domingo, 7 de julio de 2019

7 Julio: Obreros para la mies


LITURGIA                 Domingo 14-C, T.O.
                      La 1ª lectura (Is.66,10-14) nos lleva a la expansión del mensaje de Dios, que empieza en Jerusalén y se extiende a todas las naciones. Hay que festejarlo. Empezando por Jerusalén, gozando con ella y alegrándose de su alegría. Jerusalén es símbolo de la obra de Dios, y por eso mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
          Pero desde Jerusalén se extenderá la obra de Dios a todas las naciones. El mensaje de salvación está destinado al mundo entero. Al verlo se alegrará vuestro corazón y vuestros huesos florecerán como un prado.
          Isaías sólo puede vislumbrar esa realidad; enunciarla sin comprenderla, puesto que el sentimiento de “pueblo de Dios” está centrado y cerrado al pueblo judío.

          Será Jesús el que abra ya el cauce al mundo entero.  (Lc.10, 1-12.17-20). La designación de setenta y dos discípulos responde a la concepción bíblica, que consideraba al mundo dividido en 72 países. Y por tanto Jesús ya tiene una visión universal de la historia de la salvación, que se abre a los no judíos, aunque eso todavía no tenga verificación en los tiempos de Jesús. Y como de hecho los discípulos aquellos se van a centrar en Palestina, van de dos en dos, que era la manera de dar fe de sus palabras, porque el testimonio era aceptado si provenía de dos o más testigos.
          Lo que a Jesús le salta al alma es la necesidad de operarios en esa obra de expansión del evangelio. Por eso invita a orar en ese sentido: La mies es mucha y los obreros son pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. Oración que se hace de nuevo acuciante en los momentos que vivimos, donde los “obreros” no solamente son pocos para atender todas las necesidades, sino además muy ancianos en su mayoría, y con menores posibilidades de atender esa mies.
          Se añade que el momento actual ha cambiado la mentalidad y que los mayores vamos quedando menos aptos para trasmitir el mensaje en el lenguaje y estilo de un mundo nuevo. Que hacen falta vocaciones salidas de ese mundo, capaces de alcanzar los medios más aptos para comunicar los principios de la fe dentro de un estilo que ya no entiende los medios tradicionales de la predicación. Hoy los medios de comunicación y expansión de las ideas son absolutamente distintos, y la Palabra de Dios ha de comunicarse en esos soportes nuevos de la comunicación.
          Y, en paradoja evangélica, el apóstol ha de ser persona de valores y estilos evangélicos: Yendo como corderos en medio de lobos, sin bolsa, sin alforja ni sandalias, y sin detenerse en conversaciones y saludos inútiles en el camino
          Eso sí: característica esencial que marca la diferencia es llevar LA PAZ donde se entre y donde se actúe. Lo primero que hay que hacer es saludar con la paz, y relacionarse con gentes de paz. Donde no haya esa actitud de paz, no hay nada que hacer. La paz que se llevaba y no es aceptada, vuelve al mensajero, que habrá de ir al otro lugar en que exista el ambiente de paz.  Y ahí permanecer, ahí hospedarse, ahí comer y beber…, porque “el obrero merece su sustento”. El anuncio es gozoso: Está cerca de vosotros el Reino de Dios. Si no lo aceptan, salid de allí y sacudid hasta el polvo de los pies, en señal de que no os lleváis nada de ellos. De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios.
          Gozaron aquellos setenta y dos de la labor que habían hecho y cómo hasta los demonios se le sometían. Pero Jesús les hace caer en la cuenta que más que fijarse en los frutos que han conseguido, su valor está en que sus nombres están escritos en el cielo.

          San Pablo, a los Gálatas (6,14-18) reafirma esa misma realidad: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Lo que cuenta no es circuncisión ni incircuncisión sino criatura nueva.

          A esta realidad nos dirigimos a vivir en la Eucaristía, en la que hemos de pedir mucho por los obreros de la mies, y para que sean personas aptas para el ministerio en el momento actual. Y que no quieran saber otra cosa que a Cristo. Nosotros crucificados al mundo (negados a los principios mundanos), y sabiendo que el verdadero crucificado y negado a la verdad es ese mundo de principios enemigos al evangelio.

1 comentario:

  1. Pueden oír la segunda de las reflexiones que realizó el padre Cantero en unos ejercicios hace unos años, aquí: https://www.youtube.com/watch?v=A5fwGjCa7Eg

    Por mi parte hoy, no tengo nada que decir, más que coincido como no puede ser de otra forma con lo dicho.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!