LA “ACCIÓN DE GRACIAS”
Ya he tocado el tema en otro
“aparte” reciente. Por ello no será necesario mayor detenimiento. Sólo expresar
en síntesis que el espacio tras la Comunión debe tener una suficiente amplitud.
Si se dice que el sacerdote se sienta es porque se le quiere dar tiempo a este
momento. Tiempo donde cabrá DAR GRACIAS
-¡qué menos!-, y donde en la intimidad de dos amigos, caben esas comunicaciones
de verdadera amistad. Por tanto, un algo
de PEDIR, porque ¿cuándo mejor que teniendo al amigo tan dentro? Pero otro tanto es LO QUE EL AMIGO QUIERE
DECIR. Lo contrario es egoísmo espiritual, o ser amigo de conveniencia. ¡Y
hay tanto que ESCUCHAR AL AMIGO…! Ahí estaría ese momento en que supiéramos
hacer más nuestro el mensaje de las Lecturas de ese día, o de alguna de ellas
que puede hablarnos más al alma en este momento determinado
FINAL DE LA CELEBRACIÓN
Y he dicho conscientemente “de
la celebración”. No he dicho “despedida”, ni he dicho “final de la Misa”. Porque ni hay tal despedida, ni la Misa ha
acabado.
Ha acabado la
celebración. Y el sacerdote, en la
fórmula adoptada por la Conferencia Episcopal española, dice “Podéis ir en paz”. Imagino que muy consciente de la
hipersensibilidad de nuestros fieles…, del sentido de falsa “libertad” con que
parece que haya de tomarse nuestra vida espiritual, acudieron los responsables
a utilizar la fórmula “delicada” de invitar…,
de un tímido: Podéis ir en paz”. Bien conscientes tenían que ser de que “el
original” no era sí. Ni era así el anterior latino: “ITE; missa est”, ni mucho menos el original evangélico con un
imperativo “ID” de Jesús, que EVIABA como misión esencial para ir al
mundo a ser evangelio vivo en él, y así bautizar a todas las gentes. De ahí al “podéis
ir en paz” hay una distancia abismal, una pérdida total de sentido
original. Una mera “delicada despedida”,
a la que –encima de todo- los fieles responden un “demos gracias Dios”, que hasta podría sonar a “¡gracias que
esto se ha acabado”! No es que lo sea
para todos, pero sí para ese no pequeño grupo que va buscando la Misa más
corta, en la que menos predique el Cura…, o que ni predique…
Traduzcamos ahora el
anterior “Ite; missa est” más al pie de la letra: ID;
vais de misión. O bien: vais enviados. O “lo que aquí habéis vivido, esparcidlo por
donde vayáis”. O “esto que aquí habéis
vivido, continuad viviéndolo en vuestra casa o taller u oficina, o familia, o
en la cola del autobús, o en vuestras conversaciones y juicios… Si ahora DAMOS GRACIAS A DIOS antes de salir,
tendrá su gran sentido. Porque ahora
salimos mejor que entramos… Porque ahora
no sentimos misioneros (=misa) de una
VIDA que hemos recibido, un empuje nuevo, una ilusión, una exigencia cristiana,
una PALABRA que nos ha tocado dentro.
Así sí, DEMOS GRACIAS A DIOS, llevando
paz por donde vayamos. ¡Y agarraos
bien…, que vienen curvas!
LITURGIA DEL DÍA
Una lectura primera de muchas
intrigas; de muchas “cosas humanas”. De demasiadas muertes… Vamos: ¡el reflejo de la vida misma! Lo que queda como “zumo exprimido” es que Dios escribe derecho, pese a los muchos renglones
torcidos humanos.
El Evangelio es de los MUY SERIOS. El corazón es el eje, el foco central. Ahora se demostrará –en la vida diaria- si dónde está el tesoro. Y desde luego es para tentarse la ropa. Porque Jesús apunta al ojo de la intención. Y no
de “las buenas intenciones” o ls “no malas intenciones”, sino a esa intención
del muy fondo del alma… y ahí dice que si la única luz que tienes está oscura,
¡CUÁNTA SERÁ TU OSCURIDAD! Si
llegamos a ser capaces de ahondar ahí, veremos más de lo que pensamos “a vista
de pájaro”.
Dedico una más amplia
reflexión en el BLOG.
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