martes, 20 de septiembre de 2011

EL EVANGELIO DEL DÍA

MARTES DE LA SEMANA 25 DEL TIEMPO ORDINARIO
"Ahí están fuera tu madre y tus hermanos y quieren verte" (Lc, 8, 18-21)
Me voy a ir al texto paralelo de San Marcos. Y en él, al contexto. Un capítulo antes se han presentado los parientes de Jesús que -participando de alguna manera en el sentir de los jefes religiosos- consieran que lo que predica Jesús y que no le quede ni tiempo para comer, es de locos. Y pretenden llevárselo "porque ha perdido el juicio", "está fuera de sus casillas". No consiguieron nada, porque Jesús es más cuerdo que los "sabios y prudentes de este mundo", y Él está en la labor de extender el Reino de Dios y realizar su misión.
Ahora los parientes han cogido a María y la llevan con ellos. De seguro que Ella va muy ajena a aquellas intenciones de los parientes. Ella es el prototipo de quien es fiel a Dios y no estropea sus planes.
Se presentan donde Jesús habla a las gentes y a sus discípulos; les explica aquellas realidades nuevas que supone vivir como Dios manda. Y mandan recado. "Ahí están tu madre y tus hermanos, que quieren verte".
Jesús siguió haciendo lo que estaba haciendo; lo que debía hacer. Y muy bien sabe Él que su Madre también quiere lo que quiere Dios. Por eso su respuesta a los parientes lleva doble mensaje: No va a dejar de hacer lo que está haciendo, "porque su madre y sus hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y se comprometen con ella". Evidentemente era una exaltación de su propia madre, pero era un mentís muy claro a sus parientes que han manipulado la buena voluntad de Maria.
Algo hay ahí para nosotros todos.

1 comentario:

  1. Yo me identifico con Jesús en este Evangelio, en el sentido de que voy a seguir haciendo lo que debo hacer, aunque haya personas que piensen de mi "que he perdido el juicio" o "que estoy fuera de mis casillas". ¿A mi que con eso? Yo lo que quiero son dos cosas: ser de los que Jesús llama "mi madre y mis hermanos", porque escuchan la Palabra de Dios y no se quedan sólo en escuchar, sino que la cumplen, o al menos que pueda ser contado entre los que se esfuerzan en cumplirla, aunque me caiga setenta veces siete, que bien se yo que Jesús no miente, y conoce mi corazón. Le pido al Señor no ser hipócrita con un tema tan serio.

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