sábado, 6 de julio de 2019

6 julio: Misterio


LITURGIA
                      Es una de las narraciones más pintorescas y en realidad difíciles de  digerir en sana razón. San Agustín la resuelve diciendo que “no es una mentira sino un misterio”. (Gn.27,1-5.15-29). Y la verdad es que sólo desde el misterio puede uno tragarse esta narración. Más allá de los hechos en sí, está el misterio de Dios, que había designado a Jacob y no a Esaú para continuar la línea de la promesa hecha a Abrahán. Rebeca, con su engaño –con su predilección por el hijo menor- es instrumento de esa providencia de Dios. Lo cual no desdice de otros momentos de la Escritura en que Dios se decide siempre por el más pequeño, por el último de la familia, como en el casi de David. Aquí hubiera parecido que se seguía una línea dinástica o familiar si de Isaac pasa la bendición a Esaú, el primogénito. Sin embargo hay por medio todo ese engaño tan estudiado –yo diría que tan infantilmente estudiado- para que la bendición de Dios recaiga sobre el menor, como capricho de Dios que se ha valido de los resortes humanos.
          La historia bíblica se sigue con interés, pero al mismo tiempo predispone en contra esa sucesión de mentiras que han de darse para que se llegue al fin pretendido. Por eso habremos de fiarnos del dicho de San Agustín, porque es la única salida que tiene el relato. Y porque –como queda dicho- son caminos misteriosos de Dios en medio de  los vericuetos inventados por los humanos. Cuando decimos que “se haga su voluntad”, la verdad es que no sabemos por dónde nos va a salir el Señor. Tiene “misterios” incomprensibles pero que van tejiendo la trama de esa voluntad.
          Yo, ya lo he expresado alguna vez, he vivido esos vericuetos de los hombres que me han ido cerrando camino hasta dejarme en el aire, nada menos que de mi vocación sacerdotal y religiosa. Luego ha surgido la luz por la que todos los caminos se han cerrado menos precisamente el que me conducía a ser Sacerdote y Jesuita. ¿Mala fe en las  personas que intervinieron en el primer proceso? –No se me ocurre pensarlo. ¡Misterio, sí! Y testigos los tuve de que había misterio y no razones humanas. ¿Cómo se solucionó luego todo aquello? Otra vez surge el misterio de la providencia. Por eso no me desvío mucho de la respuesta original de San Agustín.

          Sigue la misma línea de ayer el evangelio de hoy (Mt.9,14-17) pero con otros protagonistas. Se trata de cumplir la ley o explicar por qué no se cumple. Ayer decía el Señor que “porque misericordia quiero y no sacrificios”. Hoy se presentan los discípulos de Juan con una cuestión semejante de cumplimiento de la ley: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?
          La respuesta de Jesús se eleva a razones mucho más fuertes que haberles explicado la situación. Jesús se presenta como el “Novio” de la boda entre Dios y el hombre. El “Novio” está de fiesta, muy por encima de la ley. Y los amigos del novio no van a ayunar (que es sentido de sacrificio y duelo) estando como están con el “novio que festeja.
          Todavía se sube más Jesús en sus razones: lo antiguo (paño viejo u odres viejos) han quedado en la antigüedad, en el período de la ley. Los discípulos de Jesús pertenecen a un nuevo período, el del vino nuevo. No van a entremezclarse los vinos, ni se va a echar el vino nuevo en los odres viejos, porque los odres viejos son incapaces de contener la fuerza del vino nuevo. Ni se puede arreglar el vestido viejo con un parche de lo nuevo porque el parche rasga la tela vieja pasada.
          Estamos, sencillamente, ante una novedad. Por eso mis discípulos no ayunan. Están viviendo ya esa novedad, que es de otro orden. Lo que no significa que la vida nueva es toda ella de fiesta, porque un día arrebataran al novio (anuncio de su muerte) y entonces los amigos tendrán que padecer.
          Pienso que este evangelio tendría que meditarse mucho, porque los humanos seguimos tendiendo a no soltarnos de “las leyes piadosas” y nos cuesta mucho acoger la novedad del evangelio con sus exigencias serias y profundas. Se prefiere la seguridad del “haz esto” y “no hagas aquello” que lanzarse al seguimiento de los caminos que presenta Jesús, como son las bienaventuranzas y todo el sermón del Monte. Estamos hechos a que nos den “papilla moral” y nos cuesta digerir los “pimientos fritos” que exigen mejor estómago para digerir. Y esos pimientos fritos son los que surgen de asimilar la doctrina de Cristo y de las Cartas de los apóstoles.

2 comentarios:

  1. F. Javier Madueño8:54 a. m.

    Tras una lectura rápida y con bastante esfuerzo del capítulo 25 completo del libro del Génesis, llego a la conclusión de lo absurdo a veces de los humanos. Si, porque para mi la enseñanza de esta historia está situada en el final, cuando la mentira se descubre, y eso provoca una serie de situaciones de lágrimas y desesperación que me hacen pensar que ese dicho de "las mentiras tienen las patas cortas" se aplica aquí. Y como consecuencia del pecado de la mentira en la propia familia, se producen enemistades e incluso el deseo de matar en venganza. Es decir, tenemos que ir al Evangelio entonces, y observar a Jesús allí en medio y como reaccionaria ante tanto despropósito.

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  2. F. Javier Madueño8:58 a. m.

    Subscribo lo dicho por el padre Cantero, en su explicación acerca del "misterio", y con testimonio personal. Eso me ayuda a entender mi propia vida, porque en otro campo, a mi me vienen pasando experiencias a las que puedo encontrar más explicación si lo veo de este modo. Gracias.

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