el tema de la Sabiduría, a la que presenta de tal forma que unas veces coincide con el mismo Dios y otras con ese atributo de Dios y, por tanto, eterno como el mismo Dios, que es sabio. Antes que todo fue creada la sabiduría, la inteligencia y la prudencia, antes de los siglos, o lo que es igual, en la eternidad. Uno solo es sabio y está sentado en su trono. Dios en persona la creó, la conoció, la midió, la derramó sobre todas sus obras y la repartió entre los vivientes, de modo que lo que poseemos de sabiduría verdadera viene de Dios y la ha puesto Dios en nuestra vida: la regaló el Señor a los que le aman.

          Mc 9, 11-28. Jesús, Pedro, Santiago y Juan bajaban de la montaña alta. Ellos, los tres apóstoles, llevaban sobre sí el secreto de lo vivido allí arriba, y el no menos secreto de que podrán contarlo cuando Jesús haya resucitado de entre los muertos.
          En el llano se desarrolla una escena. Unos doctores de la ley discuten con los nueve apóstoles que habían quedado allí. Jesús se viene al corro aquel para ver qué pasa y se adelanta un hombre angustiado para contarle la razón de aquellas discusiones: Te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar, y cuando lo agarra lo tira por el suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces.
          La narración describe perfectamente un caso de epilepsia. Una enfermedad que se escapa a la ciencia médica del momento y que no queda sino atribuirla a “un espíritu”. Los exorcismos utilizados por los discípulos no han valido para nada porque no se trataba de una posesión diabólica.
          Hay ahí una frase que se despega de la lógica: la reacción de Jesús ante aquella exposición del padre de la criatura. Jesús dice: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Chirría pensar que fuera esa la respuesta de Jesús al padre que le ha contado la situación de su hijo. No pega tampoco esa respuesta contra los doctores de la ley que discutían con los apóstoles, porque sería una reacción desmesurada.
          Para mí que caben aquí dos explicaciones como más posibles: una, que es la de la “interpolación” de un copista de los primeros códices, al que se le ha escapado la frase que correspondería a otro momento y lugar. Porque aquí ni hay gente sin fe ni Jesús los está teniendo que soportar.
          La otra explicación que se me ocurre es que Jesús se refiere a esos “espíritus” malignos a los que se atribuían estas situaciones. A esos es a los que Jesús increpa como quien está harto de tener que soportarlos.
          Jesús manda que le traigan al niño. Y allí delante de Jesús le da el ataque, y cae al suelo en esas malas condiciones habituales. Mientras el padre y Jesús intentan auxiliarlo, el muchacho está inconsciente y rígido. Y el padre y Jesús inclinados sobre él, Jesús pregunta desde cuándo le ocurre esto. Y el padre dice que desde su tierna infancia. Y lo ha arrojado al agua y al fuego para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos. El muchacho sigue en el suelo con sus convulsiones, y Jesús responde al padre: ¿Cómo “si puedes”? Todo es posible al que cree. No está el tema en el poder de Jesús sino en la fe del hombre. Y con toda humildad confiesa: Yo creo, aunque dudo. Ayúdame.
          La gente se arremolina, y Jesús da orden “al espíritu” a salir. Y el ataque se hace mucho más fuerte, y retuerce al muchacho, lo sacude violentamente y lo deja como un cadáver. Ahora ya no está rígido. La gente piensa que ha muerto. Pero Jesús lo toma de la mano y el muchacho se pone en pie.

          Los discípulos se habían quedado molestos con su imposibilidad de solucionar aquel caso, cuando tantas veces habían podido echar demonios. Y preguntaron a Jesús por qué ellos no habían podido. Y Jesús, sin hacer referencia a demonio, les responde: Esta especie solo puede salir con oración. [En los códices antiguos se añadía: “y con ayuno”, expresión que se ha suprimido por menos exacta]. No se trataba de demonios. Se trataba de una enfermedad, y a esa realidad sólo quedaba la posibilidad de orar a Dios para que Dios viniera con su poder a sanarla. Jesús se ha adaptado a la mentalidad popular y ha increpado al espíritu mudo y sordo, al que le manda: vete y no vuelvas a entrar en él. El resultado es el muchacho sanado de su enfermedad.

2 comentarios:

  1. Sí, el muchacho no puede hablar, tiene convulsiones, está rígido, echa espuma por la boca y, el Evangelio no dice si hay emisión de orina, casi seguro que la hay y el diagnóstico es una crisis epiléptica, como dijo el Padre Cantero. El muchacho se está autodestruyendo y su enfermedad mientras le dura la crisis le impide hablar; puede que tenga mucha fe o puede que no la tenga; pero debido a su "gran mal"le es imposible manifestarla. El padre no sabe si cree o no;sabe que quiere que su hijo sane. Las dudas no se pueden evitar, pero la seguridad de ir de la mano de Jesús nos sostiene en todo momento.

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  2. Hola al mundo en general, acabo de pasar por una ruptura difícil hace unos meses. Todo estaba al revés. Había estado saliendo con una chica por cerca de siete meses que pensé que era la persona más grande con la que podría estar. Cuando nos separamos, dijo que no estaba segura de si era yo. Sentí que toda mi vida había terminado, pero como estaba buscando ayuda en la red, encontré un foro que recomendaba DRBAZSPELLHOME@GMAIL.COM Yo era escéptico al principio, pero decidí intentarlo, santo Molly los resultados fueron Más de lo que esperaba. Aquí es lo que pasó, al instante novia llamó por teléfono y después de una semana volvió a mí en lágrimas y prometió que nunca me lastimaría de nuevo desde entonces me siento tan relajado y olvidar mi dolor. Me estoy volviendo feliz. Muchas gracias al Dr. Baz.

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