jueves, 25 de julio de 2019

25 julio: Santiago apóstol


LITURGIA
                      Con toda solemnidad se celebra hoy en la mayor parte de España la fiesta de Santiago, apóstol. Todo español bien nacido tiene que sentir en esta fiesta una ocasión de oración especial por nuestra Patria, independientemente de sus siglas políticas. Se trata del Patrón de España, cuyo sepulcro ha venido a estar entre nosotros. Un apóstol de Jesucristo que viene a dar a nuestra nación el privilegio de su estancia y de su particular patrocinio.
          Desde el evangelio, Santiago es testigo directo de momentos especiales de la vida de Jesús: la transfiguración o la agonía del Huerto, dos extremos de la experiencia personal. También protagonista, junto a Juan, su hermano, de ese hecho que nos narra el evangelio de hoy.
          El apóstol Santiago cumplirá en su vida el reto que Jesús les lanzó un día a él y a su hermano Juan, cuando ellos –todavía inmaduros en el seguimiento de Jesús- pretendieron privilegios humanos (Mt.20,20-28), y Jesús les cambió la idea por otra muy diferente: ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?
          No supieron entonces qué decían, pero respondieron: Podemos. Ya esa realidad corresponde a Santiago la 1ª lectura fragmentada de Hech.4.33.5; 5-12.27-33: 12,1.
          Los apóstoles daban testimonio con mucho valor de la resurrección de Jesús, y hacían muchos prodigios en medio del pueblo. Como consecuencia de aquella popularidad y trasmisión de la fe en Cristo, los prendieron, y les conminaron a no hablar más “en nombre de ese”. Pedro y los apóstoles respondieron que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres
          Los sacerdotes y ancianos del sanedrín se carcomían de rabia viendo a aquellos hombres, humanamente incultos, tener la fuerza y la constancia de predicar en el nombre del Señor, pese a las amenazas, y pensaron en matarlos. Herodes hizo decapitar a Santiago, el hermano de Juan. Se cumplía así aquel: “Podemos” con que Santiago respondió a Jesús sobre su decisión de beber el cáliz de Jesús. La muerte violenta –decapitado- culminará una vida que es un puro testimonio, con valentía y contra corriente, de la injusticia cometida contra Jesús. La fuerza la recibe del Espíritu Santo para ser consecuente con un principio fundamental: que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
          La 2ª lectura -2Co.4,7-15- pone la explicación de esa fuerza sobrehumana que inspiró a aquellos hombres: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Éste es el principio que rige toda la labor apostólica y en definitiva todo el sentido de la vida cristiana.
          Continúa Pablo haciendo una semblanza del apóstol: Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan. Acosados, pero no abandonados. Nos derriban, pero no nos rematan. En toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Un párrafo excelente, elocuente. Todos los padecimientos de un apóstol acaban en la gran realidad de que la vida de Jesús se manifiesta en ellos. Y como he indicado: no se reduce eso a los apóstoles. Todo cristiano ha de encontrar en esa descripción una parte de su vida y del sentido de su existencia.
          Continúa Pablo describiendo al apóstol: Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. La vida como lucha. El apostolado como dura lucha porque a muchos les estorba que se les hable de la doctrina de Jesucristo, y se les remita al hecho incontrovertible de la resurrección de Jesucristo. Pero el apóstol es testigo con mucha fuerza de esa resurrección y no puede callarse porque tiene que seguir la pauta de Dios por encima de lo que pretenden hoy silenciar las ideologías humanas.
          Ahí tenemos una línea de acción que nos toca a todos los cristianos, y que en tanto daremos a conocer el Nombre de Jesús, en cuanto que nuestra vida esté dispuesta al sacrificio diario. A todos no se nos va a pedir el padecimiento de un apóstol que está en la brecha, pero a todos se nos pide vivir el evangelio. Y en el evangelio, tomar la cruz para poder seguir a Cristo, es una condición que pone el propio Jesucristo.

1 comentario:

  1. Señor: Por intercesión del Apóstol Santiago, te pedimos por nuestra Patria, la cual se encuentra acosada por los enemigos que la quieren destruir, primero erradicando de ella la fe, y luego su existencia misma. Concede a tus hijos que se den cuenta de los signos de los tiempos y del momento trascendente que le ha tocado vivir, y que nos comportemos como valientes apostoles tuyos por la fe y por la Patria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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