miércoles, 22 de febrero de 2017

22 febrero: Ser o no "de los nuestros"

Liturgia
          Otra vez tengo que empezar como ayer: léase el texto en alguna Biblia y, mejor, si se tiene en algún misalito litúrgico, siempre más asequible para entender.
          Ecclo 4, 12-22 vuelve a tocar el tema de la sabiduría. La sabiduría instruye a sus hijos y estimula a los que la comprenden. Los que la retienen consiguen gloria del Señor; los que la sirven, sirven al Santo. Dios ama a los que la aman.
          Luego pasa a hablar en primera persona, hablando la propia sabiduría: Quien me escucha juzgará rectamente…, habitará en mis atrios… Caminaré con él… comenzaré probándolo con tentaciones. [La sabiduría es muy sutil y se presta a que se produzcan engaños a la primera duda; el ser humano es muy proclive a engañarse y dejarse engañar. Esa es la tentación, y por eso la sabiduría advierte. Y también advierte que cuando su corazón se entregue a mí, volveré a él para guiarlo]. (Todo esto me hace muchas veces dudar si escribir “sabiduría” con mayúscula o minúscula. Este paso a hablar en primera persona deja mucha más opción a pensar que habla LA SABIDURÍA, el Dios sabio por excelencia, a quien hay que entregar el corazón).
          El final del texto, muy “en judío”, acaba con amenazas. Yo prefiero dejarlo en las advertencias y exhortaciones en las que se ha desarrollado el resto del párrafo, y queda la misma verdad expresada en positivo y por lo mismo, mucho más atrayente al espíritu religioso, que no se mueve por el temor sino por el amor.

          No hace tanto que hemos comentado el evangelio que tenemos delante. Hoy lo narra Mc 9, 27-39. Y cuenta la actitud de Juan que viene a Jesús muy eufórico como quien ha hecho una meritoria acción: Maestro: hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.
          Un caso de celos mal entendidos. Para Juan, el echar los demonios es exclusivo de ellos y, en definitiva, de Jesús. Pero muy entendido como “los nuestros”, como el grupo cerrado sobre sí mismo, que se reserva la potestad de echar los demonios. Una obra buena, una obra que realiza aquel hombre “en nombre de Jesús”…, pero que no reúne una condición que para Juan es necesaria: ser “de los nuestros”. A mí me hace pensar mucho esta actitud, cuando vemos facciones cristianas y aún católicas y religiosas que no se aceptan, sencillamente porque cada una ha elevado estandarte propio y peculiar de su modo de llevar las cosas, que no se compaginan con los otros modos tan católicos y religiosos. Pero cada grupo ha enarbolado la bandera de ser o no ser “de los nuestros”.
          ¿Cómo reacciona Jesús? De modo completamente distinto; No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar en contra de mí. Y con esas expresiones breves y formidables que salen de la boca de Jesús, concluye para Juan y para todos nosotros, pertenezcamos a lo que pertenezcamos en el ámbito eclesial: El que no está contra nosotros, está a favor nuestro.
          Pienso que hay tela para cortar…, materia para hacer nuestra reflexión…, y horizonte ancho para –como dice San Ignacio de Loyola- “alabar candelas encendidas”, es decir, abrir el abanico de nuestra expresión de fe y aceptar tantas y tantas formas de expresión cristiana como pueden darse en el mapa inmenso de la Iglesia.

          La condición es que se viva “en nombre de Jesús” (como aquel exorcista del texto), en nombre del verdadero Jesús del Evangelio. Que a las “candelas encendidas” le acompañen las Bienaventuranzas, los mandamientos explicados por Jesús en el Sermón del Monte, y la Eucaristía que él nos mandó revivir cuantas veces lo hiciéramos en memoria suya. Que a las “candelas encendidas” acompañe la fe entendida como la explica y expone la Madre Iglesia, donde Jesús dejó depositados sus tesoros, no siempre explicitados por él, pero conservados en el acervo de la Doctrina de la Iglesia, y que la Iglesia, desde los apóstoles, desde los Santos Padres, desde el Magisterio ordinario o extraordinario, nos va desvelando en el desarrollo de los siglos. Así han surgido miles de familias religiosas y movimientos cristianos, que la Iglesia ha ido analizando y aprobando y apoyando, como una prueba evidente de la riqueza insondable que es Cristo, que dejó establecida aquella ROCA de Pedro –de un “Pedro” continuado en la historia- para que en labor vicaria presentase la verdad de Jesucristo y la conservase y explicitase en nuevos rasgos y dimensiones cada vez más profundas.

1 comentario:

  1. Sí, cuando escribimos algo sobre la Sabiduría de Dios, las mayúsculas salen solas y el corazón queda ensanchado.
    Jesús conocía muy bien a cada uno de los discípulos y, por fin , hoy deja claro quien será el primero. Pedro vuelve a dar la respuesta correcta. Los demás salen por donde pueden para que Jesús no les tenga que regañar; pero seguramente que se han quedado de piedra.¿ Cómo puede Jesús escoger a este insensato, tan poco juicioso y tan espontáneo? Jesús, Sabiduría infinita, conoce la humanidad de Pedro, sabe cuanto ama a sus amigos, aunque a veces se equivoque...En definitiva, sólo puede servir y estar al frente el que es capaz de amar.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!