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Corazón de Jesús, que escogiste por Madre
a una Virgen y como discípulo amado a un corazón intacto y nuevo.
Tú hablaste en tu Pasión a todos los
jueces que intervinieron en tu causa. Pero hubo uno, el impío Herodes, que no
pudo arrancar ni una palabra de tus labios, porque entre Tú y la impureza, no
puede haber ni el más leve contacto.
Que
las manos de tu Madre bendita, Virgen de vírgenes, bajo las cuales han brotado
siempre los más hermosos lirios de la continencia, guarden diáfano este
ensueño de nuestra pureza.
Haz que frente a tanta inmodestia de costumbres
y actitudes aun entre los que se dicen cristianos; frente a tanto abuso en los
jóvenes y en las personas mayores; frente a ese refinamiento diabólico que
busca el placer sea como sea; frente a esa epidemia hedonista que troncha la
blanca azucena de la inocencia y agosta el lirio del sacrificio, te recordemos
a Ti, con tus manos atadas a una columna, mientras los verdugos destrozaban
tus carnes a latigazos, para expiar esos pecados que tanto aborreces.
Haz
que en los momentos en que aprieta la tentación, nos acordemos de tu Corazón
abierto, despojado de todo afecto, para que despejando el nuestro de toda
sombra de bajeza, vivamos limpios y de corazón abierto a la belleza y la
limpieza de la mirada y de los sentimientos, como conviene a los que nos
alimentamos de la carne virgen de tu Cuerpo.
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