miércoles, 3 de julio de 2019

3 julio: Caminos de Dios


LITURGIA
                      Los caminos de la vida son muy complicados y muchas veces dolorosos como fruto de situaciones humanas. Sara, la esposa de Abrahán, era estéril y no le había dado hijos a Abrahán, y ella misma le había sugerido a su esposo que se uniera a la esclava para que de alguna manera Abrahán fuera padre. Y de aquella unión nació Ismael.
          Pero un día Dios le anuncia a Abrahán que su mujer Sara le va a dar un hijo, cosa que Sara recibió con risa porque Abrahán tenía 100 años y ella era anciana y estéril. Pero Dios le mostró que Él es más grande que todo eso y a los 100 años de Abrahán le nació Isaac, de Sara su mujer. Aquí empieza el relato de la 1ª lectura (Gn.21,5.8-20).
          Cuando Isaac crece, juega con Ismael. Y Sara se siente celosa y teme que Isaac pueda quedar en segundo plano, por lo que pide a su marido que despida a la esclava Hagar y a su hijo Ismael. Abrahán sufre con aquello pero Dios le consuela y le dice que haga conforme a la petición de Sara, porque Isaac va a ser el hijo de la promesa.
          Abrahán prepara un viático para Hagar e Ismael y los despide. Y ellos salen y caminan, hasta que se les acaba el agua, y Hagar está dispuesta ya a morir. Sólo que no quiere ver morir a su hijo y lo coloca bajo un árbol y ella se retira. El niño llora y Dios escucha su llanto y acude en su ayuda, y dice a Hagar que tome al hijo y continúen el camino. Dios le abrió los ojos para descubrir un pozo de agua, y bebieron y llenaron el odre y continuaron camino.
          El hijo creció y habitó en el desierto y se hizo un experto arquero.
          Los estudiosos ven en todos estos relatos últimos una explicación de la división de tribus y de su ubicación en el panel de aquellos territorios. Un creyente “lee” la mano providencial de Dios que va dejando actuar a las realidades humanas pero él las va conduciendo a un determinado fin. Y aquí, aparte de la ubicación de los ismaelitas, va a algo mucho más fundamental: la línea de salvación de Dios sigue la rama directa familiar, con Abrahán en la cabeza e Isaac como el que continuará la obra de Dios.

          En el evangelio tenemos otra narración de esas que son difíciles de entender al pie de la letra, y que hay que echar mano a otras explicaciones adyacentes para poder entender el fondo la cuestión.
          Por lo pronto un hecho muy verosímil es que, tras la tempestad, la barca ha arribado a un lugar inesperado: la región de los gerasenos o gadarenos. (Mt.8,28-34), que ya iremos viendo que no era lugar muy acogedor, ni antes ni después del hecho principal.
          Cercano al lugar de desembarco estaba el cementerio. Y entre las tumbas vivía (si así puede decirse), un endemoniado feroz. Como estamos en San Mateo, las narraciones suelen hacerse en plural, por lo que aquí nos sitúa a “dos endemoniados”. Hablaremos de un endemoniado en lo que resta de exposición. Era tan furibundo aquel poseso que nadie se atrevía a pasar por allí.
          Divisado Jesús por aquel energúmeno, comienza a gritar desaforadamente: ¿Qué tienes que ver con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo? Si nos echas, envíanos a la piara.
          Ahí, el lenguaje plural, queda explicado por la narración paralela del hecho, en que el demonio que posee a aquel hombre no es un demonio individual sino “una legión” de demonios. Por eso aquel pobre hombre vivía tan desgraciado y peor que animalizado. Pero el poder de Jesús se sobrepone a aquella “legión” diabólica, y les permite ir a los cerdos, que bajo aquellas fuerzas demoníacas se lanzan acantilado abajo y se ahogan en el mar.
          A la otra parte queda libre el que estaba poseso, Y Jesús junto a él. Los porquerizos, responsables de la piara, tienen que dar cuenta en el pueblo de lo que ha ocurrido, empezando por la liberación del endemoniado y desembocando en aquella estampida de los cerdos.
          La pregunta que, en nuestra mentalidad, surge es cómo Jesús permite semejante daño en la economía de muchas familias que vivían del negocio de los cerdos. Si nos trasladamos a la mentalidad judía, aún hoy vigente todavía, el cerdo es un animal prohibido. Por eso no comen los judíos carne de cerdo. Por eso aquel negocio era ilegal y aún ofensivo en las mentes de la mayoría, y Jesús había actuado contra la ilegalidad.
          Salieron los habitantes de la aldea y pidieron a Jesús que se marchara. Fue su respuesta. No miraron al paisano curado y que ahora volvía a ser un hombre normal, gracias a Jesús.

1 comentario:

  1. Javier Madueño8:16 a. m.

    Cuando una persona, por ejemplo yo, lee las Sagradas Escrituras, ve y entiende lo que es capaz de ver y entender según la capacidad que Dios, le haya dado.
    Cierto es también que las capacidades que Dios da, a veces son talentos en bruto que hay que pulir y formar. Salvo casos muy especiales, que también creo que los hay, las personas trabajan y se forman poniendo su esfuerzo empujado por la Gracia de Dios.

    Como comenté hace unos días en presencia de un amigo, cuando uno lee un determinado pasaje del Evangelio, puede llegar a recibir una cosa en su interior, y si lo lee días o semanas después, a lo mejor ve algo que no parecía estar ahí la vez anterior. Esa es la riqueza de la Palabra de Dios.

    Ciertamente, hay pasajes más complicados que requieren un "conocer" la Doctrina del Magisterio de la Iglesia Católica, para evitar "interpretar" erróneamente.

    Recordemos que la Palabra de Dios en la Iglesia está formada de dos partes: La Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición (distinguir de la tradición en minúscula).

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